Estimado Señor Presidente:
Creo que el Ecuador y usted tienen algo importantísimo que ofrecer al mundo en cuanto a una nueva perspectiva sobre la crisis que sacude actualmente las economías de Occidente.
En términos globales, esta contribución la dio usted en cinco palabras, “Hacia una nueva política económica,” la última parte de su libro, Ecuador: de Banana Republic a la No República. Como el título lo indica, usted no pretende haber alcanzado su fin; sin embargo, planteó ciertos puntos que yo quisiera desarrollar.
Debo hacer hincapié en el hecho de que no se trata de un tema enteramente teórico, de interés para unos pocos académicos. Está en juego la crisis sobresaliente de nuestra época, que cada día afecta funestamente la vida cotidiana de la vasta mayoría.
La crisis es bien reconocida. Esta tiene tres filos: los pobres se vuelven más pobres, los ricos más ricos, la clase media más pequeña. Esta tendencia me ha intrigado desde los años 70, cuando tomó raíz en los Estados Unidos. Los datos estadísticos oficiales que existen desde hace mucho tiempo son obvios e indiscutibles. (www.census.gov/hhes/www/income/data/historical/families
/index.html).
En el libro usted se refiere directamente al asunto: “La desigualdad en Ecuador tuvo una tendencia creciente, lo cual ocurría también en el resto de Latinoamérica. Para el año 2004 el 20% más pobre de población obtuvo tan solo el 2,4% del ingreso y el 20% más rico se quedó con el 60%, mientras que al inicio de la década de los noventa dichos porcentajes eran del 4,4% y 52% respectivamente. De hecho […] los ya altos niveles de desigualdad estructural tendieron a incrementarse… (p. 65, 66. Véase también p. 80, 81 y 157.) ¿Existen soluciones?
¿Qué se encuentra al fondo de toda economía? Usted dijo en el discurso del 10 de Agosto:
“El colapso de un sistema basado en la codicia no solo es evidente, sino que implica la propia destrucción del ser humano, al haber pretendido elevar el egoísmo como máxima virtud individual y social.”
Se elaboró este tema en el libro: “Precisamente esto es lo que logra el neoliberalismo: exacerbar las pulsiones egoístas y tratar de eliminar las pulsiones sociales, fundamentales para el buen vivir de todos, y esta es la idea clave para entender cuál es la guía de una construcción nueva para América Latina”. (p. 166.) Pulsiones -- valores -- como fundamentos de la economía. Idea clave. Con eso, los economistas desde Adam Smith hasta Karl Marx están de acuerdo.
En cuanto a los valores, una verdadera revolución está esperándonos. Nunca en el pasado ha existido una escasez mundial de necesidades absolutas -- aire, agua, comida -- para el homo sapiens. ¿Esta abundancia de la naturaleza es permanente?
En 2007, las Naciones Unidades en su cuarto Global Environment Outlook (http://www/es.scribd.com/doc/39267690/Global-
Environment-Outlook-Geo-4-2007-Unep-United-Nations-
Environment-Programme) dio a conocer que una nueva época en la historia humana está a punto de nacer. Calificada como “la última llamada de alerta a la comunidad internacional,” Outlook se resumió por Achim Steiner, director ejecutivo: “La población humana ahora es tan grande que las cantidades de recursos necesarios para mantenerla exceden a las cantidades disponibles dados los niveles actuales del consumo.” (Ejemplo concreto: los recursos del agua dulce están disminuyendo rápidamente; en 2024, 1.800’000.000 de personas habitarán países con una escasez absoluta de agua). En unas décadas, concluyó Outlook, nosotros cruzaremos umbrales después de los cuales los daños no serán reparables. (James Kanter, “Planet stretched to breaking point, UN says,” International Herald Tribune, October 26, 2007.)
Enfrentados a este nuevo mundo de escasez, los valores tendrán a fuerza -- no como resultado de discusiones “razonables,” morales o ideológicas -- que cambiar.
Usted se refirió al problema de escasos recursos, y lo que esto implica para países como Ecuador:
“[L]os países de la cuenca amazónica constituyen el pulmón del planeta, sin el cual la vida en la Tierra sencillamente se extinguiría […] por ser el aire puro un bien de libre acceso, dichos países no reciben la justa compensación por el servicio que generan […] La idea de compensar la deforestación evitada es solo parte de un concepto más amplio, que es compensar la contaminación neta evitada. Si se amplían los incentivos de Kyoto hacia dicha contaminación neta evitada, se podría dar un giro revolucionario en los intercambios internacionales, al permitir convertir a muchos países – sobre todo a los que están en vías de desarrollo -- en exportadores de servicios ambientales.” (p. 204, 205.)
Aquí estamos entrando literalmente en un nuevo territorio…
A. Según el pensamiento tradicional, existen 3 sectores de la economía:
1. El sector de la extracción o producción de materias primas. Mineros, pescadores, agricultores, etc.
2. El sector de la transformación de materias primas en productos. Manufactureros, fabricantes de textiles, constructores de edificios.
3. Servicios a consumidores y negocios. Contadores, reporteros, banqueros, abogados, médicos.
Presidente Correa, usted empleó las palabras servicios ambientales, tal como proveer el aire respirable. El uso de la palabra servicios nos hace pensar en el tercer sector. Pero como son bienes(i) de libre acceso, (ii) esenciales para la vida humana, y también (dentro de muy poco) (iii) escasos, parece que estamos hablando de servicios que son CUALITATIVAMENTE muy distintos de los servicios tradicionales.
Otra citación de su libro nos da la posibilidad de considerar los “servicios” ambientales, no como tales, sino como capital:
“El problema nuevamente está en que el enfoque tradicional y la teoría del crecimiento obvian intangibles colectivos fundamentales como el capital social, el capital institucional y el capital cultural de un país [… ] [lo que] es una condición necesaria para el desarrollo, sin la cual los demás capitales no funcionan.” (p. 209, 210.)
¿Servicios o capital? Creo que la falta de precisión no implica un error, pero sirve como testigo de que estamos al borde de algo nuevo, jamás vivido, de lo cual nuestro vocabulario es incapaz de describir y mucho menos de analizar. Ahí entra la nueva política económica, la necesidad a la que usted se refirió.
Primera pregunta: ¿Siempre y cuando estos bienes esenciales para la vida se conviertan en recursos escasos, lo que parece inevitable en este siglo, sería posible que surgiera no otro servicio, sino un nuevo sector económico?
B. Explorando más profundamente este nuevo territorio…
Presidente Correa, usted mencionó el enfoque tradicional. Adam Smith dictaminó en 1776 que la tierra, la labor y el capital son “las tres fuentes originales de todo ingreso y también de todo valor monetario. Todos los otros ingresos últimamente tienen su origen en una de estas tres fuentes.” (“…the three original sources of all revenue as well as of all exchangeable value. All other revenue is ultimately derived from some one or other of these.” The Wealth of Nations, Penguin Books, London, England, 1997, p. 155, 356.)
Segunda pregunta: ¿Correctamente manejado, sería posible que los nuevos servicios/capitales ambientales puedan constituir mucho más que (i) un servicio/capital nuevo o (ii) un nuevo sector económico, sino verdaderamente (iii) toda una nueva fuente original -- la cuarta -- de ingresos?
Que sea un nuevo servicio/capital, un nuevo sector o una nueva fuente, el resultado podría ser una nueva área substancial de creación de riqueza económica, que a su turno podría resolver la crisis que amenaza sumergir el mundo contemporáneo en caos.
Muy atentamente,
Tom Warson, Ph.D