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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Obra Platero y yo cumple cien años

Cien años, ese es el tiempo que ha pasado desde que el poeta Juan Ramón Jiménez regaló al mundo una de sus obras más populares, Platero y yo. Y es que esta historia –que cuenta la vida y muerte de un burro plateado al que su dueño ama con locura- ha conseguido enternecer a una buena parte del mundo. No en vano es es el tercer libro más traducido a diferentes idiomas después de la Biblia y El Quijote.

La historia de este obra maestra de la literatura se inició -según el poeta de Moguer- en 1906, año en que comenzó a dar forma a la que sería uno de sus textos más conocidos en el mundo y más leídos por el público infantil.

Sin embargo, y a pesar de que en la actualidad suele estudiarse en todos los colegios de España, Platero y yo fue una novela dirigida a los adultos. ¿La razón? Cuenta con varios capítulos en los que es palpable una cierta crítica social
.
Así lo afirmaba el propio autor -Premio Nobel de Literatura- en 1956: "Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren", señaló.. Quizás ahí reside la clave de su éxito entre el público infantil y juvenil, puesto que, como decía Eugenio DOrs, "los niños adorarán Platero y yo porque no ha sido escrito con premeditación para ellos".

Sin embargo, la historia nos dice que la primera edición de este libro que fue publicada en 1914 por La Lectura (la que hoy recuerda el Doodle de Google) se encontraba ubicada dentro de una conocida colección de literatura infantil. Además, en aquellos años no contaba con los 138 capítulos que tendría la versión definitiva, sino con una selección de 66 escogida especialmente para los más pequeños de la casa.

El propio Jiménez escribió la siguiente advertencia por entonces: "Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma".

Pese a su éxito, Juan Ramón Jiménez no estuvo del todo contento con el célebre texto. Según los textos que guarda la Fundación Zenobia —llamada así en honor a su esposa, la también escritora Zenobia Camprubí Aymar—, al "andaluz universal" le disgustó la primera edición, de 63 capítulos, por que a su juicio "estaba descuidada". Según reconoció más adelante, ninguna de las páginas de Platero le llevaron más de diez minutos. El poeta también renegó de las ilustraciones que acompañaban su texto.

De acuerdo con la Fundación Zenobia, J.R. intentó a lo largo de su vida, cambiar Platero en sus muchos apuntes. Así, el escritor lo llamó Platero revivido, Platero residente, Platero (sin yo), Otra vida de Platero, al final se decide por Primer Platero, Platero Mayor, Último Platero. El escritor justificó los cambios para hacer más sencilla su obra, mejorar la precisión de sus expresiones y actualizar su sistema ortográfico propio.

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