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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El regreso de la clase media en el Ecuador

Durante la década de los ochenta y los noventa hubo un proceso de desmantelamiento del Estado, no precisamente con las privatizaciones a la cabeza del ideario neoliberal pero sí en el marco legal que se estableció, principalmente, entre 1992 y 1995: finanzas públicas, sistema financiero y programas de ajuste fiscal. La presencia del Estado fue desapareciendo de forma sistemática. La red de incentivos y capacitación para incluir a más personas en actividades productivas fue suprimida y se superpuso la lógica de la austeridad, y de la apertura financiera sobre el sector real de la economía. En palabras de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, mencionadas en el foro “Brasil en la senda del crecimiento”: “La austeridad exagerada se derrota a sí misma”. Lo acontecido en Ecuador durante los años 90 confirma esas palabras. De una pobreza del 39,34% en 1995 pasamos al 52,18% del total de la población en 1999, según datos del del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). La política del permanente ajuste para cumplir con la deuda externa llevó a la sociedad ecuatoriana al peor de los escenarios: crisis bancaria y fiscal, altos índices de pobreza e indigencia y la pérdida de uno de los factores económicos más importantes, el recurso humano. Muchos ecuatorianos optaron por emigrar al exterior para encontrar oportunidades y empleo que les habían arrebatado las políticas recomendadas persistentemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La situación no fue tan distinta en Latinoamérica. Los altos niveles de pobreza y de indigencia fueron una constante en la región, aún con altas tasas de crecimiento de sus economías. La expansión económica no vino acompañada, en muchos casos, de empleo, y, al contrario, la desocupación siempre estuvo en alza. Esto trajo consigo (el modelo como tal) una redistribución de la riqueza en contra de los más pobres y a favor de los más ricos. En los últimos 6 años esta situación ha cambiado notablemente. El auge de los precios de los commodities y de una política económica soberana ha desembocado en una redistribución del ingreso a favor de los más pobres. El último informe del Banco Mundial (BM), llamado “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, hace mención a la salida de 50 millones de habitantes de la pobreza.

Según el informe los considerados pobres en la región para 1995 representaban el 45,7% de la población. De esos millones de habitantes, para el 2010, el 22,5% sigue siendo pobre, mientras el 21% pasó a una categoría llamada por el BM como vulnerable. Quienes pasaron de pobres a clase media representaron el 2,2%. El documento explica que una persona es pobre si tiene un ingreso por día entre cero y cuatro dólares, si tiene entre 10 y 50 dólares es considerado clase media. Dado esto, vulnerable significa tener un ingreso por día entre cuatro y 10 dólares con riesgos marcados de regresar al segmento inferior.

Lo importante del estudio es la cantidad de vulnerables existentes en 1995 transformada en clase media y la cantidad de población de esta última que se mantuvo en esa posición. Del 33,4% de la población considerados como vulnerables en 1995, el 18,2% pasaron a las filas de la clase medias de la región. En este sector, en 1995, no perdió posiciones a través de los 15 años (cuadro 1). Para establecer los segmentos pobres, vulnerables y medios de una sociedad, los autores del informe coinciden fundamental en el concepto de seguridad económica porque es uno de los rasgos que conforman el estatus de clase media, son un cierto grado de estabilidad económica y la capacidad de superar las perturbaciones. En esa dirección, si 10 dólares es el piso de la clase media en la región se puede decir que el 68% de la población en el 2010 vive por debajo de los ingresos diarios de esa clase. Pero como el BM acostumbra a tomar para América Latina el umbral de la pobreza en 4 dólares al día, este porcentaje se divide en un 30,5% para la clase pobre y 37,5% que vive entre la pobreza y la clase media (gráfico 1).

Este segundo grupo es un segmento de la población que corre el riesgo de caer en la pobreza con una probabilidad estimada superior al 10%. Es decir, entre los pobres y la clase media hay un número considerable de personas que parecen llegar con sobrada amplitud como para no incluirlo entre los más pobre, pero no gozan de la seguridad económica suficiente para pertenecer a la clase media. A este grupo se lo considera casi pobres o clase media- baja. Como en la región, Ecuador ha tenido un crecimiento promedio más alto con respecto a las dos décadas anteriores producto de precios más altos del petróleo, pero sobretodo de una política económica enfocada a una mayor inclusión social. Esa es una de las diferencias notorias entre los periodos 2000-2006 y 2007-2012. El peso del Estado en la economía es importante por el efecto multiplicador. Si el Estado gasta 100 dólares genera una actividad mayor a 100. Por ejemplo, construir una carrera dinamiza el comercio y otros sectores. Ese proceso inclusivo estuvo marcado por un mayor gasto en educación y salud (el gasto de salud por habitante fue de 221 dólares en 2011, 103 dólares más que en 2008), derogación de la ley de intermediación y tercerización laboral, renegociación de los contratos petroleros, una mayor cobertura de la seguridad social a la población y más control por parte del Estado de los derechos de los trabajadores, permitiendo un crecimiento del empleo formal abriendo la puerta a muchas personas al crédito de consumo proveniente de la banca privada.

