No cabe duda que un banquero puede más que los principios, parafraseando a una canción. Y para prueba de ello están canales como Teleamazonas, Ecuavisa o diarios como La Hora o periodistas como Gonzalo Rosero o Daniel Solórzano.

Todos ellos trabajan para Guillermo Lasso, sin ninguna vergüenza. Pero ellos quizá tienen por delante un negocio y hasta un proyecto en común: acabar con la Ley de Comunicación, a costa de lo que sea.

¿Pero qué tienen en común Paco Moncayo, Jaime Nebot y Abdalá Bucaram (hijo) con Lasso y Andrés Páez?

Moncayo con Páez tienen menos en común que aguacero en desierto. Pero como dice el refrán: en política hasta se cuece el granizo. El “sepulturero” de la ID ha dicho de todo de sus excoidearios, pero no importa: las cúpulas del partido naranja no miran hacia atrás, prefieren ver hacia adelante aun cuando dejen en “libertad” a su militancia, volviendo al típico comodín socialdemócrata.

Dalo Bucaram con Lasso al parecer tienen algo en común: los Isaías. Varias pistas indican que por ahí está su “cordón umbilical” para esta segunda vuelta. ¿O fue parte del arreglo bajarle votos a Lenín para luego endosar los de Dalo a Lasso? Bajo ese esquema se entiende que haya empezado una campaña sensata, de diálogo, de cordura, para al final orquestar el peor fiasco para lo que queda del roldosismo.

¿Y Nebot qué tiene ahora con Lasso después de todo lo que dijo del banquero, del modo que se han tratado en privado antes sus amigos en común? Si la candidata socialcristiana dijo que Lasso era el candidato del desempleo, por qué Nebot ahora lo apoya y señala que hará todo para vencer al socialismo. ¿Y el empleo?

La única explicación es el alineamiento orgánico de las derechas, como ocurre con los canales y periódicos comerciales. No habrá indisciplina, mucho menos con el capital, con un banco y con unos financistas que han aportado con sus fortunas por recuperar el poder político. (O)