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Selección peruana: ¿De qué se trata la literatura del vecino del sur?

El antologador de Selección peruana 2000-2015, es el escritor Ricardo Sumalavia (lima,1968)
El antologador de Selección peruana 2000-2015, es el escritor Ricardo Sumalavia (lima,1968)
17 de octubre de 2016 - 00:00 - Santiago Peña Bossano. Director de Kafka Escuela de Escritores

El fútbol suele ser más interesante que la literatura. El libro Selección peruana, que reúne lo nuevo en relato breve del país vecino, juega con este deporte. La portada muestra las fotos de los autores en sus respectivas posiciones: Carlos Yushimito, lateral izquierdo; Daniel Alarcón, puntero izquierdo; Jorge Vargas Prado, portero, etcétera. En la contraportada hay una fotografía de unos zapatos de fútbol enlodados, luego del partido y, claro, el balón. Los narradores antologados son de una potencia que promete. Algunos, incluso, me intrigan sobre su obra narrativa —dejando de lado, los más obvios: Daniel Alarcón y Carlos Yushimito—. Es el caso de Sergio Galarza, Katya Adaui, Jeremías Gamboa y Francisco Ángeles.

Igual que los futbolistas que juegan en el extranjero, ocho de los convocados viven en el exterior. Los cuentos de Pedro Llosa y Francisco Ángeles tratan directamente del exilio. El relato de Katya Adaui, sobre ‘violencia política’ o sobre la violencia en sí; y también hay relatos anecdóticos, como el de Gabriela Weiner o Dany Salvatierra. Y al final del libro, encontramos un cuestionario —a manera de sondeo— sobre los intereses literarios, sociales y estéticos de los autores.

Volviendo a la portada, uno de los cromos de este álbum es —por supuesto— el del director técnico, Ricardo Sumalavia.

Sumalavia (Lima, 1968) estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde fue docente y coordinador del Centro de Estudios Orientales. Vivió unos años desempeñándose como profesor en Corea del Sur, fue docente en L’Université Michel de Montaigne-Bordeaux 3 y fue finalista del Premio Herralde en 2006. Su novela Enciclopedia plástica (2016) ganó el Premio Fundación para la Literatura Peruana. Además, este escritor es uno de los antologadores más importantes de su país, y se hizo cargo de Selección peruana 2000-2015 (Editorial Estruendomudo), la antología más reciente de narrativa corta peruana.

¿Cómo fue el proceso de selección de los escritores y de los relatos?

La editorial Estruendomudo había tenido en años anteriores dos antologías con el mismo nombre: Selección peruana. En esas dos primeras aparecí antologado como narrador. Estas versiones no tenían antologador, solamente el editor que hacía una consulta a otros escritores y así armaba la selección. Pero para esta (que implicaba narradores que publicaron entre 2000 y 2015) al editor se le ocurrió seleccionar un antologador. Siguiendo en broma la idea de la selección de fútbol, me llamó como un exjugador que ahora va a ser un director técnico.

En esa época yo vivía en Francia, en Bordeaux. Se podría pensar que, dada la distancia, yo estaba desinformado de la narrativa peruana. Sin embargo, la biblioteca de la Universidad de Bordeaux, tiene la sede de los fondos bibliográficos de América Latina. La biblioteca Nacional Francesa con sede en París reparte en el resto del país una copia por temas.En el caso de Bordeaux: América Latina. Por ello estuve muy actualizado. Tenía a la mano casi todo lo último que salía. Eso me permitía leer literatura latinoamericana, en general, y peruana, en particular. Lo que no llegaba, el editor me lo enviaba: libros físicos con amigos, por correo o en versiones PDF. No fue fácil realizar la antología. Lo interesante es que la narrativa peruana de los últimos años ha tenido un incremento enorme. Hay, cuantitativamente, más narradores que antes, que mi generación, por ejemplo. Por supuesto hay autores que siendo jóvenes venían con cierta reputación: Daniel Alarcón, Carlos Yushimito, Jeremías Gamboa, jóvenes narradores que estaban confirmados por el canon, digamos iberoamericano.