En esa dirección, el peso del Estado también estuvo enfocado a generar mayores salarios en funciones primordiales como educación, salud y de la policía; y a recuperar su presencia en la sociedad conduciendo a una mayor captación de profesionales del mercado laboral. Según las cifras del INEC, los servidores públicos pasaron de 356.120 en 2006 a 472.380 en junio de 2012. Los cambios implementados en la política económica desde 2007 han permitido que muchos salgan de la pobreza y se ubiquen en segmentos superiores de la sociedad con mayor rapidez. A diciembre de 2006, la pobreza nacional (urbanorural) se encontraba en 37,6%. Dos años después, en 2008, se ubicaba en 35,1% y para fines de 2011 estaba por debajo del 29%. Es decir, en cinco años la pobreza se ha reducido en nueve puntos porcentuales. De forma análoga la incidencia de la pobreza por ingreso en la nacionalurbana se ubica actualmente en 16,3%, mientras la extrema pobreza se ubica en 4,7% de la población (gráfico 2). El coeficiente de Gini, procedente de la curva de Lorenz siendo 0 la igualdad total y 1 la máxima desigualdad, en el Ecuador se encuentra a septiembre del 2012 en 0,44, que mientras en septiembre de 2009 se encontraba por arriba de 0,50. Ecuador, en un comparativo regional tiene unos de los más bajos coeficientes de Gini demostrando la redistribución del ingreso a favor de los más pobres (gráfico 2).

El informe del Banco Mundial identifica al hombre y la mujer de la clase media latinoamericana, normalmente, como el trabajador del sector servicio razonablemente educado, empleado por una empresa privada, con un contrato formal, con derechos a prestaciones sociales, en una zona urbana. Tomando como base este concepto y la encuesta de estratificación del nivel socio económico de diciembre de 2011, podemos inferir el porcentaje de la población ecuatoriana perteneciente al segmento medio de la sociedad. La encuesta de estratificación del nivel socio económico establece cinco segmentos (A, B, C+, C- y D) diseñados en un rango de 0 a 1000 puntos donde el nivel de educación del jefe de hogar, el tipo de vivienda y estar cubierto por el seguro social otorga la mayor cantidad de puntos para estar ubicados en los segmentos A-B o estar alejados de las categorías C- y D. La muestra fue tomada en 9.744 viviendas que corresponden a 812 sectores censales distribuidas en los dominios de Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato. Según el estudio del INEC el segmento A, ubicado en el ángulo superior del triangulo, es el caracterizado estrato rico de la sociedad, mientras el segmento B y C+ se encuadran en el concepto de clase media definido en el documento del Banco Mundial por las siguientes caracterizaciones: el jefe de hogar tiene un nivel entre secundario completo y superior, es empleado en el sector de los servicios (salud, educación, instituciones públicas, etc); entre 77% y 92% está afiliado al seguro social y/o ISSFA o ISSPOL; y posee un tipo de vivienda con amplias comodidades y confort, entre otras condiciones que describen la seguridad económica propia de este segmento (gráfico 3).

En base a lo expuesto se puede determinar a la clase media ecuatoriana en un 34% que representaría 5,3 millones de ecuatorianos (la población total es de 15’618.147). Según datos del INEC, la clase media ecuatoriana ha tenido una evolución del consumo en 2010 con respecto a 1995. Los cambios más importantes son: el aumento de las compras realizadas en los supermercados, los viajes al exterior y el aumento de telefonía convencional. Además, el 67,8% de los hogares de clase media tiene computadoras, portátiles o de escritorio, y la casa, en vez del departamento, es la preferencia de este segmento. Lo llamativo de las encuestas es la baja en la contratación de empleadas domesticas para los hogares de clase media y en la asistencia a clubes de entretenimiento (gráfico 4).

