Análisis
La derecha inaugura su apartheid
En adelante Jaime Nebot ni Mauricio Rodas podrían ir a comer a uno de los restaurantes de lujo a los que suelen acudir porque sus sueldos son ‘plata del pueblo’. Por lo menos así se deduce de lo que habría dicho el matador de toros Guillermo Albán a un periodista ‘correísta’ en un lujoso restaurante capitalino.
¿Ya no hay cómo ir a sus restaurantes, comprar en sus empresas ni entrar a sus clubes, hoteles o centros comerciales? Quienes ejercen un cargo público están prohibidos, los sacan con insultos y a puntapiés, en el peor de los casos. Para eso hacen anuncios en redes sociales y cadenas de WhatsApp.
El caso más violento fue el ocurrido en el restaurante La Casa de Damián: el matador de toros Guillermo Albán habría ofendido al periodista chileno Patricio Mery Bell al decirle que va a comer con la plata del pueblo y que es un “mantenido de Correa” y “esclavo del maldito lisiado”. Lo cual provocó la reacción de Mery Bell lo que produjo un cruce de palabras y puñetes.
Eso tiene un nombre: apartheid político, segregación, exclusión y discriminación. Es un modo violento de actuar por parte de quienes se creen de una raza moral superior. Son varios casos de este tipo y ahora adquieren otras connotaciones que solo reflejan lo que en el fondo son y han sido las élites económicas del país.
¿Y la plata de ellos de dónde sale? ¿Nunca han contratado con el Estado y de él no han recibido nada? ¿Charlie Pareja se hizo rico de su peculio? ¿Si un medio de comunicación privado recibe publicidad pública renunciaría a ella porque es ‘plata sucia’? ¿La sucretización y el salvataje bancario no fue plata pública para salvar a empresarios y bancos privados? ¿Ahí no era plata sucia y no ‘choleaban’ al Estado y a sus funcionarios?
De verdad que a las élites económicas les hace falta un baño de humildad y sinceramiento histórico. Deberían leer ese fabuloso trabajo de Manuel Espinosa Apolo: El cholerío y la gente decente. Ahí se explica el origen de ese deseo de ‘blanqueamiento’ social en Ecuador.
Leerlo tras los ‘incidentes’ en restaurantes y otros sitios por parte de los ‘blanquitos’ y de los que ahora se blanquean desde la derecha (como la indígena Lourdes Tibán y la afro Mae Montaño) no solo que sugiere un amplio debate sino que hay un tema de fondo: esa derecha ha creado un apartheid político desde un violento modo de entender la política: comprarlo todo, medirlo por el precio, incluida la Presidencia de la República y Asamblea.
Solo falta mirar sellos y marcas en restaurantes (¿con las siglas CREO-SUMA-PK-PSC-UP-DFP-ID?) como hacían los nazis o los racistas en Sudáfrica para saber quién pasa y a quién botan a puntapiés. (O)