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El Telégrafo
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El secuestro de Balda muestra la cloaca de Ecuador en los servicios de Inteligencia correísta

Juan Carlos Calderón es un periodista investigativo con larga trayectoria en los medios de comunicación.
Juan Carlos Calderón es un periodista investigativo con larga trayectoria en los medios de comunicación.
Cortesía: Juan Carlos Calderón
13 de septiembre de 2020 - 12:23 - Carla Maldonado

Es un periodista de investigación y de larga trayectoria. Ha ganado, entre otros, los premios nacionales de periodismo Eugenio Espejo, Jorge Mantilla Ortega y Símbolos de Libertad.

Fundador y director de la revista digital Plan V, Juan Carlos Calderón ha sido director de la revista Vanguardia, editor de diario Expreso, de la Unidad de Investigación del diario Hoy y de la revista Vistazo.

Ha escrito siete libros, el último es: “Después olvidarán nuestros nombres”.

Es la historia del exagente Raúl Chicaiza y de su persecución, espionaje y secuestro al político y actual candidato a la Asamblea, Fernando Balda.

El Telégrafo conversó con él sobre ese caso que  registra la “cloaca” de Ecuador en los servicios de Inteligencia del gobierno de Rafael Correa. También revela por qué el exfiscal Carlos Baca, y el expresidente de la Asamblea, José Serrano, fueron destituidos de sus cargos por sus juegos políticos en ese caso y otros.

 

¿Por qué tomar este tema para escribir un libro?

Porque el caso Balda, el de los dos exagentes que estuvieron implicados en ese secuestro: Raúl Chicaiza y Diana Falcón, es una historia más grande.

¿Cómo actuaban los servicios de Inteligencia y policíacos del gobierno de Rafael Correa? El poder de Correa se sustentó en dos cosas: la primera en la vigilancia permanente, acoso político a través de los servicios de Inteligencia y el control de la Justica; la segunda a través del Estado de propaganda. Esas fueron las dos patas en las que sostuvieron a ese gobierno autoritario y corrupto.

¿Qué destapó el caso Balda?

La cloaca de los manejos de la Inteligencia, de cómo funcionaba la Senain, la UGSI, la Dirección Nacional de Inteligencia y de cómo se desinstitucionalizaron a todos ellos.

Esos servicios, que deberían ser para los ciudadanos, eran para los caprichos de un caudillo. Correa decidía qué pasaba, a quién detener en el 30-S; o a quién perseguir y convertir en un blanco político. Eso ocurrió con los Yasunidos para impedir que ejerzan su derecho democrático a la consulta popular. O cómo perseguir al político Fernando Balda, quien le causaba problemas desde Colombia.

¿Por qué Fernando Balda y Raúl Chicaiza son personajes interesantes?

Hay dos actores fundamentales: Fernando Balda y el exagente Raúl Chicaiza. Ambos son dos personajes del común, el primero no estaba en la primera línea de la política ecuatoriana; el otro era un sargento de la Policía. Las circunstancias y los hechos hicieron que estos dos personajes comunes logren la primera orden de prisión contra un expresidente de la República, el más poderoso de la historia reciente de Ecuador: Rafael Correa.

Usted fue director de la revista Vanguardia que publicó, en enero de 2013, la primera investigación sobre el secuestro de Balda. ¿Eso afectó a los dos exagentes sentenciados por este caso, Chicaiza y Falcón?

Pablo Jaramillo, el principal periodista que trabajó en este caso, obtuvo documentación de  varias fuentes y viajó a Colombia para investigar. Armamos la historia  y la publicamos durante cuatro semanas seguidas, salieron las fotos de los exagentes, el espionaje al expresidente Álvaro Uribe y hasta los cheques con los cuales pagaron a quienes los ayudaron a secuestrar a Balda en Colombia.

Nuestra publicación fue una bomba de baja intensidad. Sin embargo, 15 días después la revista colombiana Semana hizo un reportaje, basado en nuestra investigación, que demostró la dimensión del caso.  Los exagentes Chicaiza y Falcón empezaron a preocuparse al verse descubiertos. Balda estaba preso ya en Ecuador.

En Colombia capturaron a los secuestradores, los enjuiciaron y ellos identificaron a Chicaiza. Pero, además, les siguieron un juicio a los dos exagentes ecuatorianos en ese país.

