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El Telégrafo

Cartas al Director

17 de septiembre de 2012

CARTA PÚBLICA
De catilinarias y exudaciones de órganos reguladores

En las últimas semanas, quienes participamos del Sistema de Educación Superior somos testigos de numerosas reacciones contrarias a la aprobación o discusión de normas institucionales necesarias para hacer aplicable la LOES, por parte de algunas universidades y escuelas politécnicas y de editorialistas de determinados medios de comunicación. Pero, dos editoriales me llaman particularmente la atención por las falaces y decepcionantes aseveraciones que hacen sus autores: el artículo “Utopismo y coerción” de Carlos Larreátegui, publicado en El Comercio el miércoles 5 de septiembre, y “Windows 2012” publicado el 8 de septiembre en Diario Hoy, bajo la responsabilidad de Simón Espinosa.

Larreátegui sostiene que “[la] acción gubernamental exhibe hasta aquí dos rasgos inconfundibles: utopismo, es decir, planes y proyectos irrealizables, y coerción, un método que excluye todo diálogo y utiliza la punición como herramienta para imponer ciertos dogmas”. También sostiene la existencia de un culto frenético hacia los PhD por parte de los entes reguladores y, audazmente, afirma que los investigadores con PhD no están formados para ser docentes o administradores.

Por último asevera que, frente al autoritarismo que exudan los órganos reguladores “[la] buena academia se erige siempre sobre una plataforma de cooperación y compromiso entre los diferentes actores del sistema”.

Por su parte, Simón Espinosa, el rancio y honorable escritor y editorialista a quien muchos apreciamos por su trabajo intelectual aunque no por su paso por la gestión pública, al expresar su indignación debido a que, según su criterio, el Presidente Correa en su “catilinaria semanal envió al rector a la mierda”-refiriéndose al rector de la Escuela Politécnica del Ecuador-, habla de “barbaridades que unos tecnócratas inflados imponen desde sus escritorios, pues parecería que de la realidad nacional… no conocen o al menos parecen no conocer”.

Son falaces las aseveraciones de Larreátegui porque como rector de la Universidad de las Américas conoce perfectamente que la obligatoriedad de incluir profesores con grado académico de PhD a las universidades y escuelas politécnicas en un porcentaje y tiempo determinado no es decisión de “la exudación de los órganos reguladores” sino disposición de la LOES, y como abogado sabe que cuando se aplica la ley no se comete arbitrariedad o ilegalidad.

Más reprochable aún es aseverar que un PhD no está formado para ser docente o administrador, primero porque existen doctorados en pedagogía, así como formación profesional en docencia, al igual que en administración, por lo que un PhD que quiera ser docente-investigador o rector, perfectamente puede completar su formación profesional y académicamente en tal sentido. Y con respecto a la invocación a la “cooperación y compromiso” entre los diferentes actores del sistema, me temo que, muy probablemente, su aspiración es “llegar a acuerdos”, esto es, hacer “pactos” o lo que equivalía en la historia que se pretende dejar atrás, negociar la aplicación de la LOES.

No se entiende de otra manera que invoque la cooperación y compromiso para evadir los porcentajes del PhD que las universidades y escuelas politécnicas tienen que cubrir en miras a elevar la calidad de la educación superior, o detener la aprobación del reglamento de escalafón y docencia que se encuentra en discusión en el CES.

En cuanto a la reacción de Espinosa frente a lo que denomina la “catilinaria semanal” que mandó “al rector a la mierda”, creo que es a la vez decepcionante y acertada. Decepcionante porque se asienta en la letanía opositora en contra del “dictador”, del “autoritario”, confundiendo autoritarismo con autoridad fuerte o liderazgo fuerte.

La diferencia lo hace que hay autoritarismo cuando hay violación del orden jurídico-político establecido y de los derechos humanos; mientras que estamos frente a un liderazgo fuerte cuando éste está enmarcado y está autorizado por las normas constitucionales y legales vigentes. Y digo que a la vez es acertada porque, sin querer, califica de catilinarias a los discursos de Correa, sabiendo que los 4 discursos de Cicerón conocidos como Catilinarias, lo hizo para frenar el golpe de Estado, las maquinaciones, el complot, la ambición y la pretendida insurrección de Catilina, que aspiraba a ser cónsul de Roma, y que amenazaron con destruir la República romana.

En la primera Catilinaria Cicerón dirá: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?. Como conocemos por la historia, Catilina terminó suicidándose para no someterse al dictamen del Senado y Cicerón se consagró como el salvador de la República, aunque eso hizo que surgiera en contra de Cicerón una gran envidia no solo por su éxito sino también porque era un novus homo, esto es, un ciudadano romano sin linaje ni noble parentesco. Todo parecido con la realidad nacional es pura coincidencia.

Dra. Gina Chávez Vallejo
C.I. 0601529845

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