Con casi 800 millones de personas aún sufriendo de malnutrición, aún restan 2 desafíos en el futuro para acabar con el hambre. José Graziano da Silva, director ejecutivo de la FAO, se los explicó a las autoridades y activistas reunidos en Italia ayer que se recordó un año más del Día Mundial de la Alimentación.

Graziano da Silva indicó que primero se “debe incrementar la disponibilidad de mejores alimentos, en especial más nutritivos”. Segundo, los gobiernos deben “acelerar el cambio de producción y consumo alimenticio a un sistema más sustentable”, es decir promover naciones donde no se desperdicien alimentos mientras otros miles mueren de hambre.

“La buena nutrición es una de las mejores fuentes del crecimiento económico y contribuye a la paz y estabilidad”, añadió el titular de la FAO, cuyo lema este año para conmemorar la soberanía alimenticia fue: “Protección social y agricultura, rompiendo el círculo de la pobreza rural”.

Según Graziano da Silva, los gobiernos de India, Brasil y Etiopía han demostrado que empoderar social y económicamente a los habitantes del campo les ha permitido no solo comprar comida sino también erradicar la subalimentación.

El último informe de la FAO explica que los programas estatales de protección social son eficaces para reducir la pobreza y el hambre. En 2013 estas medidas ayudaron a liberar a unos 150 millones de personas de la extrema pobreza, esto es, a personas que vivían con menos de $1,25 al día.

Cuando los hogares tienen mejor remuneración, esto se traduce en un incremento de más y mejores alimentos en la mesa.

En Ecuador también se recordó la soberanía alimenticia. En la Asamblea, en Quito, se efectuó el foro ‘La alimentación no es un negocio’, a cargo de Juan Carlos Acosta, director ejecutivo de Proalimentos.

Acosta presentó los avances del programa de alimentación escolar, que contribuye a la disminución de la pobreza rural y el hambre. En el país más de 2 millones de niños se benefician de este proyecto. (I)