Análisis
Pero tenemos oposición...
La derecha quiso copar las calles y estas le quedaron anchas. Ni el apoyo de los ex-MPD ayudó. Menos aún el aparato ‘falangista’ de Andrés Páez. Y es que la derecha no sabe de protesta callejera. No es su terreno natural y cuando lo ocupa (como dijo una señora de mucho dinero) lo hace para “ahorrarse un año de sicólogo”.
Si la derecha intenta acciones conspirativas y desestabilizadoras no va a ser precisamente en las calles. Ya empezó con sus editorialistas, portales web, canales y radios. Las calles son su mascarada y un modo de lavar la plata recogida por Páez, quien exacerba la rabia de aquellos que sufren por, supuestamente, pagar más impuestos.
El terreno natural de la derecha para conspirar está en el aparato mediático e “intelectual”: ya tienen motes, memes, cachos, injurias y supuestos para los nuevos mandatarios. Simón Pachano no llama a Lenín presidente electo; le dice licenciado, y, en su último artículo, usa las mentiras de Ecuavisa, Plan V y 4pelagatos. No verifica y ni el editor de El Universo revisa sus mentiras para exigir veracidad. Ni qué decir de León Roldós, Farith Simon o Janet Hinostroza. Gracias a sus fobias y malestares ignoran y desprecian a la gente que vota por Moreno y Glas. Son ciegos al designio popular, que no les gusta ni les ha gustado en estos diez años.
Más de una semana después del 2-A ya no hablan de fraude, pero empiezan a construir las matrices ‘conceptuales’ de la oposición. Arrancaron por desdibujar a Moreno, de quien dicen no habla. Claro, ellos no lo escuchan ni lo van a hacer. Se pasan oyendo a Lasso y a Páez. Hablan de un país dividido y desde ahí deslegitimarán los primeros decretos del nuevo gobierno y todo lo demás. Miran a un lado ante las barbaridades de Páez y su aparato fascista incrustado en el seno de CREO y SUMA. Y por último: son incapaces de ser críticos con la oposición (claro son ellos mismos).
Para justificar sus humores democráticos dirán que por lo menos hay oposición para fiscalizar a la supuesta dictadura, en medio de la ‘mayor represión política’ que haya conocido la historia republicana. ¿Cuál oposición? La mediática porque son ellos mismos los ungidos para cumplir esa función porque tampoco creen ni confían en Mae Montaño, como jamás lo hicieron con Galo Lara, Lourdes Tibán o Diego Salgado. Saben de qué materia prima son y hasta dónde llegan sus dotes intelectuales.
Por suerte hay foros y espacios para el análisis de la realidad que no pasan por esos medios ni editorialistas. Y de esos habrá que aprender para entender qué clase de oposición tendremos con Moreno y cuáles serán sus verdaderos alcances. (O)