Una exposición visibiliza la historia de pueblos indígenas de la Amazonía
El contacto, la expansión petrolera, las transformaciones culturales, la defensa del territorio, la cotidianidad, la lucha y sus sueños son realidades de los pueblos indígenas de la Amazonía, visibles en una muestra que es parte de Contaminados, exposición que se presenta en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), en Guayaquil.
La exhibición rescata la mirada interna e intercultural de tres mujeres: las indígenas amazónicas Manuela Ima (nacionalidad waorani) y Romelia Papue (kichwa-shuar), y de Carolina Zambrano, una cowori (como les llaman los waoranis a quienes no son indígenas y proceden del lado occidental del Ecuador) del cantón Buena Fe, provincia de Los Ríos.
“Ellas utilizan las fotografías como un medio para el apoyo de las comunidades indígenas en la Amazonía, que están afectadas por la explotación petrolera que los dejó sin agricultura. Los productos crecen o nacen dañados”, afirma Marco Alvarado, responsable de la dirección artística de Contaminados.
Romelia agrega que la intención, también, es “visibilizar la lucha de los waoranis por mantener su espacio, donde también habitan los Tagaeri-Taromenani, pueblos en aislamiento voluntario”.
El proyecto, llamado Mujeres Mirando (Onkiyenani Aranipa), surge de una exposición que las tres fotógrafas hicieron en febrero pasado en Puyo (Pastaza), por iniciativa de Manuela, líder waorani.
Recopilan sus vivencias en ese territorio, a través de imágenes, objetos, tejidos y relatos de ese pueblo que fue el último contactado y cuya población de 2.204 habitantes se ubica entre Pastaza, Napo y Orellana, comenta la cowori Carolina.
Entre las gráficas aparece Dayuma Kaento (1930-2014), la primera waorani que huyó de su tribu para contactarse con el mundo moderno y que fue un puente para llegar a otros de su etnia.
“La muestra destaca fotografías de distintos años (curaduría de Marco Alvarado y Matilde Ampuero), objetos de Manuela y unas fotos tejidas a mano con fibra de palmera de chambira que hicimos las tres hace dos meses. Tejer es como otro modo de ver, de reconstruir, de soñar y seguir”, expresa Carolina.
La especie la producen en armonía con el ambiente y responsabilidad con la comunidad. La labor ayuda a la economía de las familias y protege el bosque.
La historia de esta nacionalidad se entrelaza con la de los taromenanis, pueblo aislado voluntariamente para el que Marco y Manuela piden donar ollas en las que su gente pueda cocinar sus alimentos y evitar un posible ataque ya que son engañados por mestizos que les piden lanzas y otros objetos, a cambio de los recipientes, comenta el artista visual. “Pueden traerlas a la exposición”.
En la muestra también está el libro Una tragedia ocultada que inicialmente fue prohibido en el país y que narra la matanza de taromenanis y el secuestro de dos niñas (2013), por parte de waoranis. También hay un collar taromenani-wiñatare, tribus que son familia de los waorani y se mueven en el mismo territorio, detalla Manuela.
“Los no contactados representan la resistencia de un pueblo que lucha por vivir en una selva libre de explotación petrolera y la colonización. (...) Este collar me recuerda que ellos existen, se movilizan y luchan... y me motivan para luchar junto a ellos y decir que se respete su espacio, el Yasuní”. (I) et