PERSPECTIVA
Brasil, de los retos económicos y sociales al desafío del Mundial
Atrás quedaron los 21 años de dictadura militar, los episodios de alarmante hiperinflación y la depreciación de la moneda que llevó a Brasil a tener 5 tipos diferentes en menos de 10 años. Hoy, ese país no solo acogerá la Copa Mundial 2014, sino que es la séptima economía del mundo, la primera en América Latina y un actor importante en el escenario internacional.
Brasil ha experimentado un crecimiento estable desde hace 2 décadas, logró controlar la inflación y se insertó entre las economías emergentes que cambiaron la geopolítica mundial, a través del bloque BRICS, que reúne también a Rusia, India, China y Sudáfrica.
A la par del buen desempeño económico, Brasil es una de las democracias más sólidas del continente y ha dado enormes pasos en inclusión social. En la primera década del siglo XXI, 40 millones de pobres accedieron a la clase media, la desigualdad se ha reducido —aunque sigue siendo alta— y el salario real mejoró sustancialmente. Con esto, el consumo se convirtió en un factor clave del crecimiento de un mercado interno con más de 200 millones de personas quienes habitan en el quinto país más grande del mundo. Su territorio limita con todos las naciones sudamericanas, a excepción de Ecuador y Chile.
En 2010, año en que Brasil fue escogido como sede de la Copa del Mundo, el producto interno bruto (PIB) creció 7,5% y Luiz Inácio Lula da Silva había consolidado su liderazgo a escala mundial, luego de que fuera visto con recelo por el mercado y la ortodoxia por ser el primer presidente de izquierda de Brasil y con un pasado sindicalista. En 2009, Rio de Janeiro fue escogida como sede de los Juegos Olímpicos 2016. Era la época en que se decía: “Brasil está de moda”.
Tras ese 7,5%, el crecimiento del gigante sudamericano ha sido modesto pero estable: 2,7% (2011), 1% (2012) y 2,5% (2013). El Fondo Monetario Internacional estima un 1,8% para 2014. Algunos sectores han expresado su preocupación por ese ritmo de crecimiento y por la posibilidad de que aumente la inflación, que cerró 2013 en 5,91% mayor que en 2012 aunque dentro de las metas oficiales previstas. Sin embargo, la tasa de desempleo sigue siendo baja (5,4% en 2013), la pobreza e indigencia continúan cayendo. Los logros sociales de Brasil han sido reconocidos en todo el mundo. Entre 2001 y 2012, la pobreza pasó de 63,7% a 36,3% y la indigencia de 13,2% a 5,4%, según los últimos datos disponibles de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Diversos sectores de la economía también han registrado avances. Brasil tiene 2 compañías de administración estatal que son líderes en sus respectivas áreas: Petrobras y Embraer. Con nuevos descubrimientos de crudo en el mar, la actividad petrolera será clave para el país y pese a la reciente reprimarización de la economía, es uno de los países más industrializados de la región. Los altos precios de las materias primas y la creciente producción de soja (una de las principales exportaciones) han generado réditos mientras China se ha convertido en el primer socio comercial. Además, acumula alrededor de $ 379.000 millones en reservas.
Brasil ha mantenido en las últimas 2 décadas la estabilidad económica y política y ha apostado por la inclusión social. Este proceso inició en 1994 de la mano de Fernando Henrique Cardoso y se profundizó con los gobiernos de izquierda de Lula y la actual mandataria Dilma Rousseff.
En la investigación Beliefs, Leadership and Critical Transitions: Brazil, 1964-2014, los profesores Alston, Melo, Mueller y Pereira, recuerdan que en los sesenta y setenta se hablaba del “milagro brasileño”, que se desarrolló bajo la dictadura gracias a una combinación de políticas desarrollistas, planificación, tecnocracia y limitación de las libertades civiles. A inicios de los ochenta el modelo se agotó. En 1985, con el retorno a la democracia comenzó un periodo de inestabilidad política y económica. En un momento, la inflación superó el 1.000% mientras la moneda brasileña se deterioraba a un ritmo acelerado. Los diferentes gobiernos ensayaron 3 planes de estabilización y los brasileños hacían sus transacciones en cruzados, cruzados novos, cruzeiros, cruzeiros reales hasta que el real se quedó como moneda oficial hasta ahora, recuperando su valor. Hoy se cotiza en aproximadamente 2,2 reales por dólar.
Cardoso, como ministro de Finanzas y después como presidente, implementó políticas que permitieron estabilizar la economía y empezar a trabajar en la inclusión social. La “trayectoria virtuosa”, en palabras de Alston, continuó con Lula y Rousseff, quienes tuvieron como prioridad los programas sociales garantizados por un buen desempeño económico. Para los autores, los resultados positivos de los últimos 20 años se deben a una combinación de liderazgo, profundización institucional sostenida y creencias por las que se apuestan y que son el fundamento de los programas.
