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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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¿Por qué Cuenca, Ambato y Quito se llaman así?

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Cuenca, un nombre que llegó desde España, acompañado del término morlaquía

Por Rodrigo Matute Torres

Todos saben lo que Cuenca representa en el aspecto económico, cultural y hasta en lo deportivo, pero no todos saben que el nombre de esta icónica ciudad provino de España. Su fundación fue ordenada a Gil Ramírez Dávalos por Andrés Hurtado de Mendoza, que en ese tiempo era regidor de esta comarca.

Según el historiador Juan Martínez, miembro de la Cátedra de Historia de la Universidad de Cuenca, hay que tener presente el proceso de colonización española en nuestro medio, Cuenca no fue la única ciudad que adoptó un nombre español, pues —según dice Martínez— hay muchas ciudades de Sudamérica que llevan nombres de localidades españolas, lo que también ha sucedido con colonias de ingléses y holandeses.

En el caso de ‘Santa Ana de los Ríos’, así también conocida esta ciudad, en 1557, el virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, ordena a Gil Ramírez Dávalos que funde una ciudad en el territorio ecuatoriano que lleve el nombre de Cuenca, ya que “Hurtado de Mendoza, era Guarda Mayor de la Cuenca de España en ese entonces”.

Para el historiador, esta ciudad también pudo haber adquirido un nombre nuestro, sea este Guapongelig o Tomebamba, nombres propios, pero allí hubo la “influencia” española para que esta ciudad lleve el nombre que actualmente tiene.

La palabra cuenca tiene diferentes acepciones: por un lado es una cavidad y por otro es un cauce, que en el Austro, por la hidrografía empata perfectamente.

Andrés Hurtado de Mendoza, luego de ordenar la fundación de la ciudad con el nombre de la villa en la que él había nacido, destinó recursos para que esta urbe se vaya desarrollando y los primeros habitantes puedan  comprar animales o construir sus viviendas.

El nombre de la ciudad no llegó solo, sus fundadores erigieron un escudo de armas que hasta la actualidad no ha sido reemplazado, aunque las autoridades, durante todo este tiempo, hayan cambiado constantemente los lemas de la ciudad. El escudo dice: “Primero Dios y después vos”.

Cuenca creció vertiginosamente, sus apelativos no se han perdido, su nombre hoy trasciende en varias partes del mundo. Foto: Fernando Machado / El Telégrafo

Para el historiador Martínez, este ha sido malinterpretado, puesto que no se trata de un eslogan que pone primero a Dios y en un segundo plano a la gente, sino que significa “Primero Dios y después la Virgen”.

Este tema también es corroborado por el escritor y actual Cronista de  la Ciudad, Eliécer Cárdenas, quién indica que varias poblaciones fueron bautizadas con nombres de ciudades españolas como Valladolid, Logroño, Baeza, Archidona, el cantón Valencia, Loja de Andalucía, Zamora, de Castilla de España; Medellín, en Colombia; Córdoba en Argentina y Guadalajara en México.

Para el escritor, el nombre Cuenca no ha representado un peso para que sus pobladores traten de decir que tienen descendencia directa de los españoles, “eso quizá quedó para alguna señora centenaria que tal vez pensaba que corría sangre pura por sus venas”, dijo.

La morlaquía, un término despectivo que va cambiando

Aparte del cantadito que lo identifica plenamente, al cuencano, como dice el catedrático Oswaldo Encalada, se lo reconoce por su esencia; además está un apelativo que identifica a las personas que viven en esta ciudad: morlaco.

Se dice que este término era empleado para identificar a los naturales de esta zona y se comenzó a utilizar en el siglo XVIII cuando, al arribo a la ciudad del colombiano Francisco José de Caldas, este escribió la palabra morlacos para referirse a los pobladores de manera despectiva.

Cuando Juan Martínez habla sobre este tema indica que existen 2 versiones sobre la procedencia del término que han sido analizadas. La primera dice que existía una zona en Europa llamada Morlaquía (cerca del mar Adriático) y que habitantes de ese lugar llegaron hasta Cuenca; la segunda opción, más cercana, estaría apegada a la corrida de toros: “el término hace alusión a cuando el animal embiste con malicia”, indica el historiador, “tarde o temprano puede causar daño”.

Para Alberto Ordóñez, periodista, el término ha ido cambiando con el paso del tiempo, aunque aún se conservan expresiones peyorativas en su empleo: “Morlaco, ni de leva ni de saco”, “Si no te hacen de entrada, te hacen de salida”.

