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El Telégrafo
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Análisis

La parábola bíblica de David contra Goliat desentona cuando se disputa el poder político

La parábola bíblica de David contra Goliat desentona cuando se disputa el poder político
12 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Política

Se dice que uno no solo debe ‘ser’ sino ‘parecer’. En la lid electoral -donde cada dato es una suspicacia- esto es una máxima. Ayer, el candidato más joven de la papeleta, en entrevista con Ecuavisa, se quejó de que no tiene el aparataje estatal, ni los millones ni el apoyo de un municipio o un manojo de movimientos, y que su padre no fue Presidente. “Muchos somos David y pocos los Goliat”, remarcó Iván Espinel, quien terciará por la lista 5.

¿Puede un Goliat disfrazarse de David? Sí, en política todo es posible, so pena de hacer el ridículo. Ningún candidato -ni un aspirante a líder barrial- podría dedicar esfuerzo y recursos sin una estructura que lo respalde.

Apelar a la orfandad económica y política es una estrategia lastimera que no aporta al debate. Afianzar la imagen tomando distancia de 7 contendores no es suficiente.

El país pide definiciones, no parábolas. Si alguien promete 800.000 o un millón de empleos, ¿quién responde si esos trabajadores percibirán el salario básico, tendrán seguridad social y estabilidad laboral? O si salta la muletilla de reducir el gasto público, ¿qué implicará para los pacientes de hospitales públicos, los solicitantes de créditos hipotecarios y universitarios que apliquen a becas en el exterior? Quien ofrece respetar las libertades, ¿garantizará las mínimas condiciones económicas y jurídicas requeridas para ejercerlas sin afectar los derechos de 16 millones de ecuatorianos? Corren los días y, si se mantiene ese tipo de estrategia, todos saldrán perdiendo. (O)

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