Empresas madereras han introducido VEGETACIÓN foráneA EN LLANGANATEs
Tres entidades cuidan los páramos de Cotopaxi
Latacunga.-
A una hora con 25 minutos del centro de Salcedo, uno de los cantones más poblados y productivos de la provincia de Cotopaxi, está el Parque Nacional Los Llanganates.
Un viento gélido, camélidos andinos y paisajes fascinantes dan la bienvenida a los visitantes. Los páramos inhóspitos, fríos y húmedos del lugar recogen a diario el agua lluvia y la neblina, y forman alrededor de 60 lagunas en las 220 mil hectáreas de esta reserva ecológica.
Por ello se la conoce como zona de humedales. El agua dulce de los lagos sirve para generar energía, y regar 10 ramales en la parroquia San Miguel y Santa Ana de Mulliquindil, ambas del cantón Salcedo.
“Por tal razón las autoridades, pobladores de comunidades cercanas y entidades estatales, desde siempre han buscado proteger esta área tan importante para nuestro ecosistema. La introducción de vegetación foránea ha dañado en parte el equilibrio de Los Llanganates”, explicó Rigoberto Salinas, habitante de San Miguel.
Programas de protección
El Parque Nacional Llanganates está ubicado en las cumbres escarpadas de las provincias de Cotopaxi y Tungurahua, y entre Napo y Pastaza.
En septiembre de 2010 el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) firmó un convenio con las autoridades de Cumbijín, comunidad de la parte alta de Salcedo y cercana a la reserva, para la elaboración participativa de un Plan de Manejo del Páramo.
Esto mediante la contratación de consultoras expertas en el tema. La inversión fue de $ 29’365.000, monto que permitió conocer más a profundidad la realidad y necesidades de los páramos en Cotopaxi.
Según Amílcar Tapia, dirigente de los regantes de la parroquia rural Aláquez, de Latacunga, uno de los principales problemas que aquejan a su sector es la deforestación así como la introducción de vegetación no nativa.
“En el sector operan empresas madereras que plantan árboles no permitidos, como el eucalipto y pino, lo cual está dejando secos varios lugares tradicionalmente húmedos, pues estas especies consumen mucha agua”, lamentó.
Además de esto Tapia explicó que en el sector existen erosión del suelo y afectaciones en los pajonales. “Al menos unas 100 hectáreas a la redonda se utilizan con fines madereros, al momento el daño que ya se percibe es la desaparición de ojos de agua que antes brotaban en el barrio El Tejar, de la parroquia Aláquez”, agregó.
Por ello los habitantes demandan de las autoridades mayor control para reducir estas afectaciones. Al sur de Cotopaxi, páramos y bosques nativos de las comunidades de Cumbijín, Sacha y Galpón, en Salcedo, forman parte del área protegida de Los Llanganates y de la zona de amortiguamiento que constituyen 25 mil hectáreas.
Para Orley Ochoa, técnico del Ministerio de Ambiente, parte fundamental para conservar las fuentes hídricas es concientizar a la población sobre el papel que juegan los bosques y humedales en la captación del líquido.
En este contexto la Dirección Ambiental de la Prefectura de Cotopaxi trabaja en proyectos de protección y mantenimiento del ecosistema de zonas altas, y recursos hídricos. Uno de ellos es la colocación de postes de cemento en el sector Pasopata, ubicado en la Parroquia Zumbahua del cantón Pujilí.
El objetivo de estos elementos es salvaguardar las vertientes de la comunidad, para ello se realizó un estudio previo que determinó que los postes no dañan el ecosistema. (I)
En varios tramos hacia la reserva ecológica, existen colonias de camélidos andinos, especies que soportan las bajas temperaturas gracias a su grueso pelaje. Foto: Silvia Osorio / para EL TELÉGRAFO