Empresariado ecuatoriano sigue esquema de hace 20 años
La terminación de las preferencias arancelarias (Atpdea, por sus siglas en inglés) entre Ecuador y Estados Unidos, dejó al descubierto un sector empresarial nacional que está en deuda con el país en términos de innovación de la producción y de creación de valor agregado.
“Tenemos un empresariado que tuvo durante 20 años la Atpdea como una forma de renta económica que, en lugar de pensar en el futuro, se consolidó en esa estructura, y esperó que pasen los 10 primeros años, luego los otros 10 y no cambió ni pensó que algún día se agotarían las preferencias, y pretendió más bien prolongarlas”, afirmó el docente e investigador en políticas económicas, comercio e integración, Juan Fernando Terán.
Se acostumbraron a ganar –añadió– sin elementos innovadores. “Necesitamos una economía y un país con una nueva generación de empresarios dispuesta a transformarse radicalmente para sobrevivir y generar producción”.
El 27 de junio, el Gobierno decidió retirarse unilateralmente de la Atpdea, porque manifestaba que el sistema fue utilizado por Estado Unidos como un mecanismo de chantaje político y económico en contra de Ecuador.
Para el gerente del Grupo Difare, Antonio Quezada, la dependencia ecuatoriana de Estados Unidos, que nos compra más del 55% de la producción exportable, ha creado un umbral de confort para el sector exportador que los ha inhibido de incursionar, agresivamente, en nuevos mercados con otros productos. “Le vendemos lo mismo y queremos venderle más de lo mismo, ante lo cual, un cliente importante, independiente de quien sea, pone sus condiciones”.
Sostuvo que si el Gobierno está dispuesto a rescindir parcialmente su soberanía y acceder a una forma de intervencionismo, el país recibirá los beneficios de estos acuerdos. Precisamente, “parte del empresariado piensa que el Gobierno debe acceder y hacer concesiones en aras de tener la Atpdea”.
Pero Quezada recordó que la negociación de los tratados de libre comercio no fracasaron por culpa del Gobierno (cada cual en su mandato), sino por la presión de varios sectores empresariales que no querían aceptar las reglas para los convenios.
La salida de las preferencias arancelarias será compensada por el Estado ecuatoriano con 23 millones de dólares en favor de los empresarios. “Esto nos permitirá competir con los exportadores de otros países, quienes acceden al mercado estadounidense con arancel cero”, manifestó el director del Comité Empresarial Ecuatoriano, Roberto Aspiazu, quien abogó por un acuerdo comercial a largo plazo con Estados Unidos. A Terán le preocupa que el sector va a esperar 20 años más para decidirse por el cambio y dejar de ser productores primarios básicos.
De hecho, el empresariado nacional se considera dentro de una categoría de tamaño media para abajo y no de la media para arriba, como señala el director de la Asociación Nacional de Empresarios, René Ortíz, porque, en su opinión, no existen esas capacidades en el país. No obstante, indicó que el sector florícola en la Sierra ha podido desarrollar una gran cadena de valor agregado, en el que el desempeño laboral es mayoritariamente femenino.
También se refirió a otras cadenas de producción agroindustriales que se han abierto mercados en el mundo de productos naturales que gozan de un rango de excelencia por llevar el sello verde y constituir la verdadera demanda del mercado mundial.
Matriz productiva
En efecto, la mayor parte de los empresarios “consolidados” surgió respondiendo a las exigencias de la vieja matriz de producción, exportación y acumulación. Hoy están frente a otro reto con la nueva matriz productiva, que es el objetivo prioritario de la actual Administración.
Escéptico, Terán asegura que no existe todavía la cantidad de empresarios necesaria para responder a la construcción efectiva de una matriz basada en la provisión nacional e internacional de bienes y servicios sustentados en el conocimiento. Surja o no por sí sola, “la nueva generación de empresarios necesita ser incubada mediante políticas públicas que generen una transformación paulatina de las prácticas y culturas económicas imperantes”.
El consultor invitó a transformar nuestras conductas ahora; caso contrario, “nos vamos a topar con la ingrata sorpresa de que en 10 años seguiremos produciendo brócolis o frutas sin haber transformado nuestra matriz productiva”.
A propósito, el brócoli, las alcachofas y las rosas ecuatorianas están a la espera de que Estados Unidos les incluya dentro del Sistema General de Preferencias (SGP) que ese país otorga a las todas las naciones en vías de desarrollo.
Tomando en cuenta que el mundo es multipolar, Terán dijo que se abren opciones productivas inéditas para los países latinoamericanos en materia de comercio, incluyendo la producción primaria.
