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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Rafael Castro / activista y jefe de Relaciones Públicas de Erah

'No tuvimos protocolos para animales'

'No tuvimos protocolos para animales'
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La entrega de alimento a los animales, la atención médica, la búsqueda de un refugio (y en muchos casos de dueños), fueron algunas de las actividades más destacadas en las zonas afectadas por el terremoto de 7.8 grados, ocurrido en abril pasado. ¿Pero esto fue suficiente?

Rafael Castro, activista animalista desde hace 6 años y jefe de Relaciones Públicas de ERAH -Oficina para los estudios de la relación entre animales y humanos- sostiene que se actuó de manera solidaria, aunque en Ecuador debe existir una política pública y un plan de contingencia para eventos similares.

Luego del terremoto realizaron un trabajo con los colectivos animalistas. ¿Qué medidas tomaron?

Hemos tratado de agrupar a todos los colectivos que han estado realizando actividades en las zonas damnificadas y lo que buscamos es visibilizarlos, compartir sus experiencias en un foro que se realizará el martes en la Prefectura del Guayas, identificar la falta de planes de contingencia que abarquen a los animales y tener un precedente que sirva para poder generar políticas públicas en un futuro.

¿Qué problemas encontraron en las zonas afectadas?

Tuvimos casos de personas que no se movían a los campamentos porque no querían abandonar a sus animales y la falta de servicios básicos no solo afecta al ser humano. Puede haber epidemia porque los animales no están siendo atendidos.

¿Cuál es el panorama internacional respecto a los planes de contingencia?

En la región probablemente estamos atrasados años luz en el tema de bienestar animal. Para no irnos muy lejos, en Perú, municipios como el de Lima; en Colombia, municipios como el de Medellín, cuentan con ordenanzas y protocolos en gestión de riesgos. Están mucho más entrenados en función de qué tendrían que hacer si sucediera algo de esto.

¿Qué ocurrió aquí luego del terremoto?

Acá todo fue, como nos explicaba una veterinaria, un efecto choque: cuando haces, llevas, pero no sabes por qué, ni a quién, ni dónde. Nace  simplemente esa solidaridad, pero probablemente esa no es la mejor estrategia.

Citando los casos de Perú y Colombia. ¿Qué hubiesen hecho ellos en un caso similar?

El primer paso es un censo. Aquí ningún colectivo puede darte una cifra exacta de cuántos animales atendió. Por ejemplo, Rescate Animal indica que directamente e indirectamente pudieron atender a más de 3.000 animales en conjunto con World Animal Protection, que es una institución de afuera.

¿Cómo califica la actuación de los colectivos en este evento natural?

La actuación de los colectivos fue muy rápida, espontánea. De hecho, el voluntariado se activó como nunca; si antes una fundación tenía 30 voluntarios, a raíz del terremoto habían 200 voluntarios a diario.  

¿Y si hubiera alguna política al respecto?         

Los municipios o las prefecturas podrían ser autosuficientes para atender este tipo de catástrofes y tuviéramos protocolos, una estructura de qué le compete a quién, por ejemplo a los bomberos, al Ministerio de Salud Pública, es decir, cada uno tendría una participación.

¿Cuál sería el siguiente paso luego de la reunión?

El foro se va a replicar en Quito, a finales de junio, y la idea es convocar a las universidades, a otros activistas del país, a los representantes de los ministerios para que pueda conocer lo que pasó: no tuvimos protocolos para animales. (I)    

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