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El Telégrafo
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Familiares reciben cuerpo de niña que falleció en México

Nohemí Álvarez fue velada en la casa de sus abuelos, en la localidad de El Tambo. Foto: José Luis LLivisaca |  El Telégrafo.
Nohemí Álvarez fue velada en la casa de sus abuelos, en la localidad de El Tambo. Foto: José Luis LLivisaca | El Telégrafo.
14 de abril de 2014 - 00:00

La llegada del cuerpo de Nohemí Álvarez Quillay, de 12 años, quien falleció en un albergue de la ciudad Juárez, en México, reunió el fin de semana a familiares, amigos y vecinos de la menor que acompañaron a sus abuelos maternos, Cipriano Quillay y Jesús Guamán, a una caminata para lo que fue su funeral.

Nohemí, oriunda del sector de El Rosario, del cantón El Tambo, de la provincia del Cañar, habría fallecido, según autoridades mexicanas, al suicidarse en el albergue de tierras mexicanas, luego de haber sido impedida de ingresar de manera ilegal a los Estados Unidos, en donde sus padres la esperaban.

“Es una pena lo que le ha pasado a la niña”, mencionó Luis Zaruma, un vecino de Nohemí, mientras colaboraba en la preparación de la carne de una vaca que los abuelos sacrificaron para alimentar a los solidarios visitantes, acto característico en la zona cuando alguien fallece.

Los abuelos de la menor mantuvieron hermetismo total con la prensa, pues se conoció que la fiscalía local les habría recomendado guardar silencio sobre el viaje de la niña, debido a que podrían entorpecer las investigaciones. Incluso ayer no permitieron el ingreso de cámaras a la sala en la que se velan los restos de Nohemí.

Según el jefe político de El Tambo, Cristóbal Chogllo, desde hace 30 años los habitantes de las comunidades del cantón han sido proclives a la migración. Actualmente en el cantón habitan unas 10.000 personas, de las cuales 60% son de comunidades indígenas. “La mayoría de ellas es víctima del coyoterismo”, aseguró Chogllo.

Nohemí, según sus amigos, se caracterizó por ser una excelente estudiante en la escuela 20 de Agosto, en la que llevó el pabellón nacional. Alrededor de esa institución hay decenas de casas, unas antiguas, elaboradas de adobe, y la mayoría de ladrillo y con terminados de lujo.

Gran parte de los inmuebles nuevos pertenecen a personas que han migrado a EE.UU. “Esto es un círculo: se van los papás y ellos luego se llevan a los hijos”, sostuvo el jefe político de El Tambo.

“La gente viaja a ese país porque no se gana nada en la venta de los productos que tenemos de las tierras. Uno tiene que cargar 30 libras de papas para ir al mercado y allá pagan solo 4 dólares por todo y eso no alcanza para los hijos que mantenemos”, indicó Zaruma, de 50 años, quien admite que la situación lo ha llevado a pensar también en emigrar.

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