¿Cuál es el perfil que trazó del exagente Raúl Chicaiza?

Es un personaje súper interesante, tiene análisis políticos sobre hechos, sus motivaciones son varias:

Fue sargento, agente de Inteligencia durante 20 años, trabajaba en la Unidad de barridos electrónicos, que tenía la misión de perseguir a personas que hablaban mal del expresidente. 

La otra motivación de Chicaiza está relacionada con una enorme vanidad de estar al servicio de ese Gobierno. Hay cartas de él a Correa en las que le declara su absoluta lealtad.  También le escribe que él hizo todo por la patria, pero que ellos le dejaron solo. El problema central fue verse abandonado por sus jefes cuando empezaron los juicios en su contra.

En su búsqueda por defenderse, el exagente hizo contraespionaje y grabó a sus jefes. Lo obligaron a poner un juicio penal contra Fernando Balda, por difamación.

¿Cómo mira al personaje y activista político, hoy candidato a la Asamblea, Fernando Balda?

Estaba atado al correísmo, a su ascenso político en Alianza PAIS, y a las razones de su ruptura con esa organización.

Balda utilizó dos grabaciones clandestinas: la primera fue de una reunión en el despacho de Correa. Allí se escuchó la voz de la asambleísta Silvia Salgado y de cómo se alteró la Constitución. Eso es gravísimo y terminó con un juicio a Balda.

Esa grabación se pasó en Teleamazonas y Correa pidió la clausura del medio.

La otra grabación fue de Ignacio Chauvin. Él dijo que supuestamente Gustavo Larrea pidió investigar a Fabricio y Pierina Correa, hermanos del expresidente, porque hacían negocios con el Estado. En esa grabación también se hablaba de la colaboración de las FARC con la primera campaña de Correa.

Balda también denunció que Rommy Vallejo, asesor de Inteligencia de la Presidencia, puso un troll center, en el edificio del Fondo de Solidaridad, en Quito. Los medios fueron a ese lugar y se armó un escándalo, pero no vieron nada porque según dijo se filtró la información y ellos levantaron ese troll.

Balda, además, denunció al troll center de Fernando Alvarado, exsecretario de Comunicación, hackeó una cuenta suya.  Eso muestra que Balda era de cuidado para el correato.

¿Para qué se usaba el servicio de Inteligencia de Correa?

No era para vigilar el narcotráfico o la trata de personas, sino para quién hablaba mal de Correa en las redes sociales. Se enteraron que se armaba una reunión con el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, y los opositores de Ecuador, en mayo de 2012. 

Uribe quería armar un compromiso político internacional contra el chavismo y juntó a los opositores ecuatorianos.

El exagente Chicaiza se infiltró en esa reunión. A él lo llamaban “Ratón” por su habilidad para transformarse. Si tenía que seguir al papa, se vestía de monaguillo.

¿Por qué Balda logró enjuiciar a Correa y a los exagentes Chicaiza y Falcón?

Por una pelea política entre José Serrano, expresidente de la Asamblea,  y el fiscal General del Estado, Carlos Baca Mancheno. Este último desempolvó la denuncia que Balda había presentado por secuestro cinco años atrás.

Lo llamó a reconocer la firma y reactivó la denuncia, pero jamás pensó que llegaría hasta Correa. Baca creyó que solo avanzaría hasta Serrano.

Fueron juegos e intrigas a alto nivel y cayó el exfiscal. Después el fiscal de transición, Paúl Pérez Reina,   puso orden de prisión a Chicaiza y Falcón, que se vieron acorralados y entregaron toda la información.

Es interesante mostrar cómo fueron estos juegos por abajo que terminaron en la sentencia contra Pablo Romero y el llamado a juicio y orden de prisión a Rafael Correa.

¿Por qué cayó el fiscal Carlos Baca Mancheno?

Confluyeron varios factores y el exfiscal cometió errores. Su respuesta a la intromisión de Serrano en la Fiscalía fue grabar a los compadritos lindos, que están en el libro: José Serrano y el excontralor, Carlos Pólit, prófugo y sentenciado por la trama de corrupción de Odebrecht. Serrano le dijo a Pólit que Baca era un miserable y no cumplía con los acuerdos.

¿Cuál fue la primera pelea en Baca y Serrano?

