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El Telégrafo
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En países como Estados Unidos, España, Portugal, Francia e Italia también existen regulaciones a la comunicación

Lula propone una ley de medios en Brasil

Lula propone una ley de medios en Brasil
25 de mayo de 2014 - 00:00 - Juan Manuel Karg, especial para El Telégrafo

Brasil no solo vive de la previa a la Copa del Mundo: Si bien no competirá en las elecciones presidenciales de octubre, donde su compañera del PT Dilma Rousseff busca un nuevo período, Luiz Inacio Lula da Silva siempre es noticia y marca agenda política en el país.

En los últimos días, el expresidente manifestó su opinión sobre la necesidad de avanzar una nueva ley que regule la actividad de los medios en Brasil, dando cuenta de lo obsoleto del actual marco normativo, que data de 1962. ¿Qué dijo Lula sobre los medios masivos privados? ¿Qué debates se abrirán en Brasil con sus intervenciones?

Hasta ahora, Brasil no había sido parte de los gobiernos posneoliberales que impulsaron un cambio en la normativa mediática, legislación mediante. ¿Podrá sumarse el gigante latinoamericano a países como Venezuela –Ley Resorte–, Argentina y Uruguay –cada una con su Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual–, y Ecuador –con la reciente Ley Orgánica de Comunicación–? Al parecer sí, de acuerdo a las recientes declaraciones de Lula.

El expresidente habló hace días en un foro de blogueros en Sao Paulo, donde afirmó que “todas las sociedades democráticas del mundo tienen mecanismos de regulación de los medios de comunicación”.

Lula no solo citó ejemplos del continente, sino que se dedicó a demostrar que en Estados Unidos, España, Portugal, Francia e Italia también hay legislaciones que regulan esta actividad.

¿Cuál fue la intención de Lula? Demostrar la doble vara que hay sobre el tema, tanto en el ámbito político en nuestros países –donde de forma reiterada se denuestan estas regulaciones que afectan la concentración mediática solo por el carácter ideológico de los gobiernos– como en los propios medios de comunicación privados –algunos de los cuales, regidos por una lógica netamente empresarial, temen perder privilegios frente a estas nuevas herramientas.

Actualmente, en el mercado mediático brasilero predomina el ‘no law’; es decir, la ausencia de regulación. ¿Por qué? Por lo obsoleto del Código Brasileño de Telecomunicaciones, que data de 1962.

Además, los principales grupos de comunicación en Brasil pertenecen a 6 familias: Marinho (Globo); Civita (Abril); Frias (Folha); Sirotsky (RBS); Mesquita (Estado); Bandeira de Melo (Associados).

Estos 6 grupos controlan más de 500 medios –entre gráficos, radiales y audiovisuales– que a su vez son nacionales o estaduales.

Contra este tipo de concentración es que, desde la sociedad civil, se vienen dando interesantes aportes, como el Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación, iniciativa encabezada por la Central Única de los Trabajadores (CUT) y diversas organizaciones sociales, gremiales y políticas.

Otra interesante reflexión del expresidente en su encuentro con blogueros tuvo que ver con que, según su punto de vista, muchas veces los grandes medios privados “se dan el lujo de burlarse de la política” como herramienta de transformación de las sociedades, algo que considera poco beneficioso para nuestras democracias.

Luego de ello, afirmó con claridad que “la negación de la política no mejoró a ningún país del mundo”, algo que, en nuestro continente toma mayor consideración si estudiamos los cambios producidos a partir de la emergencia de una serie de gobiernos posneoliberales en la última década.

Aquí hay una conclusión posible: tras un velo de “neutralidad” y condena a “la política” en términos generales, estos medios efectivamente hacen política día a día; en beneficio, claro, de sus intereses, diferentes a los de las grandes mayorías.

Sin duda, a partir de estas elocuentes palabras, los conglomerados mediáticos intentarán condenar un supuesto “avance de Lula contra la prensa”, una idea y leitmotiv que ya ha circulado antes en Venezuela, Argentina, Ecuador y Uruguay, ayudado por parte de los sectores políticos más conservadores en cada uno de estos países.

Esta será, además, la deducción lógica de los grandes grupos empresariales –tanto de Brasil como del continente– que intentarán jugar con un sentido común determinado (y, paradójicamente, producido por estos grandes medios privados, constructores de una potente instalación de temas).

Sin embargo, la puesta en discusión del tema seguramente influirá en el debate político de cara a las próximas elecciones presidenciales, convirtiéndose en punto de referencia –a favor y en contra– de los diversos candidatos.

La discusión ya está sobre la mesa, algo no menor para un país gigante cuyo marco normativo sobre el tema se encuentra profundamente distanciado de los avances que se han producido en otros países de la región.

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