La falta de educación ciudadana ha hecho que en ciudades como Guayaquil y Quito, especialmente, el distanciamiento social se rompa por la cadena colectiva. Es decir que, cuando actuamos de manera colectiva, nos arrastramos por ese comportamiento que tiene diferentes razones.

En el caso ecuatoriano, los estratos medios estamos cumpliendo a rajatabla el internamiento social, ¿pero qué pasa con los sectores populares en Quito y Guayaquil? El distanciamiento social es muy difícil por varios motivos: uno, que su vida se reproduce cada día en el mercado, en la calle, en la venta ambulante.

En nuestro imaginario tenemos una planificación y un imaginario cultural distinto, nosotros nos reproducimos en términos de salario cada mes, cada 15 días; nos endeudamos, pagamos cada mes las letras...

Hay un problema fuerte de que somos sociedades con un alto porcentaje de sectores populares que viven el día a día; eso está atado a que si estos sectores han estado olvidados de las políticas públicas de integración social. Esos sectores también necesitan ser ciudadanizados. Tenemos que construir ciudadanía.

Otro punto es la dinámica cultural que Guayaquil, como ciudad puerto, tiene en los meses de enero, febrero y marzo, de vacaciones, de intercambio comercial. El virus nos llegó en una época inoportuna.

Además es un tema antropológico el comportamiento en Guayaquil, es decir, somos un colectivo que sentimos que hemos superado cosas bastante duras, entonces se nos hace difícil cuidarnos y ser previsivos.

Desagregando todas esas variables culturales, económicas, de política pública, en el caso de ciudades de países del norte, desarrollados, tienen otras explicaciones que son muy distintas a las nuestras; no son sociedades populares, sino de clase media, alta, con buenos ingresos y eso ha generado otro tipo de comportamiento de parte de ellos.

Si para nosotros existe un déficit de confianza frente a la norma y las instituciones por este problema de ciudadanización, en el caso de ellos, creo que es lo contrario, están extremadamente confiados en la política pública y que las instituciones lo van a resolver todo.

Ahora en Ecuador, y específicamente en Guayaquil, lo positivo del aislamiento social es que vuelve a escena esa tradición ecuatoriana muy fuerte de salir adelante, lo que va acompañado de acciones solidarias y hay un elemento de apoyo común que se ve reflejado en las muestras de ayuda a pesar del distanciamiento social, hay una sociedad conectada con un sentido de solidaridad. (O)  

Javier Gutiérrez, Sociólogo