De perfiles y dignidades
El señor Presidente nos tiene acostumbrados a escuchar su rendición semanal de cuentas. Su trabajo es a tiempo completo y, como lanzadera, está presente en donde es necesaria su presencia para cumplir y hacer cumplir con perfección y a tiempo lo que ha sido programado a lo largo y ancho del país.
Es un líder con don de gentes y voz de mando.
Qué bien nos haría a los ecuatorianos que se imponga un perfil, se exija un certificado irrefutable de servicio honrado y patriótico a los candidatos que aspiran a desempeñar un cargo importante y la rendición de cuentas a quienes buscan la reelección. Es muy conveniente que se premie la eficiencia, la transparencia, etc.
La verdadera democracia exige que desaparezcan los privilegios y prejuicios raciales, religiosos, de género, etc. Nos entusiasma constatar que jóvenes bien preparados desempeñan funciones destacadas, mujeres ministras, embajadoras, gobernadoras. No se debería permitir que, a cambio de una retribución realmente envidiable, ocupen un lugar en la Asamblea los simples ““levantamanos” o los que se oponen sistemáticamente a lo que se propone alcanzar el Poder Ejecutivo. Así no se aporta al desarrollo del país.
El señor Presidente se ha definido como un “humanista cristiano de izquierda”. Ello implica el respeto a la dignidad inalienable de las personas, el procurarles las condiciones de su pleno desarrollo, Los cristianos de izquierda optan por la preferencia a los más pobres, al estilo de monseñor Leonidas Proaño, con miras a construir una sociedad más justa, con igualdad de derechos y de oportunidades para todos.
El Presidente es un devoto servidor de los pobres: emociona comprobar que impide subir el precio del pan, los pasajes, etc. Hay salud, educación de calidad, y gratuitas para todos; escuelas del milenio para los más pobres.
Su Vicepresidente, licenciado Lenín Moreno, ha sido un caballero ejemplar, ante quien, ya se ha dicho, no cabe sino “sacarse el sombrero”. El país, no cabe duda, vive otra época: se incrementa el empleo, mejoran los salarios, se incorpora a los marginados, se socializan las ganancias.
El nuestro es un país hermoso por todos los lados, rico, atravesado por carreteras de lujo. Administrando con honradez e inteligencia nuestros recursos, ha habido dinero para todo lo que necesitamos para ser un país moderno. Es necesario estar ciego para no ver los resultados.
El señor Presidente se preparó muy adecuadamente: estudió en las mejores universidades de América y de Europa. Habla español, inglés, el idioma universal; francés y quichua, para comunicarse con “los más pobres entre los pobres”, como llamó monseñor Proaño a los indígenas. Nos representa con dignidad y brillo en cualquier lugar del mundo. Somos un país soberano, respetable, acogedor, disciplinado en el pago de impuestos y ahora en el tránsito.
Tiene visión de futuro: sabe a dónde hay que llegar. Escuelas del milenio, universidades que se parezcan a las mejores del mundo. Planifica la minería, incrementa la energía hidroeléctrica. Aspira a convertir al país en una potencia forestal.
Sus adversarios en la próxima contienda electoral forman parte de los que prometieron y nunca cumplieron: la derecha neoliberal, la falsa izquierda que convivió cómodamente con la partidocracia y nunca hizo nada por los pobres. La reelección de Rafael Correa está a la vista.
Germánico Orbe Villalba
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