La encuesta también revela que más del 90% de la población en los estratos B y C+ utiliza internet. Gran parte de la penetración de internet a los hogares ecuatorianos se debe a la reducción de precios. La tarifa principal del producto Fast Boy de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT), entre 2007 y el 2009, se redujo en 55%. Esta reducción tuvo sus efectos sobre el resto de proveedores para revisar sus precios a la baja y crear mayores facilidades en la contratación. En el periodo 2007-2008 el crecimiento de usuarios fue de 64% y la tarifa se fijó en 18 dólares. El estudio del Banco Mundial hace una conclusión muy importante con respecto a donde se emplean los jefes de hogar de la clase media. El texto indica: “En la mayoría de países de América Latina el empleo en el sector público es más frecuente entre los ricos que en la clase media (aunque México y Perú son excepciones)” y además “el sector público emplea a más de una cuarta parte de los trabajadores de clase media en un solo país: Honduras”.

Para junio de 2012 en el Ecuador la población económicamente activa estaba, según cifras del INEC, en 4’578.419 millones de habitantes y para esa misma fecha la cantidad de servidores públicos se ubicaba en 472.380, es decir, representa un 10,32%. Es así, que por lo menos un 23% de la clase media está empleada por el Estado, configurando una relación importante en el desenvolvimiento de este segmento. Los analistas coinciden en los frutos de una amplia franja de la sociedad sea de clase media o se encamine hacia esa posición. Pero, ¿el Ecuador estaba preparado para su surgimiento? Las cifras demuestran un rotundo no. El efecto del aparecimiento de la clase media en el Ecuador estuvo en el déficit de la balanza comercial no petrolera (BCnP). En el 2007, la BCnP tenía un saldo negativo de 4.336 millones de dólares siendo para diciembre de 2011 el doble de negativa (8.545 millones de dólares).

Gran parte de ese saldo negativo tiene sus razones en las importaciones de bienes de consumo (bienes de capital y materias primas sirven para dinamizar el mercado interno y las exportaciones), donde los no duraderos son mayores que los duraderos demostrando el auge del consumo en el país. Esto es un problema muy grave si se toma en cuenta que la economía está dolarizada y, por esa vía, se están perdiendo muchas divisas. Cabe notar que el Régimen ha tomado medidas como el Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) dirigidos a la fuga de capitales y a las importaciones de materias primas y bienes de capital con arancel 0%. Pero hay otro factor distorsionador de las cuentas externas: la banca privada, que en los últimos años se han especializado en los créditos de consumo y comerciales, contribuyendo al desequilibrio comercial.

Es evidente el aparecimiento de la clase media en la sociedad ecuatoriana, por ello es necesario no solo identificarla sino también buscar su crecimiento y/o sustentabilidad. En otras palabras, más pobres y vulnerables deben pasar al segmento medio de la sociedad. Es una responsabilidad de los hacedores de la política económica. Si bien, el informe del Banco Mundial destaca la expansión de la clase media en la región, lo hace dentro de un análisis intrageneracional por medio de una medida de movilidad económica, donde el aumento de los ingresos medios y los cambios de la desigualdad a lo largo de 15 años son en sí mismos estadísticas agregadas resumiendo los cambios en el bienestar de los individuos y de las familias, desatancándose una movilidad ascendente. Sin embargo, cuando se habla de un análisis intergeneracional (entre una generación y otra) la movilidad no es muy alta.

El análisis intergeneracional guarda relación con la independencia en el origen y el concepto de igualdad de oportunidades. Este último se refiere a una situación hipotética en la que ciertos factores predeterminados –como la raza, el sexo, el lugar de nacimiento o los antecedentes familiares- no tienen ningún efecto en los logros vitales de las personas. La movilidad perfecta en un sentido de independencia del origen significa lo mismo cuando se considera un único factor predeterminado, como puede ser el nivel educativo de los padres. Por eso, a pesar del movimiento ascendente de los ingresos a lo largo de la vida de una generación, la movilidad entre generaciones sigue siendo limitada en América Latina. En este ámbito, el informe afirma que hay una asociación positiva: cuanto mayor sea la desigualdad de los ingresos (medido por el coeficiente de Gini) más alta será la inmovilidad intergeneracional siendo en este caso los países de Argentina, Chile, Brasil y Perú. Todo lo contrario sucede con Suecia, Noruega y Dinamarca.

Por eso, la inversión de los gobiernos nacionales en educación y salud es primordial para que exista una mayor movilidad entre generaciones. Por último, en un análisis de movilidad intergeneracional, si bien es cierto que la expansión de la clase media en América Latina se debe al crecimiento económico y la redistribución del ingreso, cada uno de estos factores tiene una incidencia muy distinta en cada país, siendo el crecimiento económico el de mayor influencia en países como Costa Rica, México, Panamá y Ecuador. Pero en países como Argentina y Brasil la redistribución del ingreso tiene más reelevancia. Este escenario exige un mayor gasto social sobre el Producto Interno Bruto (PIB) para ir cerrando la brecha entre ricos y pobres.

 

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