Ellos son como niños y merecen el mismo cuidado
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones internacionales acogieron el 1 de octubre de cada año, como la fecha para conmemorar el Día de las Personas de Edad.
El año pasado, la temática de este recordatorio por parte de la ONU estuvo enfocada en concienciar a la sociedad a estar en contra de la discriminación de las personas mayores, llamando la atención sobre los estereotipos negativos y las ideas falsas del envejecimiento.
La discriminación, y en ocasiones el abandono y maltrato de este grupo etario, es una actitud frecuente y perjudicial que se basa en el supuesto de que es una norma social y, por tanto, aceptable, refiere el organismo.
En Ecuador, el Código Orgánico Integral Penal (COIP), en su artículo 153, establece que: “La persona que abandone a adultos mayores, niñas, niños y adolescentes, mujeres embarazadas, aquellos con discapacidad o a quienes adolezcan de enfermedades catastróficas, de alta complejidad, raras o huérfanas, colocándolas en situación de desamparo y ponga en peligro su vida o integridad física, será sancionada con pena privativa de libertad de 1 a 3 años”.
Mientras que las lesiones producto del abandono se sancionarán con las mismas penas previstas para el delito de lesiones, aumentadas en un tercio. Si se produce la muerte, la pena será de 16 a 19 años de prisión.
Lo que escuchamos regularmente e incluso lo dicen los especialistas, es que los adultos mayores vuelven a ser niños.
“Tengo 82 años. Soy mayor y pertenezco a ese colectivo llamado tercera edad, ancianos, abuelos o viejos. Pero me siento joven, muy joven”. Esta cita forma parte del libro Yo de mayor quiero ser joven, del escritor español Leopoldo Abadía.
Y continúa: “Muchas veces me he preguntado si es posible hacer feliz a los demás cuando ya he cumplido unos años, si puedo tomarme la vida con vitalidad sin que me miren raro, si puedo ser útil a los demás, si es bueno ser realista y pensar en el futuro y, sobre todo, si puedo sentirme joven sin hacer el ridículo. Al final me he dado cuenta de que la juventud es una cuestión de actitud”.
Un trato especial
¿Cuál es el trato que se debe dar a un adulto mayor? La psicóloga y terapista Liliana Vásquez explica que hay que mantener el entendimiento de la realidad de su existencia en su dimensión de dignidad, reconociendo sus valores y eternidad.
“Envejecer, llegar a la ‘edad de oro’, no significa ponerse enfermo. Para las personas que se encuentran en la tercera o cuarta edad, es importante ayudarle a mantener una integración armónica a nivel sicofísico, lo que le permitirá conservar más vivo y alerta su cerebro, favoreciendo la vigencia de sus capacidades”.
La especialista resalta que básicamente el cuidado de este grupo específico está orientado a evitar el prematuro deterioro mental y físico, y el sufrimiento innecesario, para que este pueda adaptarse de forma equilibrada a los cambios permanentes.
Destaca que hay que motivar su integración a la familia y a la sociedad como su derecho inalienable, gozando de la consideración suficiente para que mantenga su bienestar total.
Según Vásquez, los adultos mayores pierden fácilmente la autoestima y sienten más fuerte esa necesidad de afecto.
Hay ocasiones en que los hijos optan por dejar a sus padres en un ancianato u hospicio porque les resulta una cruz muy pesada de cargar, pero ese tipo de desapego origina que muchas veces ni siquiera los visiten.
La psicólogo hace énfasis en que el adulto mayor tiende a deprimirse con facilidad, y aunque en silencio, puede llevar una vida de desesperación.
“La depresión aumenta la debilidad corporal y esta, a su vez, se revierte en mayor malestar para la mente. Es importante recordarle su dimensión espiritual, el ser eterno que es en esencia. Porque, aunque insatisfecho con su ‘traje corporal’, el cuerpo ya viejo, siente temor de dejarlo y sufre por ello. Son sentimientos encontrados que crean conflictos internos...”.
Un reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) dice que la expectativa de vida en América, es llegar a los 75 años. “La población ha ganado 16 años de vida como promedio en los últimos 45 años, es decir prácticamente 2 por quinquenio”.
La kinesióloga y fisioterapista Alicia Machado menciona que lo esencial es que los equipos multidisciplinarios trabajen en defensa de los derechos del anciano y estos sean divulgados a toda la sociedad.
“Ser viejo corresponde a un periodo vulnerable en la vida del hombre, al igual que la niñez, pues los ancianos constituyen un grupo expuesto a mayores riesgos, necesitando cuidados de protección, asistencia médica, legal y social”.
La Constitución indica en su artículo 38, que los adultos mayores recibirán atención prioritaria y especializada en los ámbitos público y privado, en especial en los campos de inclusión social y económica, y protección contra la violencia.
En ese sentido, en el país, a este grupo vulnerable se le consideran varios beneficios sociales y, una de las instituciones públicas que trabaja con ellos es el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), que los apoya desde 2 aristas: la inclusión económica y la social.
Al respecto, Geovanny Cañar, coordinador Zonal 8, que abarca a Guayaquil, Durán y Samborondón, indicó que existen 45.882 personas de la tercera edad registradas y en cuya atención se invierte $ 27,5 millones; mientras que escala nacional es de $ 285 millones.
Explicó que actualmente 2.500 adultos mayores gozan de una pensión no contributiva duplicada, de $ 100 (antes era de $ 50), que forma parte del plan ‘Toda una vida’, propuesto por el actual Gobierno.
Esta institución hace partícipe a este grupo de actividades lúdicas ya sea en sus casas de acogida o en el domicilio. (I)