Baltazar Ushca escribió su nombre por primera vez
Una mochila azul en la que lleva un pequeño cuaderno cuadriculado, un libro otorgado por el Ministerio de Educación, un lápiz HB amarillo y un borrador son los objetos inseparables de Baltazar Ushca desde enero de 2018.
A sus 74 años, el último hielero del Chimborazo regresó a clases con la campaña de alfabetización y educación básica Monseñor Leonidas Proaño. La iniciativa es impulsada por el Ministerio de Educación y tiene como meta que 200.000 personas, a escala nacional, inicien o completen estudios.
Por su trabajo en una institución pública a Ushca se le dificultaba ir hasta el centro educativo de la comunidad Calshi San Francisco, en Guano (donde se cumple el programa); por ello, los funcionarios de la campaña optaron por impartirle clases personalizadas en una oficina del Museo de Guano, sitio donde labora.
Tres días a la semana (lunes, martes y miércoles), este hombre de baja estatura, pero cuya decisión de mantener viva una tradición le llevó a ganarse el título de ‘leyenda viviente’, acude sin falta a cumplir su meta de salir del analfabetismo.
Empezó por escribir su nombre, con su mano derecha sujeta el lápiz y con la izquierda sostiene el cuaderno, el cual ya casi está lleno debido a los ejercicios que realiza. Él espera las instrucciones de su maestro y procede a mover su mano.
El profesor José Altamirano Bagua, quien tiene más de 16 años de experiencia en la docencia, le habla en quichua, él argumenta que así Baltazar le entiende mejor pues es su idioma materno.
“Por ello fui escogido para este privilegio de enseñar a Baltazar, porque hablo quichua y he trabajado mucho tiempo en el sector rural, en especial en los estudios básicos. Es un hombre muy dedicado, siempre está pendiente de cumplir sus deberes, excelente alumno, tiene muchos deseos de aprender”, cuenta Altamirano.
Letra por letra, Ushca va formando su nombre, en ocasiones se equivoca, por ello no aleja el borrador de su lado, lo rectifica y enseguida vuelve a intentarlo y cuando lo completa una gran sonrisa se dibuja en su rostro.
Con sus dos manos toma el cuaderno y satisfecho le indica al profesor, quien lo felicita y le insta a que lea lo que ha escrito. Con voz firme, pero con una sonrisa suspicaz, lee: “Baltazar Ushca”.
Los días en que Baltazar debía dar su mano para que se tome la huella digital al realizar algún trámite quedaron en la historia, de ahora en adelante escribirá su nombre en cualquier documento.
“Me siento muy contento, estoy feliz porque ya sé leer mi nombre y también sé escribir”, explica el último hielero del Chimborazo, pero de inmediato cambia su rostro y lamenta que su padre no lo haya puesto en la escuela, pues desde niño tuvo que salir a trabajar.
El programa de alfabetización incluye dos materias: la primera, lengua y literatura en la que Baltazar ha mostrado un avance satisfactorio, según el instructor.
La segunda es matemáticas, para ello, el docente tuvo la iniciativa de trabajar con productos del campo: arvejas, habas, limones y choclos, los cuales están asociados al entorno del alumno.
“Me ha resultado bastante bueno, alterno esta técnica con los cuadernillos del Ministerio de Educación, sumamos con los productos y después anotamos las cantidades en los lugares asignados del libro”, detalla Altamirano.
Baltazar tiene bien trazado un cronograma para cumplir con todas sus responsabilidades. Tras un día lleno de nuevas experiencias, llega a su casa y le cuenta a sus nietos e hijos lo aprendido.
Los logros del hielero
El 13 de noviembre de 2017, Baltazar Ushca recibió un doctorado Honoris Causa, el mayor reconocimiento que una institución de educación superior otorga a quienes a lo largo de su vida aportan con su labor al mejoramiento de la sociedad.
Él continúa con su recorrido al Chimborazo; los jueves y viernes saca hielo y lo vende en los mercados de Riobamba. Desde 2015, Baltazar trabaja en el área de Turismo del Municipio de Guano. (I)