El expresidente de la Asamblea subió en un avión y fue a traer a Carlos Pareja Yannuzzelli (Sentenciado por corrupción en el caso de la Refinería de Esmeraldas), en Miami. Pareja  y Serrano llegaron a un acuerdo, aunque Serrano no era el fiscal.

Su objetivo era defender al exvicepresidente Glas y que Pareja asome como responsable. Por ello, Serrano también voló a Panamá para hablar con Bucaram. Todo fue para proteger a Glas.

No entiendo por qué hasta ahora esos personajes no han sido procesados por interferir en la justicia.

¿Por qué se desató la segunda pelea entre el exfiscal y el expresidente de la Asamblea?

Porque Baca Mancheno llamó a juicio a Glas. Hubo una llamada telefónica entre él y el bloque de Alianza PAIS, correísta en ese momento. Serrano le dijo: ¿por qué llevas a juicio al compañero, Jorge Glas. Pero, en realidad, la pregunta debía ser: ¿Por qué no  protegiste a Glas?

Baca era hombre de Correa y se les viró de alguna manera. Eso armó un conflicto interno muy fuerte.

Pero hubo un tercer conflicto.

Sí, por el acuerdo que habría hecho el expresidente de la Asamblea con el excontralor Carlos Pólit. En el libro consta Serrano habría acordado con Pólit para que su hijo no sea llamado a juicio ni sentenciado por el caso Odebrecht.

Así se manejaba la Justicia y la política en Ecuador, ese caso terminó con la condena de Jorge Glas; la salida de Carlos Baca; la caída de José Serrano; y el juicio contra Rafael Correa por el secuestro de Balda.

Son cuatro hechos enormes cuyos orígenes confluyen en marzo de 2018. Allí se definió mucho la política de este país a propósito del secuestro de Balda. Por eso este caso tan importante.

¿Por qué el exfiscal Baca tomó ese camino?

No se volvió anticorreísta, creo que en las personas también habita la dignidad. Era el fiscal, pero quisieron trapear el piso con él y nadie permite eso. Fue una reacción natural,  no podía ser un pelele, aunque algunos sí lo han sido. De alguna manera, eso fue parte del paisaje político de Ecuador en ese momento.

Baca, quien representaba al anterior régimen, estaba en ese cargo para proteger a Correa y a los suyos, porque el expresidente  dejó amarrada la balsa. Nadie suponía que el exfiscal iba a reaccionar así. Tampoco que el presidente Moreno iba actuar como lo hizo después de posesionarse.

Usted muestra cómo se manejaba la política ecuatoriana.

Este libro establece los hechos y los relaciona. Se ve con perplejidad que la política ecuatoriana estaba hackeada, interceptada por espías. Los agentes usaban esos instrumentos, chats capturados, llamadas telefónicas e incluso mostraron fotos del actual Presidente.

El libro muestra cómo se hace política en este país.

¿Cómo debe trabajar el periodismo de investigación en un caso así?

Tuve acceso al juicio completo, los peritajes, la información de la Fiscalía colombiana, la investigación de revista Vanguardia. También los testimonios de los juicios, entrevisté a Chicaiza y a Balda para conocer los detalles que están en el libro. Además era importante contrastar los hechos, por ejemplo, de dónde y por qué salió este joven político que causó tanto dolor de cabeza al gobierno de Correa.

Me interesaba que quede para la memoria histórica,  los argumentos por los cuales se llevó a juicio a Correa y a su secretario de Inteligencia, Pablo Romero, quien fue condenado por el secuestro de Balda.

Eso es terrible para un país, devela cómo se usó a Ecuador de manera perversa; y cómo esos recursos públicos se utilizaron para un secuestro.

¿El libro tiene héroes?

No, el trabajo no se casa con nadie. Trata de mostrar los personajes tal como son y en un momento de la vida de Ecuador. Muestra lo que era el país y que sigue siendo, lamentablemente. Lo que importa es que se haga las cosas como quiere el caudillo, y los caudillitos también, porque la revolución lo justifica.

Este caso registra la cloaca correísta en los servicios de Inteligencia, que no han sido auditados ni fiscalizados por ningún poder, hay informes de operativos falsos y se usaron millones de dólares para perseguir. No se ha auditado cómo esos jefes de Inteligencia actuaron, es hora de que el país pida cuentas; si no, esa historia se repetirá.  



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