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El Telégrafo
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Proveer de agua potable es prioridad en Filipinas

Proveer de agua potable es prioridad en Filipinas
29 de noviembre de 2013 - 00:00

Un video colgado en YouTube por Unicef muestra a menores tomando una ducha afuera de una iglesia. Sonríen, bromean entre ellos y juegan debajo del agua mientras una voluntaria los asea. Son imágenes de Tacloban, Filipinas, los cuatro pequeños son parte de los 5,5 millones de niños afectados por el tifón Haiyan.

“El acceso a agua potable es una de las prioridades más urgentes. Asegurar el líquido a la población previene la transmisión de enfermedades que es una de las mayores preocupaciones”, explica Diana Valcárcel, especialista en comunicación de Unicef, quien fue entrevistada por EL TELÉGRAFO vía correo electrónico.

Unicef, el Gobierno filipino y Usaid  gestionaron para que se restableciera  el suministro de agua potable en  la población de Tacloban, un 80%, una de las zonas filipinas más afectadas. “Esto fue un logro muy importante y de máxima urgencia. Pero hay muchos frentes abiertos y queda mucho por hacer”, agrega Valcárcel.

Entre la lista de tareas en Filipinas se encuentra garantizar la seguridad de los niños,en especial de  los más pequeños.

1,6 millones de damnificados tienen menos de cinco años. Entre estos niños afectados hay 1,8 millones que se encuentran desplazados. Pequeños que han perdido sus hogares, padres, tíos o hermanos.

“Sobrevivencia no solo significa que nos ocupamos de la salud, la educación y el bienestar sicológico de los niños, sino que nos aseguramos de que se dé la máxima prioridad a su seguridad”, indica otro representante de Unicef en Filipinas, Tomoo Hozumi.

Los menores que se han  quedado sin sus padres son más vulnerables a posible tráfico o explotación.

Escuelas, como la ubicada junto a la base aérea de Villamor (Manila), sirven de refugio y albergue improvisado para evitar que los menores huérfanos sufran abusos. Es posible observar cómo transcurre la vida de los pequeños  a través de los videos que sube Valcárcel al canal oficial de Unicef en YouTube.

Volver a la normalidad

Valcárcel cuenta que al viajar de Taclobán a Guinuan, en 130 kilómetros, todas las zonas o barrios han sido devastados. “No podría decir en cuánto tiempo Filipinas volverá a la normalidad, creo que es un cálculo muy difícil. Solo sé que llevará mucho esfuerzo”, indica la joven de Unicef.

La institución entregó en Taclobán 2.000 kits familiares (que contienen galones de agua, jabón y tabletas de purificación para 10 familias) y 750 kits de higiene. Otros 2.000 insumos están en camino a la ciudad. “He visto que las madres en los centros de evacuación de Tacloban guardan los kits como un tesoro. Me dicen: antes no teníamos nada, ahora tenemos con qué lavar a nuestros hijos”, cuenta Valcárcel.

A más de agua o insumos de higiene, se han distribuido kits de desarrollo educativo, que incluyen lápices, rompecabezas o juegos de memoria, libros, tizas y cuadernos.

Para los niños que han vivido el trauma de perder a sus padres o ver caer sus casas, volver a la normalidad es fundamental, “necesitan tener un espacio para jugar, donde volver a sentirse  niños. Necesitan una rutina que los ayude a crecer y ser felices. Muchos echan de menos el colegio”.

Solo en Tacloban, el 80% de las escuelas ha quedado destrozada. Se estima que los niños volverán parcialmente a la escuela a mediados de enero de 2014. Hasta el momento Unicef  ha enviado suministros de emergencia  por 1’300.000 dólares, pero no será suficiente para aliviar la situación de un desastre que dejó más de 5.500 muertes.

La organización ha previsto el uso de 61,5 millones de dólares más para cubrir las necesidades de la población durante 6 meses.

DATOS

Alrededor de 7.000 kits o paquetes de emergencia ha entregado Unicef en tres ciudades de Filipinas. Los insumos contienen galones de agua, jabón y tabletas de purificación del líquido.      

Desde el jueves 28 de noviembre se identifican a los menores con nombres y apellidos, para a través de teléfonos móviles y correos electrónicos iniciar la reunificación con sus familias.  

La tarea de unir a los menores con sus padres no se ha realizado hasta ahora por la falta de electricidad e internet, servicios disponibles en Filipinas  solo  un par de horas a  diario.

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