La brutal golpiza de una mujer y la muerte de una joven madre han ocurrido en los últimos días
La violencia es naturalizada en la sociedad y evidenciada en las redes sociales
El caso de Josselyn León, de 18 años, es la más reciente evidencia de femicidio en Ecuador. Ella fue apuñalada por su pareja, su cuerpo fue abandonado en un terreno.
Y su hijo, apenas de un año de edad, fue encontrado por la Policía gateando junto a su mamá. No es el único incidente registrado en los últimos días en Ecuador.
Una joven en la Zona Rosa de Guayaquil fue vejada, maltratada y soportó cortes en sus muslos y rostro de al menos 4 personas. Aún se investiga el hecho.
¿Más hechos? El viceministro de Salud, David Acurio, fue expulsado a gritos y empujones de un evento de la Federación de Médicos, al que previamente había sido invitado.
El jueves pasado ocurrió un hecho más: 3 jóvenes policías fueron agredidos con varas y palos por manifestantes de una protesta en Quito.
¿Qué tienen en común estos hechos? Su alto grado de violencia y que han ocurrido con apenas una semana de diferencia.
Ante los hechos, hay quienes se preguntan cuáles son los orígenes de tanta violencia. Quizás esté en la familia, un lugar en el que los padres trabajan a diario para que sus hijos puedan educarse, tengan sus necesidades cubiertas y cuenten con acceso a la salud.
A pesar de ello, ¿qué tanto se preocupan por fomentar que sus pequeños crezcan en un ambiente sin violencia?
¿Le suena familiar tratar de evitar que su hijo llore porque es un niño y se supone que los hombres no lloran? ¿Con qué frecuencia rememora haber perdido los estribos y darle a su hijo un par de correazos por haberse portado mal y no permitirle, siquiera, expresar su posición? ¿Le ha inculcado el respeto a las personas, sin discriminación?
“La violencia es un ejercicio de poder donde se anula al otro. Además, suele estar naturalizado”, explica Graciela Ramírez, psicóloga clínica de la Universidad Católica y Magister en Género y Desarrollo.
Asegura que un bebé desde el vientre es capaz de percibir las tensiones de mamá y escucha los tonos disonantes de voz.
“Cuando no son deseados o crecen en el vientre de una madre que sufre violencia, según los estudios longitudinales, los pequeños tienden a ser agresores o víctimas”, expone.
Esto puede agravarse cuando el niño más adelante se enfrenta a otro tipo de violencia estructural y simbólica -muchas veces inculcada por sus padres- que genera patrones de comportamiento discriminatorio, como replicar discursos de supremacía del hombre sobre la mujer.
Graciela reconoce que este tipo de violencia ha existido siempre, pero aclara que estas manifestaciones antes se mantenían en la esfera privada.
“El tema de violencia intrafamiliar ahora se ve de otra manera. La lucha de las mujeres desde el año 96 con la Ley 103 logró que todos ‘los platos sucios que se lavaban en casa’ ahora salgan a lo público”, comenta. La experta además tilda como un logro la tipificación del femicidio en el Código Orgánico Integral Penal.
Precisamente el agresor de Josselyn está siendo acusado de femicidio. La voz de Bretcia Ríos, tía de la joven apuñalada, revela indignación: “Cómo pudo este hombre matar de esa manera tan cruel a mi sobrina frente al hijo, esto no puede quedar en la impunidad. Imagínese qué hubiese pasado con el bebé si no lo rescataban de esas calles oscuras”.
Muy enfática Graciela advierte que en este caso no se trata de un asesinato por robar un celular, sino de un crimen por el hecho de ser mujer.
“En los discursos desde la política también se advierten expresiones violentos. Yo siempre recordaré las palabras de Nebot que restó crédito a la lucha de las mujeres al decir que la próxima vez entonces el asesinato a los gordos se va a llamar gordicidio”.
La violencia está en otros ámbitos
Es más común de lo que uno cree conocer sobre robos que terminan con gente herida; homicidios por condición racial o sexual.
El sociólogo Sebastián Recalde considera que hay una herencia cultural de Occidente para nacer violento. “Desde hace mucho han habido prácticas violentas masivas como las guerras, y más grupales como el machismo o la xenofobia (...) Pienso que los países son hijos de la violencia, el imaginario territorial que te hace defender unos límites que no deberían existir, se construye con métodos violentos. Una de las formas de violencia psicológica es la que usamos para construir nuestra identidad”.
¿Dónde radica el problema? Santiago explica que la violencia tiene múltiples causas y plataformas de réplica.
Responsabiliza de cierta manera a los medios por la forma en la que se tratan los contenidos violentos y la manera en que se vende la noticia.
Otro tema estructural, a su criterio, es que los gobiernos aplauden la violencia cuando sirve para fines que consideran justos.
También hay fallas en la estructura familiar, cuando se infunde una educación limitante y sin respeto a la diversidad.
“Creo que, como país, hemos avanzado mucho. Pero aún falta, podríamos abrir debates sobre democratización, descentralización, participación ciudadana y cuidado al medio ambiente. La falla es que si bien se habla sobre estos temas, no se educa sobre ellos. Seguimos pensando y viviendo desde el consumismo exacerbado, con estrategias cotidianas de exclusión y sin educar sobre el concepto del Buen Vivir”, sostiene. (I)