Luis Morocho luce un poncho de color rojo, unas alpargatas y un sombrero. En su rostro se dibuja una sonrisa imborrable, pues el desfile, desde el sector de Las Pencas, está a punto de comenzar.

Delante de él, sobre un armazón con llantas, se levanta una choza de totora y cubierta con paja. En la punta más alta de la cabaña se encuentra una botella con huanchaca, -un aguardiente característico del Azuay-, junto a una bandera blanca. “En épocas antiguas esta era una tradición para celebrar el carnaval. El compadre de la fiesta subía hasta la punta de la choza, bajaba la bandera y la botella para empezar a repartir el licor a la gente, luego se bailaba y empezaba todo”, explicó el ciudadano perteneciente a la comunidad de Maluay, de la parroquia el Valle, ubicada al sur de Cuenca.

A un costado de la rústica casa se observa una superficie llena de tierra, sobre la cual está asentado un asador de cuyes, plato tradicional de la fiesta carnestolenda.

“Mientras unos bailaban, otros tomaban el puro (licor), otros, en cambio, asaban cuyes para comer”, acotó. Finalmente, comentó, esa tradición se está perdiendo, pero hay personas que luchan para cultivarla en su sector.

El relato de Luis era la antesala de la representación que minutos después iba a realizar, junto a otros nueve vecinos de su comunidad, en el evento denominado ‘Séptimo Festival del Carnaval’, que organizó ayer el Gobierno Autónomo Descentralizado de El Valle.

Igual que esta agrupación, otras 16 comunidades pertenecientes a la parroquia, así como las 17 instituciones educativas que se asientan en el lugar, se preparaban para sus actuaciones.

“La idea es que los participantes expongan las diferentes maneras de celebrar el carnaval en el país”, expresó Jesús Bermeo, presidente del GAD de El Valle, organizador del concurso.

Cerca a las 10:00, en la plazoleta contigua a la iglesia San Juan Bautista, frente a un escenario en el que están los miembros del jurado calificador, empieza cada conjunto con sus dramatizaciones. Los observan unas 2.000 personas.

‘Los frutos de la Pachamama’ (madre tierra en quechua) es el tema de la primera presentación a cargo de alumnos y profesoras del programa ‘Creciendo con Nuestros Hijos’ (CNH).

La idea de ellos es mostrar las frutas, vegetales y los productos que se obtienen de la tierra en nuestro país. Para eso, los más pequeños lucen disfraces de piñas, mientras que los mayores usan trapos semejantes a sandías y otros frutos.

De a poco siguen desfilando con sus caracterizaciones las instituciones educativas y comunidades del sector. Cada grupo tiene 10 minutos de actuación.

Hasta el cierre de esta edición no se conocía quiénes ocuparon los primeros lugares, aunque todos tenían premios económicos en obras (no en efectivo) por participar.

El valor total del incentivo para los participantes era de 35.000 dólares.