Ante algunas previsiones pesimistas sobre el futuro de Brasil, la presidenta Rousseff declaró recientemente a la prensa: “Hay un mal humor inexplicable con Brasil” y defendió el legado que dejará la Copa Mundial para su país, evento que activó las protestas de una clase media más numerosa y exigente. Los reclamos son, básicamente, por más salud y educación y la protesta se centra en que los gastos millonarios para el Mundial debían servir para el desarrollo del país. También hay quienes están en contra de la realización de la Copa como el movimiento Nao vai ter Copa (No habrá Copa); pero en el que es considerado el ‘país del fútbol’ —acostumbrado a los megaeventos para millones de turistas como el Carnaval de Rio—, también existe mucha emoción y pasión porque se dé el pitazo inicial.
Las cifras del Mundial
Como en otras economías de la región, la inversión pública y el consumo interno (derivado de las mejores condiciones salariales y de empleo) explican el desempeño económico de Brasil. Y aunque se generaron grandes expectativas en cuanto a las inversiones y las repercusiones que tendrá la Copa del Mundo, lo cierto es que las cifras y los resultados expresan otra realidad. Según Rousseff, las críticas sobre la organización de la Copa se deben a “malentendidos”, que han sido explotados por la oposición en año electoral (Rousseff se lanzará a la reelección en octubre).
Los gastos relacionados con la Copa suman un poco más de $ 11.300 millones, una cifra pequeña en comparación con el PIB de Brasil que es de $ 2 billones, es decir, casi 78 veces lo que representa el gasto de la Copa.
“El Gobierno asoció obras de infraestructura necesarias para el país con la Copa del Mundo, aunque no tienen nada que ver con ella. El Gobierno prometió mucho a la gente y no cumplió. Cuando dijo que iba a hacer nuevos aeropuertos, movilidad urbana y otras obras generó una expectativa muy grande que no tenía nada que ver con la Copa. Se equivocó, no necesitaba hablar de todo eso”, señaló Pedro Trengrouse, profesor de derecho deportivo de la Fundación Getulio Vargas, y quien se desempeñó como consultor de la ONU para la Copa Mundial. Respecto a las críticas por los gastos públicos, el experto consideró que es como si una persona que gana $ 4.500 se gastara $ 3 dólares en hacer una fiesta.
Algunas de las obras estarán completas en el mediano plazo aunque servirán para mejorar la infraestructura que tradicionalmente ha sido deficiente dado el tamaño y la economía de Brasil. Incluso en ese país se conoce como ‘costo Brasil’ a todos los gastos que implica para la productividad, los problemas de movilidad, infraestructura, generación de energía, etc.
Las mayores críticas sobre los gastos recayeron sobre los estadios que, en casos como el de Brasilia, llegaron a tener el doble del costo inicial. Otros se edificaron en ciudades que no los aprovecharán y en todos los casos se construyeron con financiamiento del Estado. Sin embargo, Rousseff aseguró que la gran mayoría de la inversión pública en el Mundial “es para Brasil” y no para la competición en sí, como es el caso de aeropuertos y obras de movilidad urbana.
El impacto del mayor evento del fútbol en el país es distinto según quién lo mida. De acuerdo con estimaciones de la consultora Ernst&Young, entre 2010 y 2014 las actividades relacionadas con el Mundial harán circular en la economía brasileña más de $ 62 millones y crearán más de 3,6 millones de empleos.
Hace unas semanas la agencia calificadora Moody’s señaló que el Mundial tendrá un impacto moderado sobre la mayoría de los sectores económicos de Brasil, recordando que el gobierno brasileño espera un impulso al PIB de 0,4% entre 2010-2019.
Por su parte, la empresa Delloite estimó que el impacto derivado de la Copa será de $ 63.000 millones entre 2010-2014 (un 2,17% del PIB), de esa cifra, $ 50.000 millones se producirán por el aumento de la producción de bienes y servicios y solo $ 2.000 millones por turismo. El Gobierno espera que lleguen unos 600 mil turistas extranjeros, el 10% del total que llegó a Brasil el año pasado.
“Las organizaciones deportivas adoptaron los discursos de que esos eventos pueden cambiar la historia de un país, pero en verdad no tienen condiciones para eso son pequeños. Existe cierta exageración”, indicó Trengrouse. Lo cierto es que el negocio del Mundial es de la FIFA, pero Brasil pagó la cuenta”, finalizó.