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A nivel nacional existen 955 emprendimientos que obtuvieron créditos de la bnf

Emprendedores con discapacidad mostraron sus proyectos y negocios

Vestido con su traje de chef, José Caicedo, quien tiene una discapacidad auditiva, vende helados de paila. Foto: Alfredo Piedrahita / El Telégrafo
Vestido con su traje de chef, José Caicedo, quien tiene una discapacidad auditiva, vende helados de paila. Foto: Alfredo Piedrahita / El Telégrafo
03 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Para José Caicedo, atrás quedó la época en la que demolía piedras, aguantaba frío para ganarse la vida en una zona de la Amazonía. Su desempeño en ese campo le provocó con el tiempo la pérdida del sentido auditivo. También le trajo un problema de cáncer a la garganta. “No tenía el equipo para protegerse”, relata su esposa, que lo ayuda en sus entrevistas.

Hoy su vida es diferente. Con su esposa Martha Pérez emprendieron el negocio de helados de paila de diferentes sabores: mora, taxo, frutilla y otros.

La pareja, originaria de Ambato, emigró a Guayaquil por complicaciones de salud de José, quien tiene una discapacidad auditiva del 57% en su lado izquierdo. “Tuvimos que vender todo lo que teníamos, quedamos sin nada. Aquí la Setedis (Secretaría Técnica para la Gestión Inclusiva en Discapacidades) nos acogió y nos ayudó para aplicar a un préstamo con el Banco de Fomento (BNF)”.

Su emprendimiento fue expuesto en una reciente feria que se desarrolló en la Escuela Politécnica Superior del Litoral (Espol) de Guayaquil. Otra historia similar fue la de Fernando Velasco, quien es oriundo de Latacunga. Él empezó a tener problemas visuales luego de sufrir un accidente en el trabajo cuando era electricista.

Cuenta que la discapacidad visual lo llevó a perder su negocio como mayorista de flores, su familia e incluso cayó en depresión. Hace 2 meses montó su propia florería en La Alborada (Guayaquil), luego de que le concedieran también un préstamo. “Siempre he sido un hombre de trabajo, creo que cuando hay ganas, ni la discapacidad te puede detener”.

Estas historias son parte del proyecto de Inclusión Productiva y Laboral que promueve la Setedis desde 2013 a nivel nacional.

César Vargas, técnico de Inclusión Productiva, explica que el programa consiste en el asesoramiento y acompañamiento a los emprendedores con discapacidad o sus familias, en el desarrollo de proyectos productivos. Se les enseña cómo preparar un plan de negocio, estudios de mercado, confirmación de viabilidad financiera, diseño de marca empresarial con la asesoría de profesionales.

Manabí, Pichincha y Guayas se ubican como las provincias con mayor número de emprendimientos inclusivos. La primera con 138 y con una inversión de $ 1’035.819,64; la segunda con 95 y $ 736.741,81 y la última con 87 y $ 635.287,49.

Vargas agrega que solo en Guayas existen 32 proyectos implementados, los que se encuentran alineados a los sectores productivos de la Senplades. Hasta agosto han sido capacitados 246 emprendedores en: microfinanzas, administración de pequeños negocios, atención al cliente, contabilidad básica, marketing y ventas.

Otro emprendimiento que nació tras una discapacidad fue el de Jenny Rodríguez, quien apostó por un negocio de comidas criollas. El negocio le ha permitido ayudar en la medicación de su hijo que sufre esquizofrenia.

“Antes me dedicaba a vender gelatinas, chuzos, colas, pero no me alcanzaba lo que ganaba para el tratamiento de mi hijo”.

En la actualidad sus ingresos superan los $ 180 al mes. “Me han servido mucho las capacitaciones de la Setedis. No podía tener un local así que en la parte externa de la casa puse mi comedor”.

Ramona García, quien es nacida en Chone y tiene una discapacidad auditiva en ambos oídos de origen hereditario, apostó por la venta de productos de su tierra.

“Estoy muy agradecida por toda la ayuda que he recibido. No solo me facilitaron los audífonos para que volviera a escuchar, sino que también me permitieron ponerme este negocio con el que mantengo a mis hijas”, asegura.

David Cuero, de 28 años, es otro joven emprendedor. Hace 2 años le detectaron insuficiencia renal terminal y desde entonces su vida dio un giro. Debido a su condición, cuenta, hay días en los que su brazo derecho no tiene fuerza.

David aspira a que antes de que termine el año pueda abrir su local de jugos de coco con ayuda del préstamo. De momento continuará de forma ambulante con la venta de cocadas para mantener a su familia. Estas personas muestran cómo los emprendimientos productivos son una estrategia para superar la pobreza en la población con capacidades especiales. (I)

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