El estado invierte cerca de $ 18 millones en el programa
Bachillerato Internacional contempla un test único
No se consideran genios, aunque reconocen que muchos los tildan de ‘nerds’. Son jóvenes que apostaron por una enseñanza diferente en la secundaria y optaron por el Bachillerato Internacional (BI) dentro de un colegio público. “No es fácil ingresar al programa, porque hay muchos requisitos que cumplir, como un alto promedio académico”, comenta Irma Muñoz, coordinadora del BI en el colegio Manuela Cañizares de Quito.
Esta institución oferta el programa del diploma internacional desde hace 6 años. En la primera promoción participaron 14 alumnos y se incrementó en los años siguientes, pero nunca supera los 25 estudiantes, la cantidad máxima aconsejada por el Ministerio de Educación. El programa de 2 años de duración representa un costo adicional para el Estado.
De eso son conscientes los 18 alumnos que al momento cursan el tercero de bachillerato y que alistan sus monografías para los exámenes finales de mayo de 2015. En ese mes cumplirán la única evaluación internacional que contempla el programa. “Los cuestionarios llegan del exterior en sobre cerrado y luego de que los estudiantes los llenan, se envían a los distintos países para su calificación”, comenta por su parte la docente Isabel Cadena.
En cada materia deben completar un mínimo de 12 puntos y al final con ensayos y trabajos alcanzar las 24 unidades para obtener el diploma que los acredite internacionalmente. Si no reúnen el puntaje, no hay la posibilidad de repetir el examen, ni de mejorar la calificación. Pero si el rendimiento fue bueno, obtienen el certificado de haber cursado el BI.
Eso logró Dayana Callejas, exestudiante del colegio Manuela Cañizares, quien cuenta que el programa es muy exigente y por momentos hasta estresante.
“A mí me costó hasta lágrimas porque eran muchos trabajos, ensayos y deberes. Para cumplirlos debía quedarme hasta la madrugada e incluso pensé en abandonarlos, pero hoy veo que todo valió la pena. Estoy en la universidad y lo que para mis compañeros es complicado, para mí no lo es. Me adapté sin problema y hoy son los compañeros los que hasta quieren pagar porque se les ayude en las tareas”.
Ella está próxima a estudiar diseño gráfico en una universidad de Estados Unidos. Obtuvo una beca de la Senescyt y por su buen nivel de inglés, algo que también se cultiva en el BI, no tiene inconvenientes.
Lo único que le dejó inquieta es conocer cuáles fueron sus equivocaciones en los exámenes. “Siempre conoces las calificaciones, pero no los errores que cometiste y aunque es frustrante no obtener el diploma, creo que la experiencia es muy buena. Yo como persona me siento muy segura en todo aspecto”.
En esencia los estudiantes del BI tienen prácticamente las mismas asignaturas que sus compañeros del Bachillerato General Unificado (BGU), lo que les diferencia es la cantidad de alumnos por aula, los libros que utilizan en cada materia y las constantes investigaciones y ensayos para profundizar los conocimientos de la clase ya que deben estar a la par de la exigencia internacional y del mundo. Además desarrollan un extenso programa de acercamiento y ayuda a la colectividad, que incluye el traspaso de conocimientos a los más vulnerables a través del CAS (Creatividad, Acción y Servicio).
“Creo que somos más críticos y organizados en todo lo que desarrollamos, porque si no sabes administrar el tiempo nunca vas a terminar y aunque es verdad que prácticamente no tenemos vida social, vemos que el esfuerzo vale la pena”, señala Ariana Ledesma, estudiante del tercer año de bachillerato.
Los alumnos reciben asignaturas como biología, historia y literatura, consideradas del nivel superior y otras de nivel intermedio como matemática, física e inglés. También deben cumplir con aquellas del BGU, como educación para la ciudadanía, emprendimiento, química y cultura física. “Las materias de nivel superior se enseñan como si fuese el pre-universitario. Por eso nuestros estudiantes van bien preparados para esa nueva etapa de sus vidas”, reitera la docente Cadena.
Los docentes que guían en el BI también lo hacen en el BGU, pero dicen que con los primeros tienen mayor facilidad de interacción por el reducido número de estudiantes, que no llegan ni a 20, mientras en la otra modalidad pasan de los 45. “El perfil de los alumnos del BI en inglés es que hablen y escriban en una forma básica e intermedia el idioma. En el BGU también queremos eso, pero al no haber un examen final no se puede conocer ese detalle”, indica la docente de inglés Magaly Díaz.
Actualmente 82 instituciones educativas públicas ofertan el BI y el Estado invierte cerca de $ 18 millones anuales en el programa.