Publicidad

Ecuador, 22 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El uso de Un lenguaje positivo aporta a una transformación social y cultural

‘Abuelito’, el estereotipo de la vejez en los medios

En los medios de comunicación impresos, radiales y televisivos no existen periodistas especializados en gerontología, a diferencia de otras áreas, como la política, deportes o seguridad. Foto: Marco Salgado.
En los medios de comunicación impresos, radiales y televisivos no existen periodistas especializados en gerontología, a diferencia de otras áreas, como la política, deportes o seguridad. Foto: Marco Salgado.
29 de marzo de 2014 - 00:00 - Por Mónica Roqué*

Pensar el cambio social vinculado con los adultos mayores es una compleja labor donde intervienen múltiples actores. En Argentina partimos desde una perspectiva de derechos que busca posicionar al adulto mayor, no como un sujeto de la asistencia, sino como un titular de derechos. Este enfoque de empoderamiento permite a los mayores reconocer sus capacidades, incrementar los niveles de autonomía y generar reivindicaciones de derechos personales y colectivos.

Modificar el modo en que comunicamos la vejez no es menor para lograr esto. Un nuevo lenguaje surge como reflejo de representaciones sociales más positivas y donde cada palabra se convierte en un instrumento de cambio social. Es aquí donde los medios y periodistas juegan un papel importante en esta transformación social y cultural.

Una forma de discriminación desde los medios hacia este grupo de la población es su invisibilización.

¿De qué modo los medios relatan hoy la vejez y cómo construyen vejeces diferenciadas? ¿En qué medida los marcos actuales de representación mediática propician identidades y roles adecuados a los adultos mayores de hoy?

Para encontrar respuestas podemos analizar algunas cuestiones vinculadas con el envejecimiento en los medios de comunicación.

El ocultamiento es una de ellas: la falta de representatividad funciona como un velo porque se habla y muestra menos adultos mayores que otras edades. Sin embargo, el 14,3 por ciento de adultos mayores, casi seis millones de personas, es definido como gran consumidor de medios.

Contrariamente, los grandes consumidores de medios en la actualidad son los adultos mayores.

Los roles estereotipados son otra gran traba: cuando se habla de los adultos mayores las notas siempre refieren a unos pocos roles esperables (abuelos o jubilados, enfermos o limitados), invisibilizando otros muy valiosos como las nuevas ocupaciones y preocupaciones, tan amplias como en otras edades.

Llamarlos abuelos o jubilados resulta reduccionista y despersonalizado. Las personas mayores tienen múltiples roles: esposos, amantes, profesionales, militantes políticos o sociales, dirigentes, algunos padres, algunas madres, algunos abuelos o abuelas, pero todos personas, sujetos de derechos. Imaginemos: si nos encontramos con Estela de Carlotto o Hebe de Bonafini, ¿las llamaríamos abuelas o abuelitas?

Por otro lado, existe un cierto concierto de imágenes que apelan reiterativamente a la vejez para hablar en términos negativos, asociados a padecer, a la enfermedad o a la molestia para otros.

La falta de centralidad es otra variable que aparece en el análisis de los adultos mayores en los medios: es casi excepcional encontrarlos como protagonistas de una serie o telenovela.

DATOS
A la hora de construir la vejez como noticia se lo hace desde representaciones sociales obsoletas y negativas.

En la selección de los temas se mira a la vejez como un peso económico, sanitario y social, dejando en el camino la experiencia y los valores de los viejos.

Como fuentes informativas, generalmente se recurre a instituciones gubernamentales del sistema previsional y sociosanitario, en desmedro de los grupos de adultos mayores.

Para el tratamiento de los temas, urgen periodistas especializados en gerontología, como existen en política o economía.

Este enfoque sobre los mayores en los medios aparece como parte de una mirada prejuiciosa hacia la vejez, a la que el psiquiatra R. Butler denominó ‘ageism’, y que fue muy bien traducido a nuestra realidad local como viejismo por el profesor Salvarezza. Este concepto fue definido como una alteración en los sentimientos, creencias o comportamiento en respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o grupo.

A diferencia de otros prejuicios, donde los victimarios y las víctimas suelen reconocerse claramente, y donde el repudio es claro, el viejismo, o prejuicio hacia las personas mayores, puede operar sin ser advertido. No existen grupos que repudien explícitamente a las personas mayores, sin embargo tenemos cotidianamente actitudes que dan cuenta de este sutil rechazo y condena hacia la vejez.

En este contexto, la ausencia de un odio explícito hacia los viejos, por un lado, y una amplia aceptación de sentimientos y creencias negativas, por el otro, producen que el debate sobre esta temática se vuelva particularmente fructífero, ya que el prejuicio puede encontrarse en niveles no descubiertos de uno mismo y por ello poco controlables.

Fortalecer las imágenes positivas de la vejez no implica no dar cuenta de los factores negativos que puede tener el proceso de envejecimiento, sino equilibrar una balanza que se inclinó durante mucho tiempo sobre los aspectos negativos.

Es indudable que actualmente los medios de comunicación tienen una mirada más positiva, pero es necesario pensar la reconstrucción de los espacios de representación, tal como sucedió con las mujeres u otros grupos, para poder cuestionar el modo en que percibimos la vejez: romper las barreras del sentido común para que los viejos puedan ser actores protagónicos y no solo convidados eventuales a una fiesta que no es para ellos.

Este fue uno de los objetivos que nos motivó a iniciar la Campaña Nacional de Buen Trato hacia las Personas Mayores: modificar prejuicios y estimular una nueva vinculación de la sociedad con sus ‘mayores’ integrantes.

* Directora Nacional de Políticas para Adultos Mayores. Secretaria Nacional Niñez, Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social, Argentina.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Conviene pensar en el panorama social que nos rodeará en pocos años más al formar parte del creciente ejercicio de adultos mayores, además del círculo familiar y unos cuantos amigos que van quedando. La invisibilización de los ancianos se consolida paulatinamente en un “delito del silencio” con la complicidad de algunas estrellas de micrófono que cuentan con muchas canas y varias décadas de experiencia.

Con sus 60 años, la presidenta del FMI considera que “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, ¡y ya!”. Este grupo poblacional está fuera del mercado, es casi invisible y esta realidad también se reproduce en los medios de información y en quienes ejercen el periodismo, a pesar de sus años.

Los ancianos no solo se enfrentan al abandono, la indiferencia o al irrespeto. Detrás se esconde una serie de derechos como seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económicas, sociales, culturales y políticas. Asumir este enfoque significa un nuevo paradigma en las acciones que toman los gobiernos.

Ni al interior de las mismas organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales hay investigaciones, cifras o programas específicos sobre este colectivo, por eso no forman parte de los discursos y tampoco del imaginario social. Su vejez está condicionada a los recursos económicos de los que dispongan, a la posibilidad de una pareja, a familiares cercanos o a la soledad.

Social media