La investigación es parte fundamental del infografista
Todo inició con una voz que me decía el tema para trabajar: prepara algo sobre el ajolote o Ambystoma mexicanum, una especie endémica de Xochimilco. Pero no sabía nada sobre el anfibio. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene un área especial que trabaja en rescatar esa especie. Me puse en contacto con los responsables y aceptaron darme entrevistas y el material que requería para hacer el despliegue del ajolote en forma gráfica.
Para mi sorpresa, las instalaciones se encontraban en Xochimilco, en la zona de las chinampas, que son pequeñas islas empleadas para sembrar gran variedad de vegetales. Subí a una pequeña balsa, encendieron los motores e iniciamos su búsqueda.
Los científicos habían colocado pequeñas trampas donde antes se localizaron estos anfibios que, para desgracia, no habían atrapado a ninguno. Pero no nos dimos por vencidos y continuamos buscando por dos horas más. Lanzamos redes al agua en diversos puntos de los canales.
Estos pequeños animalitos son muy escurridizos y su población ha disminuido drásticamente en los últimos 10 años. Sin tener éxito en esta misión en su hábitat natural, regresamos al punto de partida en la universidad. Allí, al ver mi interés por este pequeño ser de características extrañas, me prestaron una especie para apreciarlo de cerca y al tomarlo su piel se sentía media resbalosa y lisa, en cambio, en la cabeza se notaban unas pequeñas ramificaciones, que eran sus bronquios, me explicaron los docentes. Estas las emplea para respirar y en sus patas tiene pequeños dedos puntiagudos.
Después de observarlo detenidamente y de tomarle fotografías dejé que regresara a un pequeño recipiente. Allí pude apreciar su singular modo de nadar: pega sus extremidades a su cuerpo y eso le permite un mejor desplazamiento. Algo interesante del ajolote es que puede regenerar diferentes zonas de su cuerpo, como sus patas, sus bronquios, su cola, e incluso parte de su cerebro y corazón. Esas características son las razones por las que lo estudian alrededor del mundo.
Al concluir esta visita, regresé a la redacción con bastante información para desplegar el tema en cuatro páginas. Solicité al ilustrador dibujos, basados en las fotografías que tomé, y el resultado fue increíble.
En este tema pasó algo curioso, la publicación tardó un año a pesar de tener la infografía terminada porque hubo constantes cambios en la edición. Cuando por fin vio la luz corrí al quiosco más cercano para comprar un ejemplar. Estaba muy contento por ese trabajo, aunque no obtuve ningún reconocimiento a escala nacional o internacional. Sin embargo, me dejó una gran satisfacción personal, porque pude encontrar al pequeño anfibio de manera infográfica. (I) et