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El Telégrafo
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Lapidaciones, la nueva crítica social de Patricio Barberán

Lapidaciones, la nueva crítica social de Patricio Barberán
10 de octubre de 2014 - 13:48

Cuando escuchamos la palabra Lapidaciones de inmediato a nuestra mente viene aquel pasaje bíblico en el que Jesús salvó a una mujer juzgada por cometer actos impuros.

Dos mil años después, esta práctica cuestionable aún perdura en países de Oriente y causa conmoción alrededor del mundo. Estos actos de violencia inclusive han sido reprochados por organismos internacionales y gobiernos.

Sin embargo, para el artista Patricio Barberán las lapidaciones no solamente son físicas y exclusivas de sociedades orientales, sino que también se dan en Ecuador y no se necesitan piedras para lapidar a una mujer sino palabras.

Es por eso que se motivó a participar del Festival de Artes y al Aire Libre (FAAL) con la obra Lapidaciones, una escultura que muestra a una mujer abatida por los “golpes de la sociedad”.

"Mi obra es una mujer madura que no pudo contra la sociedad y se entregó por completo. Se encuentra abatida, cansada y sin fuerzas para seguir. Tal vez resignada a seguir aguantando. Es una mujer que ya hizo de todo para hacer respetar su espacio pero que no ha podido ganar y está lastimada con tantas lapidaciones", explica el artista, quien meses atrás mostró sus esculturas en la muestra colectiva Transmutaciones.

La escultura de Barberán fue elaborada en cemento sobre una plataforma de madera de 1.50 x 1.50 cm. Tiene 25 centímetros de altura y para darle forma necesitó piedras como basalto, chispa, mármol blanco y piedra de río.

“Estas lapidaciones son las diferentes flagelaciones que ha recibido en su vida. Las flagelaciones nos las dan nuestros amigos, en el hogar, en el barrio, en el colegio, en la universidad y en el trabajo a lo largo de nuestras vidas. Eso nos va dejando huellas que no sanan aunque recibamos una disculpa. Aquí no se mata a piedra pero sí con palabras”, acota.

Patricio Barberán invita a la reflexión adentrándose en la religiosidad sin necesidad de utilizar simbolismos ni objetos religiosos más que un mensaje interno que sugiere que el que “esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Esto claramente identificado con las piedras de río pintadas con mineral rojo que junto a la escultura reposan a esperan del primero que se atreva a arrojarla.

“Lo que busco es que la gente reflexione sobre nuestros sentimientos y sobre nuestras acciones. A que pensemos que si mañana hacemos algo podemos lastimar a alguien y dejarle huellas tan profundas que no se pueden sanar”.

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