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El Telégrafo
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Antes del golpe, los empresarios estaban furiosos con la dictadura

Antes del golpe, los empresarios estaban furiosos con la dictadura
28 de mayo de 2013 - 00:00

Cuando Julio Prado Vallejo informaba a EE.UU. sobre un golpe de Estado contra el gobierno de Guillermo Rodríguez Lara, éste ya estaba enfrentado abiertamente contra el régimen.

La oposición la hacía desde su trinchera: la columna que mantenía en diario El Tiempo. Ese periódico, que se editaba en Quito, era propiedad de Antonio Granda Centeno, calificado por la embajada como uno de los empresarios más poderosos y antagonistas de los militares.

Granda Centeno usaba sus dos medios: El Tiempo y Teleamazonas para desprestigiar al Gobierno. En ese contexto escribía Prado Vallejo.

En abril de 1975, mientras recogía dinero entre los empresarios guayaquileños para que Galo Latorre propiciara la asonada,  el articulista acusó de despilfarro al gobierno.

En esa época, Estados Unidos conocía su primera derrota militar en Vietnam y CamboyaEscribió sobre el supuesto lujo del viaje hecho por Rodríguez Lara a Argelia, Rumania y Venezuela semanas atrás. Eso enfureció al régimen que publicó las cuentas del periplo (se gastaron 6 millones de sucres) y emitió una orden de arresto contra el columnista.

Ese mismo mes, Rodríguez Lara y su ministro de Gobierno, Alfredo Poveda, viajaron a Riobamba, Guayaquil, Tulcán, Machala y Cuenca para advertir a la población sobre intentos desestabilizadores.

El golpe finalmente ocurre el 1 de septiembre de 1975, cuando el entonces jefe del Comando Conjunto, Raúl González, intenta, sin éxito, tomarse Carondelet.

El gobierno llega a esa fecha ya enfrentado con el empresariado guayaquileño debido a la imposición de aranceles a una serie de bienes.

Eso desata la protesta de León Febres-Cordero, entonces presidente de la Cámara de Industrias del puerto principal. El gremio y otros más advierten sobre el encarecimiento de la vida, critican la gestión económica y exigen rectificaciones. Esa postura es secundada por la prensa.

El gobierno se justifica en que solo quiere evitar el despilfarro de divisas. En agosto, Quito recibe al presidente colombiano, Alfonso López, pero eso no desactivó el golpe.

Como anécdota, durante esos meses, Estados Unidos pierde la península de Indochina, debido a que Camboya y Vietnam caen en manos de los comunistas.

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