Señor
Director de El Telégrafo
Quito.
Señor Director: En larga carta al Director (El Telégrafo, 5.1.2013), el señor Angel Calderón nos da una clase sobre democracia. En ella propone como modelo del sistema democrático a los EE.UU. de Norteamérica. Dice, entre otras perlas que "En una democracia libre, independiente y soberana no se desarma a la población" y alude a que "en la Constitución norteamericana se garantiza el uso de las armas para que la ciudadanía se proteja de la delincuencia..." ¿Propone, el señor Calderón, que en Ecuador se copie el modelo y que, resultado de ello, tengamos nuestros propios Colombine y más escenarios de sangre y muerte? ¿Desconoce que la principal industria de ese país es la de las armas, y que por ello se oponen a la prohibición de poseerlas por el pueblo llano? ¿Y que las guerras que se inventan, amén de someter a los pueblos y robarles sus recursos, les sirve para vender su siniestra mercancía? Dice que en la democracia norteamericana "no se ataca a los medios de comunicación".
No aclara, desde luego, que los grandes medios en los EE.UU. están a las órdenes de las transnacionales, a las que representa, siempre, el gobierno del país del Norte y que, entonces, se torna innecesario atacarlos. Dice que, en esa democracia, "no se utilizan los recursos, fondos y bienes del Estado en campañas políticas". Omite señalar que ello les es absolutamente innecesario, cuando todo el aparato informativo está al servicio del bipartidismo, cuyas diferencias cualitativas son mínimas.
Que "no se estatiza la producción privada (comunismo)". Y que "para que la democracia sea libre e independiente con éxito económico, político y social, debe existir libertad de empresa (libre competencia)". Allí radica el quid de la propuesta: es, ni más ni menos, que el discurso neoliberal, que pregona la desaparición del Estado o su reducción a la mínima expresión, funcional tan sólo a garantizar el atropello a los trabajadores, la tercerización y la maquila, la reducción real de los salarios de obreros y empleados; el fortalecimiento de la policía represiva para que, según su filosofía, los molestosos contestatarios "les dejen trabajar".
Convengo con el señor Calderón en la necesidad de respetar la independencia de los Poderes del Estado y otros señalamientos que critican, sin decirlo en forma expresa, al gobierno nacional.
Hago notar, sin embargo que sus críticas omiten lo esencial: la persecución y criminalización a la protesta social y, más importante aún, la falta de decisión para impulsar una economía comunitaria, que reemplace definitivamente a la prevaleciente, de las grandes empresas monopólicas, esas usufructuarias de "la libre competencia", defendida ingenuamente (?) por el señor Calderón. Alude al narcotráfico, como una lacra que nos infecta.
Omite señalar que ese fenómeno tiene sus raíces en el enorme mercado: la "democracia" norteamericana y la Unión Europea. Claro está que es obligación del gobierno nacional investigar las posibles conexiones de los altos funcionarios a los que alude el señor Calderón con las mafias, pero ello no resuelve el problema que tiene connotaciones mundiales.
Y una vez más, felicito al diario por el pluralismo, que invoco, también, para que se autorice la publicación de esta carta.
Atentamente
Jaime Muñoz Mantilla
C.C. 1702447747