Análisis
La campaña sucia de los ‘lassistas’
A los reportajes de investigación les llaman campaña sucia. A las preguntas sin responder acoso mediático. Y a las denuncias de evasión fiscal, lavado de activos, enriquecimiento no justificado y fraude tributario persecución.
¿En qué quedamos? ¿Si lo hace Mil Hojas, Focus, Plan V, La República, Ecuadorenvivo.com o Capaya es periodismo? ¿Usar un chisme de La estrella de Panamá como fuente es investigar? ¿Hacer el ridículo como Gonzalo Rosero frente a Rosana Alvarado o Janeth Hinostroza frente a María Fernanda Espinosa es declararse independientes? ¿O leer las entrevistas de Expreso a Francisco Swett o los publirreportajes dominicales de El Universo con Guillermo Lasso es periodismo profesional? ¿En qué quedamos cuando se amordazan porque su mayor financista llega a la segunda vuelta y observamos con pena a un Alfredo Pinoargote defendiéndolo como líder de su club de fans?
La campaña y guerra sucia desatada desde hace más de diez años la protagonizan muchos de los antes mencionados y una tropa de bien alineados periodistas y publicistas, además de unos muy oscuros personajes que trabajan desde aquí pero con sus “hosting” en Panamá y en “paraísos virtuales”.
Guillermo Lasso no solo amenaza con enjuiciar a todos los periodistas y directivos de los medios públicos, sino que además confunde el mensaje con el mensajero, la realidad con sus fobias, los hechos con los adjetivos, tal como lo hizo con Cynthia García, a quien hasta ahora no la recibe para una entrevista.
Página 12 revela documentos y datos donde habría más de un delito y los de la campaña sucia de estos años se callan. Más pruebas de que Andrés Páez tuvo transferencias desde oficinas y cuentas de un condenado de la justicia estadounidense.
El conjunto de actores políticos, entre ellos muchos periodistas, son el aparato de la campaña sucia para favorecer a un solo candidato. Ahí hay pruebas de más de 100 mil cuentas falsas en las redes sociales administradas por un supuesto periodista y ex dirigente sindical petrolero.
¿Todo ello -que aquí queda corto enumerar- no constituye la prueba de que el aparato de campaña sucia (bien financiado) ha sido incapaz de trastocar la voluntad popular? (O)