Para aprovechar esas oportunidades y construir el país, destacó que se requiere empresarios que dejen de concebirse a sí mismos solo como “propietarios del capital”, como “dueños del dinero” o como “atesoradores de rentas”. Si persiste esa lógica, “aquellos seguirán reproduciendo las trayectorias históricas previas”
En su opinión, Ecuador necesita empresarios que, en el hecho cotidiano y no solo en la retórica, se asuman como agentes económicos con capacidad para reinventarse a sí mismos las veces que sean necesarias.
Con una actitud así, el experto señaló que Ecuador no tendrá que preocuparse por tener o no tener acceso a subsidios estatales o a prebendas como la Atpdea.
Por lo tanto, sostuvo que una cultura empresarial sin miedo al cambio es el fundamento de la creatividad y la innovación a nivel de la empresa y, también, de la viabilidad de una economía.
Por su parte, Quezada habla de un empresario/administrador, es decir, que conozca las herramientas modernas de administración; tenga una visión globalizada y se desempeñe en un mundo global (por ejemplo, debe hablar otros idiomas, por lo menos inglés) y, sobre todo, tenga la disciplina empresarial de cumplir con la ley y respetar a las instituciones.
El sector ha iniciado conversaciones con el Gobierno sobre la matriz productiva. Aspiazu informó que, seguramente, habrá una primera reunión sobre el tema de los biocombustibles, cuya propuesta están redactando.
En cambio, Ortíz cree que la nueva matriz productiva está dirigida a “grandes y selectivos” inversionistas internacionales “que van a buscar, fundamentalmente, seguridad jurídica como base para poder considerar sus capitales y aplicaciones tecnológicas en Ecuador”. Esto, por el carácter de las industrias siderúrgica, petroquímica, las plantas de urea y construcción de astilleros.
“No tenemos un empresariado innovador, sino uno que está a la espera de que el Estado le tutele y así no aportará a la transformación de la matriz que necesitará también de la producción nacional. El sector debe olvidarse de la renta y empezar a formar líderes empresariales y sociales que tengan capacidad de aventurarse al mundo, ser flexibles y transformarse las veces que sean necesarias, aunque no sea parte de nuestra cultura económica”, enfatizó Terán.
“Sin tapar el sol con un dedo, la innovación en las empresas ecuatorianas existe, pero en ámbitos y con alcances muy reducidos y poco dinámicos”, admitió Quezada.
Dentro de cualquier escenario, el problema radica en que el sector se siente enraizado con el mercado estadounidense, como “si vendieran –señala Terán– al más grande gordo del barrio que ya no va a crecer más, ni adquirir tanto en los próximos años y está enfermo”.
El especialista insistió que ellos deben apuntar al muchacho que más crece y va a seguir creciendo en el barrio, que ni siquiera llega a la adolescencia y tiene una capacidad impresionante de compra; “ahí está el futuro como empresario”.
Diversificar la matriz exportable de bienes y productos
En consecuencia, la visión empresarial debería enfocarse a los mercados asiáticos o africanos –como lo hace Brasil desde hace más de 10 años– y a las economías emergentes. Esto implica una nueva cultura y educación basada en el aprendizaje de otros idiomas, como el chino.
Según Terán, el componente de la China, por ejemplo, tiene que ver con los propios migrantes de ese país que se aventuraron, desde hace décadas, a salir de sus fronteras para generar negocios, retornan y se vuelven empresarios con una actitud de negocios distinto.
De hecho, el consultor destacó la necesidad de que se produzca una transformación cultural desde el mismo sector, que implica ubicarse en el contexto geopolítico y geoeconómico del mundo; darse cuenta de cuáles son las tendencias y empezar a trabajar en función de eso; romper una serie de mitos que están en su cabeza; y construir condiciones para abrirse a mediano o largo plazo hacia los nuevos mercados extranjeros.
Develó uno de los mitos: EE.UU. es nuestro mayor mercado, pero en 1930, fue Europa. En esa época, el presidente Galo Plaza creó condiciones institucionales y transformaciones culturales y educativas con el aprendizaje del inglés, que permitieron al empresariado abrirse al mercado estadounidense. Si se quiere como ejecutivo salir adelante, el experto precisó que hay que empezar a educar a los hijos con otra lógica, enseñarles que el mundo es más allá que los Estados Unidos; y, de ese modo, empezar a tener una generación innovadora.
Restó importancia a la Atpdea, porque las preferencias causaron más daños que beneficios, al haber acostumbrado al grupo a tener una renta económica que ahora hay que transformar.
Innovar productos
Ecuador ha avanzado mucho en la construcción de un sistema de planificación que permita generar las condiciones macroeconómicas y macropolíticas de la transformación. Pero no es suficiente. Terán considera que las viejas y nuevas generaciones de empresarios deben asumir una visión más estratégica, incluso en función de sus propios intereses. La diversificación de mercados no es suficiente, también hace falta innovar los productos.
