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El Telégrafo

Cartas al Director

10 de septiembre de 2012

Bajezas en nombre de creencias

Una supuesta “agrupación de DDHH”, Fideh  de Cuenca, en el pasado mezclada en agravios contra monseñor Alberto Luna Tobar, él sí un digno y ejemplar defensor de DDHH, al que esa tal Fideh tilda de “sacerdote con Parkinson”, acaba de opinar públicamente y confirmar su “tesis” en las redes sociales, que el reciente y lamentable asesinato del joven cuencano Juan Antonio Serrano pudo obedecer a “un castigo de Dios, pues todo se paga en esta vida y la justicia divina nunca olvida”.

En mi condición de activista de derechos humanos y defensor de la vida, repudio tan infame opinión de un falso grupo de DDHH, cuyos miembros no dan la cara con sus nombres y apellidos. 

La opinión del llamado Fideh de Cuenca, parapetada en una autojustificación endeble: su “uso de la libertad de expresión”, es una muestra baja y sin sentido de la ceguera a la que puede conducir el resentimiento pequeño y el fanatismo ultra-conservador. Es todo, menos “defensa de los DDHH”. La “reflexión” del Fideh es condenable. Hago público mi repudio a la bárbara “opinión” de los señores del Fideh por sus expresiones seudo-religiosas que develan trastornos de la personalidad.

¿Cómo una agrupación que se dice ser “de DDHH” puede sostener: “¿no podría tratarse quizás de un castigo de Dios a la familia Serrano, pues la justicia divina nunca olvida y todo se paga en esta vida?”. El Fideh dice ser una “agrupación de DDHH de Cuenca”. ¿Cómo puede suscribir esa tesis?

Rechazo todo aquello que responsabilice a Dios, cualquier dios, sea cristiano, musulmán o judío, sea Alá, Yavéh o Cristo, de las infamias cometidas -o pensadas- por los propios hombres, y solo por ellos. No hay designio divino, menos para justificar asesinatos o el dolor humano.

Mario Benedetti escribió un día: “Y lávese la boca cuando diga revolución”. Similarmente señalo que muchos, entre ellos el tal Fideh, deben lavarse la boca antes de denigrar los derechos humanos.

La mezquina reflexión ultramontana del tal FIDEH únicamente ha servido para provocar equivocadas generalizaciones, también llenas de sectarismo y desconocimiento, de quienes han reaccionado citando que los defensores de DDHH solo defienden delincuentes, violadores, asesinos, etc. Es una infame tergiversación, de origen político-policíaco (tal muletilla empezó en 1987 en Ecuador, aunque fue esgrimida por Pinochet como “argumento” de debate, en 1974).
Como activista de los derechos humanos y defensor de la vida, soy el primero en denunciar y oponerme públicamente a esas expresiones medievales que develan trastornos de la personalidad.

Respeto a Juan Antonio Serrano y solidaridad con su familia, especialmente con Pepe, fraterno y antiguo militante del CDES, entidad de DDHH del país.
Alexis Ponce

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