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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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Cuenca requiere cambiar su modelo de crecimiento

De acuerdo con información del Municipio, la capital azuaya tiene 700 hectáreas de predios vacantes en el sector urbano.
De acuerdo con información del Municipio, la capital azuaya tiene 700 hectáreas de predios vacantes en el sector urbano.
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Si hay algo por lo que se destaca Cuenca es porque cuenta con una eficiente y alta cobertura en materia de provisión de servicios básicos. Incluso es común escuchar a sus habitantes decir que poseen la mejor agua del país y que la pueden tomar desde el mismo grifo, lo que no pasa en otras regiones del país.

A esto se pueden sumar otros factores como la cobertura en la recolección de residuos sólidos, los bajos índices de inseguridad y que es una de las pocas ciudades que controla la calidad de su aire. Sin embargo, la ciudad se encuentra en plena etapa de desarrollo y tiene retos importantes que están relacionados principalmente con su crecimiento urbano, la vulnerabilidad ante desastres naturales, transporte y movilidad, según el Plan de Acción de la ciudad.

En 2013, la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), del Banco Interamericano de Desarrollo, seleccionó a la capital azuaya para que sea parte de este programa, a través del cual se aplicó este plan de acción, en el que se hace un diagnóstico de la urbe y se priorizan áreas de acción claves para el crecimiento sostenible.

Aquí se analizaron 144 indicadores, agrupados en 26 temas como agua, saneamiento, energía, vivienda, uso de suelo, inequidad, empleo, turismo, gestión, impuestos, entre otros.

De los indicadores estudiados se obtuvieron 70 en color verde (buen desempeño), 37 en amarillo (posibilidad de mejora), 25 indicadores en rojo (necesitan una actuación inmediata) y 12 sin información disponible.

En el blog Ciudades Sostenibles se manifiesta que con estas estadísticas el panorama es sumamente positivo para la ciudad; sin embargo, se destaca que “para albergar el crecimiento previsto en el futuro y mantener su calidad de vida y competitividad, Cuenca necesita cambiar su modelo de crecimiento urbano”.

La capital azuaya forma parte del grupo de ciudades intermedias. María Augusta Hermida, doctora en Arquitectura y quien dirige el grupo de investigación LlactaLab, compara a la urbe con un adolescente. “Es decir que, al ser Cuenca una ciudad intermedia, todavía se puede aplicar medidas con muchas más facilidad. Al ser ‘adolescentes’ estamos justo en ese momento de convertirnos en un adulto sano y no en uno enfermo”.

Hermida explicó que hace 50 años Cuenca fue una ciudad compacta, es decir que poseía un número de habitantes por hectárea adecuado dentro de los parámetros latinoamericanos. En ese entonces existían 138 habitantes por hectárea (ha), mientras que en 2010 tan solo 45 hab/ha, generando problemas de movilidad, ocupación innecesaria de suelo rural, un consumo energético excesivo, entre otros.

Para Hermida, el modelo de ciudad actual es el de una urbe dispersa que está ocupando suelo agrícola y en lo primero que piensan sus habitantes es en el uso del auto privado. “Hemos bajado de 138 habitantes a 45 por hectárea, eso significa que hemos descendido en 67% la densidad poblacional de manera innecesaria”. Califica a este modelo como insostenible y sostiene que la ciudad no puede darse el lujo de seguir creciendo.

De acuerdo con la arquitecta, actualmente el área urbana oficial de Cuenca puede albergar a las 900 mil personas que se proyecta existan para 2035, sin necesidad de que la ciudad se expanda hacia zonas rurales.

Para esto —dijo— es necesario densificar el área urbana utilizando el suelo vacante que existe y en donde se pueden impulsar las construcciones en altura (el Municipio estima una superficie de 700 hectáreas de terrenos ociosos en su área urbana).

A esto se suma la necesidad de contar con un buen sistema de transporte público en el que se incluyen el tranvía y las ciclorrutas. “La ciudad debe entender por qué es importante vivir más condensados”.

Uno de los principales motivos que según Hermida ha generado esta dispersión hacia áreas periféricas es la especulación sobre el suelo.

Carlos Álvarez, director de Control Municipal, indicó que se trata de uno de los negocios más lucrativos en la urbe.

A mediados del año anterior se anunció la elaboración de una ordenanza para combatir la especulación de tierras, la cual  estaba encaminada a que los terrenos que cuentan con los servicios básicos dispongan de un tiempo prudencial para ser construidos o vendidos, pero hasta la fecha el proyecto no ha sido conocido en el Concejo Cantonal.

Para Esteban Orellana, director de Planificación del Municipio, si bien se han desarrollado acciones que han conllevado a un desarrollo mucho más sustentable de la ciudad, el principal reto está relacionado con su crecimiento, el cual ha acarreado el aparecimiento de nuevos intereses y preocupaciones en el Municipio. “Como es el caso de la cobertura y acceso hacia zonas que permitan una recreación activa con todo lo que implica en el deporte y la cultura”.

Según Orellana, los intereses de la ciudad apuntan a esta área y destaca que el Cabildo de la urbe cuente con proyectos como el Cinturón Verde, con el que se busca alcanzar una ciudad más eficiente, más compacta y más saludable. (I)

DATOS

De acuerdo con el Plan de Acción, la falta de suelo urbano también ha tenido el efecto de incrementar su precio, lo que dificulta la promoción de viviendas sociales a precios razonables generando la expulsión de la población hacia lugares alejados.

Además, la conformación de barrios residenciales hace que se amplíe la red de caminos y vías a zonas cada vez más alejadas de las principales actividades, lo que implica un uso excesivo del vehículo privado. (I)

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