En este escenario, es prioritario invertir en investigación y desarrollo, tomando en cuenta que la empresa es un espacio también de experimentación y creación, de lo cual, los entendidos en la materia opinan que su supervivencia depende a largo plazo de la generación de valor agregado.
Adverso al riesgo
No obstante, el empresariado, generalmente, es adverso al riesgo, y mientras menos capacitado se encuentre, más dispuesto está a “proteger” su patrimonio fuera del país. Es así que saca sus capitales al extranjero, antes de reinvertirlos en sus propias unidades de negocios, o para actualizar la tecnología, incrementar la producción, o pagar mejores salarios a sus trabajadores.
Quezada opina que, felizmente en estos seis años de Gobierno del presidente Correa, todos los sectores productivos han tenido grandes réditos que han permitido que muchos inviertan en el país. “Los que no lo han hecho, ahora están en serios problemas”.
También coincidió en que los próximos años, se torna urgente favorecer prácticas empresariales que no dependan de la perpetuación de las rentas económicas, esto es, que no esperen privilegios especiales. Sin embargo, sostuvo que el problema se concentra en la administración deficiente de las empresas porque no hay una gerencia de élite que organice a los seres humanos, de tal manera, que genere oportunidades y resultados.
Además, señaló que hay empresarios innovadores y creativos; pero dijo que la mayor parte está muy satisfecha con el status quo. Puso el ejemplo de Colombia, donde hay un largo proceso cultural y empresarial; los empresarios, “hace muchos años, se dieron el tiempo para aprender nuevas herramientas y conocimientos gerenciales y administrativos”
Por su parte, “el empresario ecuatoriano ha enviado a sus hijos a estudiar fuera del país y tratar de que esta nueva generación haga el cambio productivo. Lamentablemente en negocios familiares, es muy baja la probabilidad de que las empresas sobrevivan a la segunda generación”.
Índice de confianza empresarial
Datos del Banco Central del Ecuador (BCE) dan a conocer que, a mayo de 2013, el Índice de Confianza Empresarial (ICE) Global, registró un aumento de 14 puntos con respecto al mes anterior (abril de 2013), para ubicarse en 943,4 puntos (ver gráficos).
La variación se debió a incrementos en los ICE’s de las cuatro ramas de actividad económica analizadas. En dichas ramas, de un total del 100%, el sector de la industria aportó al ICE global con el 43,5%, el comercio contribuyó con el 23,4%, la construcción con el 22,7%, y los servicios el 10,4% restante.
Según el BCE, el ICE Global se ubicó en el 3,6% en el mes de análisis sobre su tendencia de crecimiento de corto plazo. Es decir, “que se encuentra en terreno positivo” desde junio de 2011.
En ese mismo terreno se localiza el índice de confianza industrial, que presentó en mayo una variación positiva de 30,0 puntos, para ubicarse en 1287,0 puntos (ver gráfico 1).
Este ciclo se encuentra 4,1% sobre su tendencia de crecimiento, el máximo valor registrado desde el año 2008. Entre tanto, la rama comercial mostró un aumento de 16,5 puntos para situarse en 1078,4 (ver gráfico 3).
Sin embargo, la serie del índice se encuentra 1,4% por debajo de su tendencia de crecimiento, manteniéndose así en terreno negativo desde agosto de 2012. A partir de esa fecha, en promedio, tiene un valor de 1,5% por debajo de la línea.
De todos los sectores, la construcción sobresale en el tema: registró un crecimiento importante de 20,6 puntos, acumulando 1080,7 (ver gráfico 5).
Según el BCE, la fase del Índice de Confianza Empresarial es positivo, al haberse ubicado en mayo en el 5,9% sobre su tendencia de crecimiento.
Del mismo modo, el ICE del sector servicios aumentó 3,3 puntos, situándose en 676,8% (ver gráfico 7).
A mayo alcanzó el 4,6% por encima de lo que viene subiendo, desde mayo de 2011. Refiriéndose al volumen de producción industrial en mayo, el Banco Central informó que se registra un incremento del 3,4% en relación al mes anterior.
Así, se superaron las expectativas de los empresarios manifestadas en abril de 2013 (2,1%). La previsión para junio señaló un aumento del volumen de producción en 1,8%.
La entidad también informó que desde marzo de este año, la cantidad de empresas del sector industrial es superior al número de unidades de este negocio que dicen estar peor.
En consecuencia, el saldo de esa actividad a mayo de 2013 superó el 30%. A la misma fecha, la demanda laboral del sector comercial se incrementó en 0,1% con respecto al mes precedente, según el Banco Central.