Era previsible: las directas -e indirectas- entre los presidenciables nutren el espectro. Unos suben el tono de voz, otros no aflojan el micrófono y hay quienes se despeinan para la foto. A todo esto, cada 15 días se agrega un ‘anabólico electoral’ que alborota el paisaje: las encuestas.

El 21 de enero, Blasco Peñaherrera Jr., jefe de Market, sacó de la manga las cifras calientes de su encuestadora: ubicó a Cynthia Viteri en segundo lugar, encunetando a Guillermo Lasso (17,98% frente a 16,57%). Vaticinó que habrá segunda vuelta, al endosar a Lenín Moreno 28,1% de votos. Ahí se prendió la alarma en el ‘cuarto de guerra’ de CREO. Y brotó una lava de mensajes en Twitter minimizando los números de Blasco Jr., acusándolo -incluso- de trabajar para el PSC. Total, una mancha más al tigre...

La respuesta no quedó ahí. La tarde del lunes 23 apareció la última encuesta de Cedatos con Guillermo Lasso en segundo lugar (22,9%) con 11 puntos arriba de Viteri. En las redes sociales se acusó a Polibio Córdova, director de Cedatos, por remar a favor de la candidatura del candidato-banquero. Total, una mancha más al tigre...

Unos dirán: las encuestadoras son presa del vértigo; el lector agudo sabe que no hay dato inocente. La diferencia abismal entre las encuestadoras refleja que el 19-F es vital para su negocio, venido a menos en materia de credibilidad. De hecho, a nivel mundial les pasa lo mismo, cuando se fueron a pique por sus yerros sobre el Brexit, el plebiscito en Colombia y hasta las elecciones en EE.UU. (O)