“Esta es mi forma de pedir perdón por mis pecados”
Con esta es la sexta vez que participo en la procesión de Jesús del Gran Poder. Es la tercera vez que vengo con mi hija de 13 años. Vengo por devoción y porque le he hecho muchas peticiones a nuestro señor. Él siempre me ha escuchado y me cumple las cosas que le pido.
Cuando mi esposa estuvo embarazada hace seis años de mi último hijo, los médicos nos dijeron que nacería enfermo. Aseguraron que tendría síndrome de Down. Tengo cuatro mujeres, él es el único hombre.
Le pedí con mucha fe a Dios para que nos ayude y cuidara de mi hijo. Gracias al Señor nació muy bien, no tiene nada, él es un niño como cualquier otro.
En agradecimiento a esta bendición vengo desde entonces, cada año, representando a un cucurucho. La túnica la uso doblada para que quede descubierto mi pecho y espalda. Uso el cordón y el capuchón.
Pero como parte de la penitencia, camino descalzo y llevo en mi espalda amarrada una cruz hecha de tunas con espinos. Esto me ayuda a recordar cómo Jesús llevó espinos en su cabeza y cómo fue latigueado.
Todos los años hago exactamente lo mismo. La procesión es larga y los espinos sí me lastiman. Por lo menos una semana me demoro en sacarme todos los espinos que se me incrustan.
Estas heridas son mi forma de pedir perdón por mis pecados, aunque se diga que no se hace nada, siempre cometemos pecados. Esta es la penitencia en arrepentimiento que yo hago. Además de este modo renuevo mi fe cristiana y me comprometo a mejorar.
Con este acto quiero darles el ejemplo a mis hijos que siempre se guíen con la fe en Dios, que nunca olviden los valores cristianos y que sigan las tradiciones como yo las he seguido de mis padres.
Marco López, 45 años.