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El Telégrafo
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La obra del fallecido suscita análisis políticos además de sus pronunciamientos

Galeano fue un escritor militante

El obsequio del expresidente Hugo Chávez a su homólogo estadounidense tiene connotaciones históricas. Foto: doc.noticias24
El obsequio del expresidente Hugo Chávez a su homólogo estadounidense tiene connotaciones históricas. Foto: doc.noticias24
15 de abril de 2015 - 00:00 - Juan Manuel Karg, especial para El Telégrafo

Buenos Aires, Argentina.-

Muchas de las notas y artículos relacionados al reciente fallecimiento del escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2014) destacan su extensa obra literaria, fundamentalmente en lo relacionado al libro Las Venas Abiertas de América Latina (Siglo Veintiuno editores, 1971), que sirvió para explicar, siempre de forma muy pedagógica, la expoliación a la que fue sometido nuestro continente durante siglos.

El motivo de este artículo, entonces, tiene una finalidad que conecta con su obra más reconocida internacionalmente: dar cuenta de las últimas ‘aventuras políticas’ de Galeano, siempre en sintonía con una mirada particular de la región y el mundo, que bien supo destacar en dichos, letras y frases, pero también en hechos concretos. Veamos:

Galeano observó las resistencias al neoliberalismo a escala continental y también apoyó, en la última década y media, a aquellas administraciones que configuraron experiencias posneoliberales.

Su simpatía hacia el zapatismo durante los 90, como uno de los movimientos que se opusieron abiertamente a los Tratados de Libre Comercio en la región durante aquellos años, bien puede dar cuenta de un momento de resistencia a lo que vivía América Latina, luego de la tierra arrasada por el neoliberalismo y un supuesto “fin de las ideologías” que el uruguayo discutió con plenitud.

Sin embargo, lejos de una posible perspectiva autonomista, la aparición de un conjunto de gobiernos posneoliberales en la región lo ilusionó: allí están sus diversas reflexiones sobre la Revolución Bolivariana; su apego por la Bolivia de Evo y sus transformaciones económicas y sociales; su recuerdo del expresidente argentino Néstor Kirchner tras su fallecimiento, con la frase: “será un fuego difícil de apagar”; y su reivindicación de la “dignidad y solidaridad” de Cuba.

Hugo Chávez devolvió a Galeano a los primeros planos en 2009, cuando le regaló a Barack Obama Las Venas Abiertas de América Latina, en Trinidad y Tobago.

La imagen volvió a circular en las últimas horas, por las redes sociales: en ella se ve a un jovial Hugo Chávez ofrendándole la legendaria obra de Galeano a Obama, durante la Cumbre de las Américas realizada en 2009, en Puerto España.

No era para menos: se trataba de la primera reunión de este organismo tras la resonante derrota diplomática norteamericana en Mar del Plata 2005.

Meses antes de morir, Eduardo Galeano apoyó el histórico reclamo de una salida al mar para Bolivia.

Fue el 26 de febrero de 2015, cuando, horas antes de una visita oficial a José Mujica, en Montevideo, Evo Morales fue a su casa para compartir un desayuno.

Allí el presidente boliviano, de trato directo con Galeano hasta sus últimos días, le regaló al escritor el denominado Libro del mar (Diremar, 2014), que da cuenta de la usurpación de territorios bolivianos durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), contra Chile.

Luego de ver el libro, Galeano apeló a su capacidad de síntesis histórica: propuso a Morales llamar a esta obra “El libro del Mar Robado”, tras lo cual afirmó que “Bolivia es un ejemplo de dignidad para Latinoamérica”.
Galeano reapareció, en silencio, durante la Cumbre de las Américas de Panamá 2015.

En la última Cumbre de las Américas, Galeano volvió a aparecer en el debate público regional, una vez más, pero en silencio. Lo hizo a través de una firma, con fecha 5 de abril de 2015, contra el decreto ejecutivo de Barack Obama que considera una “amenaza” a Venezuela.

La historia es bien concreta, entonces: una planilla con sus datos se sumó a las más de 11 millones de rúbricas que, desde Venezuela y otras partes de la región, fueron llevadas a Panamá por el gobierno de Nicolás Maduro. Mientras el debate en el país centroamericano se llevaba adelante entre los jefes de Estado, Galeano estaba internado, pero llevaba adelante, posiblemente sin saberlo, su última acción política.

Estos cuatro momentos grafican la intensidad del personaje que se acaba de ir, y que llora a estas horas toda América Latina. Al fin y al cabo, se trata de otro fuego que será difícil de apagar y crecerá conforme las nuevas generaciones encuentren su obra, sus textos, pero también la historia de su praxis política. (O)

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