Martínez dice que en los últimos años ya no se emplea el término en un sentido negativo, sino que este ha tenido una resignificación positiva que resalta la identidad del pueblo, así, se dice con orgullo “Deportivo Cuenca, el equipo morlaco” y “existe incluso la elección de la Morlaquita”.

Ambato debe su nombre a un pequeño anfibio

Las características más notables del Hambatu son la coloración oscura que cubre su cuerpo, y las verrugas existentes en su espalda. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo

Por Carlos Novoa

La turística y comercial ciudad de Ambato, además de ser conocida por su nombre propio tiene varios apelativos que hacen referencia a sus características únicas, entre ellos: ‘Cuna de los Tres Juanes’, ‘Tierrita Linda’, ‘Ciudad Jardín’ y ‘Tierra de Flores y Frutas’. Esta primera denominación se debe a que en el cantón nacieron Juan Montalvo, Juan León Mera y Juan Benigno Vela, tres de los más grandes pensadores y poetas del Ecuador.

Las otras refieren a la belleza natural que rodea a la urbe y a la riqueza agrícola que ha tenido desde tiempos precolombinos.

Pese a ello, pocos conocen la historia detrás del nombre de la capital tungurahuense. Según textos históricos y cronistas, la palabra Ambato deriva del vocablo hambatu, denominación de una pequeña rana que habitaba las orillas del río que atraviesa la ciudad.

Este pequeño anfibio de color oscuro y espalda verrugosa, conocido científicamente como Atelopus ignescens, formó parte de la fauna ambateña, durante los siglos XVII y XIX junto a varias especies de lagartijas de climas fríos. El último registro de avistamiento de hambatus data de 1988, en los barrios Atocha e Ingahurco.

Adrián Soria, ambientalista y biólogo tungurahuense, explica que la presencia de este pequeño animalito fue vital para controlar las plagas que aquejaban a las plantaciones locales en siglos pasados.

“Como todo anfibio, el hambatu se alimenta de insectos, adultos y larvas, lo que contribuye a reducir los efectos de la sobrepoblación de grillos, saltamontes, moscarrones, zancudos y otros diminutos artrópodos que perjudican a las plantas. Esta ranita tan apreciada se creía extinta, hasta hace 2 meses, cuando se encontraron varios ejemplares en las orillas del río Pastaza”.

El beneficio agrícola que esta especie brindó a los agricultores, quienes vivían mayoritariamente del cultivo de frutas y tubérculos, llevó a los primeros habitantes a honrar a la especie acuñando su nombre a la urbe.

Significado del nombre

Sin embargo Pedro Reino, historiador y sociólogo tungurahuense, señaló que el vocablo en mención tiene un significado especial.

“Hambatu o jambatos son palabras del idioma Cara Quitche, hablado por los miembros de la tribu del mismo nombre, y que en español se traduce como playa fértil o fortificada. Este significado describe a la perfección a la capital tungurahuense. Los Cara Quitche fueron los primeros pobladores  del valle que hoy forma el centro de Ambato, por lo que se supone que el nombre de la urbe fue impuesto antes de la llegada de los ibéricos”.

Pese a que esta teoría es la más conocida y aceptada sobre el origen del nombre de la ‘Tierra de los Tres Juanes’, existe una segunda hipótesis.

Según Francisco Baute, antropólogo, el vocablo Ambato fue traído por los españoles y existen otras ciudades del mundo con este nombre.

“Si buscamos en Google la palabra Ambato, notaremos que hay al menos 2 ciudades más con esta denominación, en Argentina y en Madagascar. Ambas naciones fueron conquistadas por el imperio español, por lo que se cree que esta palabra fue traída desde Europa en el siglo XVII, aunque no está claro el significado de este vocablo en castellano antiguo”.

Después de los terremotos ocurridos en 1698 y 1797, la Ley de División Territorial de Colombia designó a Ambato como cantón de la provincia de Chimborazo.
Esta condición la mantuvo    hasta el 3 de julio de 1860, cuando se creó la provincia de Tungurahua, que al año siguiente fue bautizada definitivamente con el nombre del volcán que la caracteriza.

Se designó entonces a la ciudad de Ambato como su capital. De a poco el cantón fue creciendo hasta alcanzar importancia comercial y turística.

