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Ecuador, 06 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Los galpones que albergan gallinas ponedoras están aislados de tal forma que las condiciones externas no LAS PERJUDIQUEN

Ceniza volcánica no afecta a la avicultura

El diseño de los galpones y la implementación de estufas en su interior crean el ambiente ideal, entre 20 y 28 grados,  para la producción diaria de huevos. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
El diseño de los galpones y la implementación de estufas en su interior crean el ambiente ideal, entre 20 y 28 grados, para la producción diaria de huevos. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
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La mayoría de plantas avícolas de Huambaló, Huambalito, Cotaló y Pillate, poblados cercanos al volcán Tungurahua y pertenecientes a la provincia del mismo nombre, no se han visto afectadas por la ceniza que el coloso expulsa a diario.

Una de las razones de esta excepción es que permanecen en galpones especialmente diseñados para evitar que las condiciones climáticas externas las afecten.

Ello no ocurre con el ganado que debe estar siempre pastando o tomando agua y con los sembríos que son de cielo abierto.

Ingreso extra

Ana Pérez, avicultora de Huambaló, parroquia de Pelileo, señaló que esta salvedad ayuda a la economía de los habitantes de estos sectores. “En su gran mayoría, los vecinos de aquí y otros poblados cercanos nos dedicamos a 2 o 3 actividades productivas. Tras 15 años conviviendo con el coloso hemos aprendido a generar ingresos extras, pues la agricultura y ganadería, que son las especialidades del lugar, lamentablemente se afectan al menos en el 80% cuando cae ceniza, es por eso que la avicultura es nuestro ‘as bajo la manga’, frente al caprichoso comportamiento del Tungurahua”,  dijo.

Las edificaciones que albergan a las gallinas ponedoras han sido construidas de tal forma que el viento, Sol, frío y lluvia del exterior no afecten la salud y estado de sosiego de las aves.

Gerónimo Benítez, avicultor de Cotaló, afirmó que el aislamiento de los animales brinda un ambiente propicio para la producción de huevos. “Los galpones están hechos con los mismos materiales con los que edificamos nuestras casas, entre ellos: bloque, cemento, techo de zinc o teja, etc. La diferencia con nuestras viviendas radica en que al interior de estos contenedores, en la mayoría de casos, se forran las paredes con un plástico especial que ayuda a mantener el calor interior. O a su vez, se colocan calentadores eléctricos que mantienen una temperatura entre 20 y 28 grados, que es la indicada para la producción de huevos de excelente calidad”, acotó.

Añadió que el techo del galpón debe tener una inclinación adecuada para evitar que en la superficie se acumule agua, polvo o ceniza, y haya el riesgo de un colapso.

Alta producción

En Cotaló, caserío ubicado al pie del volcán, se producen alrededor de un millón de huevos diarios. Estos tienen como principal mercado ciudades como Guayaquil, Manta, Portoviejo, Machala, Quito y Riobamba, entre otras.

Alrededor de 300 familias de Cotaló, Pillate y Huambaló se dedican a la actividad. Según cuentan ellos, la avicultura tomó fuerza en el lugar desde 1999, cuando el Tungurahua ‘despertó’ tras casi 80 años de inactividad, aunque anteriormente hay registros, pues la zona se caracteriza por una gran presencia de gallinas. “Lo bueno de la avicultura es que no se desperdicia nada. Esta ventaja es nuestra salvación ante los devastadores efectos de la ceniza en la agricultura y ganadería”, afirmó Gabriel Vaca, avicultor de Cotaló.

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