Un banquero, un empresario, dirigentes gremiales de las corporaciones mercantiles y de supuestas ONG neutrales abundan ahora en las páginas editoriales y en los sets de radio y televisión. Parecería que cada uno, a su modo, diera una opinión “neutral” y objetiva de la realidad. Como por ejemplo un exbanquero (quien de gerente pasó a ser el mayor accionista, pudiendo así vender un banco a unos inversionistas extranjeros sin que los verdaderos dueños supieran de la negociación) que ahora “habla de recuperar el país” y que emite comentarios acogidos por ciertos entrevistadores de radio como si fueran ‘Palabra de Dios’.  

Algo parecido ocurre con los supuestos expertos en comunicación que hablan de libertad de expresión en tiempos electorales y no explican de quién reciben  apoyo financiero. ¿No hay una sola explicación, por ejemplo, de qué monto trasladó ‘Charly’ Pareja Cordero a Fundamedios? ¿Es falso lo que señalan sus correos y las evidencias de sus actuaciones junto con otros medios y periodistas?

Así como no hay periodistas ni medios inocentes, solo negocios y rentabilidades concretas, tampoco es cierto que esos supuestos analistas hablen desde la pureza de sus ideas cuando son banqueros, empresarios, empleados y/o beneficiarios de grandes fortunas.

De ahí que hay una enorme responsabilidad de los medios y los entrevistadores en aclarar a sus audiencias a quién entrevistan. A Quito y Guayaquil van ciertos ‘analistas’ y en su currículum no mencionan que son empleados del municipio, miembros de un grupo empresarial poderoso o, como ya es conocido, que fueron ministros, legisladores o dirigentes de un partido.

Por supuesto, las audiencias son tomadas por tontas. Ya ha corrido suficiente agua bajo el puente para no saber qué rol cumplen estos expertos y de qué modo la realidad les devuelve sus “reflexiones”.

En la semana que viene (la última de campaña electoral) este modo de actuar de la prensa comercial se acentuará y ojalá las academias valoren todo esto para demostrar empíricamente un comportamiento que no se ausenta del aparato político y mediático, más allá de que en sus supuestos principios hablen de una independencia absoluta de los poderes económicos. (O)