Pese a las frecuentes erupciones del volcán, Ambato es la ciudad más comercial de la región y una de las más turísticas del país.

El origen del término Quito aún no se esclarece

Los españoles se establecieron en la Sierra porque era la zona más fácil de poblar, por su clima, geografía y  porque allí estaba asentada la mayoría de habitantes del incario. Foto: Mario Egas / El Telégrafo

Por Redacción Ciudadanía

No existen datos claros sobre el origen del nombre de la capital ecuatoriana, pues la mayoría de teorías se acercan más a la leyenda.

Según investigaciones, el nombre apareció varios siglos atrás, provendría de la lengua chibcha, de la cultura Quitu-Cara, una población que habitó la zona antes del incario. Esta sería la teoría más aceptada.   

Su nombre oficial es San Francisco de Quito, fundado por Sebastián de Benalcázar el 6 de diciembre de 1534. Lo cierto es que la historia en torno al nombre es mucho más extensa.

Según el historiador Juan Paz y Miño, Quito proviene de la palabra original quitu, que significa lugar o espacio en el centro del mundo.

Los primeros habitantes de esta zona vivieron varias fases culturales. Por ejemplo, pasaron de ser cazadores a recolectores. Poco a poco, sobre Quito, se van asentando culturas a las que se conoce arqueológicamente, como agroalfareras, agroalfareras mineras y de integración en las que estaría el pueblo Quitu-Cara. Según Paz y Miño, estas últimas poblaron la zona que hoy es el centro-norte de la Sierra ecuatoriana.  

Estas fueron culturas más amplias, que incluso son consideradas, como lo interpreta el padre Juan de Velasco, el famoso Reino de Quito.

A finales del siglo XV, alrededor de 1470, les invaden los incas, y, con Huayna Cápac, convierten a Quitu en la segunda capital del incario, después del Cusco. Los incas se sobreponen a las poblaciones ya establecidas, que eran cacicazgos regionales unificados a través del poder Quitu-Cara. Estos pueblos, que se basaban en la vida comunitaria, no desaparecen, se integran al mundo incásico y conservan varios de sus nombres, como Quitu.

Lo mismo sucede con la llegada de los españoles, pero, en este caso, al término lo castellanizan y queda establecido como Quito.

Años después, el 28 de agosto de 1534, Diego de Almagro funda la Villa de San Francisco de Quito. Según el historiador, esta sería la verdadera fundación de Quito, pues, posteriormente, Almagro encarga a Sebastián de Benalcázar que traslade la ciudad al sitio donde los indígenas decían que se asentaba su antigua ciudad de Quitu para que establezca el cabildo. Esa ubicación es lo que actualmente constituye el Centro Histórico de la capital.

El 6 de diciembre de 1534, fecha en que actualmente se celebra la fundación de Quito, Benalcázar cumple con la orden y anota a los primeros 204 vecinos españoles y levanta el acta de la constitución del Cabildo con sus 2 primeros alcaldes: Juan de Ampudia y Diego de Tapia.

Los españoles, al ser muy creyentes en la religión católica, fundan la villa en homenaje a su santo y patrono San Francisco, conservando también el nombre de Quito. Posteriormente, esta Villa alcanza el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de San Francisco de Quito en 1541.

En 1563, Quito pasa a ser la capital de la Real Audiencia de Quito, lo mismo sucede en la época de la independencia y se la ratifica cuando se forma la República del Ecuador.

Los españoles la convirtieron en una ciudad eje, en el siglo XVI es la primera ciudad en empezar a construirse sobre una base de cuadrículas y sobre las distintas comunidades religiosas que ahí se asentaron, como fueron los dominicos, agustinos, franciscanos y jesuitas.

Desde entonces, Quito se convirtió en lo que se consideró un emporio de vida, de administración, de arquitectura.

Esta urbe pasa a ser el eje ideológico y cultural de todo el país, pues ahí se asientan filósofos, pensadores y revolucionarios.

Datos

El 28 de agosto de 1534, Diego de Almagro funda la Villa de San Francisco de Quito. Para varios historiadores esta es la fecha de la verdadera fundación de la capital.

El 6 de diciembre de 1534, Sebastián de Benalcázar, por orden de Diego de Almagro, levanta el acta de la constitución del Cabildo de la Villa de San Francisco de Quito con sus 2 primeros alcaldes.

La Villa alcanza el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de San Francisco de Quito en 1541.   

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