Declarada parroquia en 1594, durante la colonia la zona se constituyó como una de las más populosas de quito
San Roque es un barrio que conjuga rebeldía con tradición
San Roque es, sin duda, uno de los barrios tradicionales de la capital. Entre sus casas patrimoniales se encierran historias de batallas libertarias y revoluciones fraguadas al calor de la resistencia popular.
La calle Rocafuerte es la arteria principal y el eje que vertebra al sector. Alrededor de su empinado trazado se ubican hermosas casas patrimoniales que cobran vida cada día desde muy temprano cuando pequeños negocios abren sus puertas.
San Roque es diverso pues por sus calles transitan comerciantes, moradores, peatones y curiosos turistas que reciben el consejo de algún buen vecino de abrazar bien la mochila para evitar los robos.
El barrio es conocido por la mayoría de quiteños como un sector inseguro, lo que se asocia con la vecindad del ex Penal García Moreno, que saldrá del lugar en junio próximo, y del mercado.
Pero esa no fue siempre la imagen de la zona; sus antiguos moradores hablan con nostalgia de un sitio residencial de finales del siglo XIX e inicios del XX.
Gustavo Landívar (62 años), quien vivió su niñez y adolescencia en San Roque, recuerda su infancia con cariño. “Este barrio era el más bonito del Centro Histórico. Me acuerdo de los juegos. Con los niños vecinos teníamos unas ruedas de madera, a las que empujábamos con un palito y hacíamos rodar por toda la Rocafuerte. No había peligro. En verano, los jóvenes del barrio emprendíamos paseos a las vertientes del Pichincha, zona que era conocida como La Cantera. Cruz Loma también era uno de los destinos favoritos para nuestras aventuras”, rememoró.
Pero la concepción residencial del sector cambió a mediados del siglo pasado, según señala el libro Insumisa Vecindad, del historiador Manuel Espinosa Apolo, en el que narra que la globalización de la ciudad y la modernización del barrio fueron cambiando las costumbres de este.
Un ejemplo de ello dio Neptalí Díaz (82 años), quien todos los días confecciona zapatos de manera artesanal atrás de una pequeña mesa. El anciano ha habitado toda su vida en San Roque y piensa quedarse en el “barrio de sus amores” hasta su muerte. “En este sector vivían solo buenas familias. Incluso aquí nació el expresidente José María Velasco Ibarra.
Pero el tiempo y la migración de la gente cambiaron a la zona. Recuerdo las fiestas de la Cruz Verde, cada 3 de mayo. Todos los vecinos colaborábamos para tener las mejores comparsas; era lindo, pues los niños y jóvenes participaban en el palo encebado, la vaca loca y todo era amenizado con la música de la Banda Municipal”, recordó Neptalí.
Uno de los personajes reconocidos del sector es Luis Banda, quien aún fabrica las tradicionales colaciones con una receta de hace más de 100 años que aprendió de su abuela y su padre. La elaboración de estos dulces hechos de azúcar y maní generó recuerdos en Luis, quien, mientras mecía la paila de broce en la que se cocían los dulces sobre el calor del carbón, se acordó de un pasaje de su niñez en el cual el hermano de Velasco Ibarra (Pedro), le pedía a su abuela Hortensia que le llevara 2 fundas de colaciones y el entonces pequeño Luis fue el encargado de entregárselas. Luego estas eran repartidas por Velasco entre los niños que jugaban fútbol en la calle Bolívar.
San Roque siempre se erigió como un punto de actividad comercial y ese aire aún se preserva en varias calles como la Bolívar, Chimborazo, Cotopaxi y en la 24 de Mayo.
Datos históricos ubican a la zona como un punto de comercio desde la época precolombina cuando, según los cronistas, en los alrededores, específicamente la plaza de San Francisco funcionaba como un mercado o tianguez. Algo que fue confirmado por los españoles allá por 1560.
Además, detrás del convento y hacia el sector de San Roque se establecieron huertos conocidos como ‘Los Altos del Pichincha’. Apolo indica en su texto que los tianguez y parcelas fueron de vital importancia, pues la producción agrícola y su comercialización constituyeron el eje articulador de la economía popular y de subsistencia de los barrios de Quito.
A mediados de la década de 1940, la 24 de Mayo era una calle que concentraba el comercio informal del sector, el que iba desde la venta de botellas, muebles, ropa usada y elementos como aves que ‘predecían’ la suerte, puestos de flores y salas de cine que atraían la atención de los quiteños.
Oswaldo Carvajal (60 años) vivió su niñez en el vecino barrio de El Tejar y recuerda que de pequeño su padre le llevaba al cine Puerta del Sol, cuyo edificio aún está en pie en las calles Imbabura y 24 de Mayo. “Las películas mexicanas eran las más vistas en esos años. Con mi padre hacíamos fila para entrar y era todo un espectáculo estar en el cine. Luego bajábamos por la 24 de mayo y tomábamos un chocolate para luego regresar a El Tejar. No importaba la hora, pues no había peligro”.
La cuna de la revolución
La parroquia de San Roque fue creada en 1594. En esta época, el lugar estaba formado por españoles, indígenas y mestizos, según la distribución establecida por los sacerdotes, quienes se encargaban de esa tarea.
Mientras tanto, San Sebastián y San Blas eran parroquias estrictamente para indígenas.
Ya para el siglo XVIII, el sector se constituía como hogar de los mestizos, quienes trabajaban como herreros, artesanos, etc. Tanto los sacerdotes como los españoles llamaban a los san roqueños “plebe” y las condiciones económicas, de salubridad, productivas y religiosas de desigualdad en que vivían hicieron que los moradores fueran los promotores de sublevaciones a lo largo de aquella época.
Entonces, San Roque fue escenario de la rebelión de las Alcabalas. El liderazgo de este barrio se debía a que era considerado como una parroquia urbana y tenía conexión directa con el centro de la ciudad y de sus autoridades, quienes les llamaban “barrio bravo”.
A inicios del siglo XIX, varios patriotas protagonistas de la revolución del 10 de agosto de 1809 y de la matanza del 2 de agosto de 1810, residieron en aquel lugar.
Por aquella época, la simpatía por la causa revolucionaria y las ideas libertarias creció en los sanroqueños y fueron quienes incitaron a los demás barrios a la sublevación contra la corona española y a tratar de liberar a quienes luego fueron masacrados.