Jorge Velarde llevó sus óleos a las esculturas
El artista guayaquileño Jorge Velarde se sumó a la campaña Lazos, que tiene como objetivo recaudar fondos en beneficio de personas que padecen de cáncer de mama.
Es por ello que el jueves pasado presentó una parte de sus esculturas en la galería Patricia Meier, ubicada en el Samborondón Business Center, siendo la primera vez que el pintor incursiona en esta técnica artística.
Para este trabajo, el artista reafirmó su estilo propio en cada una de las piezas subrealistas, que lo define como uno de los plásticos más representativos del país.
La mayoría de piezas, que forman parte de la esculturas de Velarde, tienen antecedentes de diferentes telas y ensambles de su autoría, una forma natural que desde siempre ha empleado para destacar sus intereses, reinventando sus propias quimeras para potenciar sus sentidos.
Bajo este concepto aparecen obras como El solitario George (2009) y ahora lo hace con Ruth La acróbata y El hombre elefante, las mismas que sintonizan con otras obras del autor en la que habla de una infancia circense y memorias de una infancia en donde la atracción por lo bizarro fue la materia prima de sus inicios en el mundo del arte.
Esta obra ya se veía venir desde que exhibió ‘The pink painter strikes again’ en donde presentó una escultura que representaba la cabeza degollada sobre una paleta, como si se tratase la cabeza de Juan el Bautista sobre la bandeja de plata para Salomé. Esta obra fue bastante comentada, más aún cuando el artista reveló que era su autorretrato.
Otra de las esculturas de la muestra es Love, elaborada con la mezcla de madera, resina y óleo, en donde muestra su amor por el arte y su oficio, pero lo condena con una granada que está sobre la escultura, transmitiendo un mensaje claro en que todo lo que se ama a veces se mata.
Para el crítico de arte, Rodolfo Kronfle, las “citas y apropiaciones de clásicos, como Los amantes de René Magritte y El violín de Ingres de Man Ray, junto a la desacralización futbolera de un Niño Dios en su pose habitual en la obra de Velarde, unen el fervor religioso y la cultura popular, la pulsión erótica y la de la muerte conviven en la mirada del artista”.