La selección de los relatos fue un trabajo personal. Decidí tratar de marcar cierta diferencia, poner un sello de antologador. Propuse una selección unitaria. Sabía que no estaba preparando una antología canónica. No puede ser que una antología canónica se llame Selección peruana y que —por criterios futbolísticos— haya once jugadores, o sea, once narradores. Así como los entrenadores arman jugadas: tantos delanteros, tantos defensas, mediocampistas, dije, voy a hacer lo mismo, una estrategia y voy a escoger narradores que puedan ser complementarios.

¿Cuál fue el criterio de unidad tomado en cuenta en la antología?

Buscaba unidad dentro de la particularidad de cada escritor, encontrar también familiaridad; es decir, cómo se conecta también con el resto de la tradición. Porque una tradición literaria tal como la entiendo yo, no necesariamente, supone que todos escriban de la misma manera. Sino que en la tradición, así como en una familia, hay el hermano loco, el cura, el militar, etcétera. Sin embargo, tienen rasgos en común. Después de leer todos los textos, encontré algunos puntos comunes: el tema del padre, vinculado con el tema de la violencia que hubo en nuestro país en los ochenta y noventa, con la dictadura de Alberto Fujimori; el tema del exilio, porque muchos narradores antologados no viven en Perú.

Había varios elementos en común: la crisis económica, política, la violencia, y, también, el deseo de los nuevos narradores de ampliar su espacio creativo en otros países como España, por ejemplo. Eso me permitió incluir a uno y no a otro. Había tres o cuatro muy buenos, pero que tenían el mismo tema. Entonces me quedaba con uno: Daniel Alarcón funciona muy bien con el texto de Jeremías Gamboa; pero también, como él, que vive en Estados Unidos y escribe en inglés, hay otro autor, Francisco Ángeles, que toca el tema de los latinos allá, y hay una conexión con Gabriela Wiener que, desde la crónica, habla de las experiencias humanas de los latinos en Europa. Así fui armando la jugada, mi estrategia, con textos que se pueden leer de tal manera que permitan una propuesta. Obviamente, como esta propuesta, pueden haber muchas más.

En la antología Denominación de origen Perú (2014), realizada por Taller de edición Rocca (Colombia), hay varios nombres que se repiten en Selección peruana, y otros que no constan entre los que antologaste, como Santiago Roncagliolo y Fernando Iwasaki. ¿Por qué esta decisión?

También había un tema generacional que habíamos propuesto con los editores: escritores nacidos desde 1975. Roncagliolo había participado en las otras dos selecciones peruanas. Digamos que él es un autor que tiene una trayectoria bastante amplia, a pesar de su juventud, y creí que no era necesario incluirlo; no por su calidad, sino porque ya no encajaba en la propuesta. Iwasaki es mucho mayor. Si no hubiésemos establecido exigencias cronológicas, hubiera tenido que incluir a muchísimos más.

En este caso hubo, también otra exigencia, a diferencia de las otras dos versiones: el incluir mujeres. Antes hubo Selección peruana para hombres y Matadoras (aludiendo al equipo de voleibol peruano) para mujeres. Cuando yo acepté, dije que no quiero esta división de género. Yo haría una selección peruana con hombres y mujeres.

¿Se leen escritores ecuatorianos en Perú?

No sé si sea justa mi respuesta, pues recién hace un año volví a Perú. No es que el medio literario peruano discuta sobre narradores ecuatorianos o esperen poemarios de tal o cual autor ecuatoriano. No veo esa discusión. La gente se interesa por escritores argentinos, chilenos, colombianos y, mucho más, por los mexicanos. Obviamente, por razones editoriales: son los que publican las editoriales que circulan en este país. Personalmente conozco a Javier Vásconez, Leonardo Valencia, Velasco Mackenzie, Raúl Pérez Torres, Iván Égüez... Al escritor antiguo de la tradición ecuatoriana: Pablo Palacio. Había un escritor peruano, ya fallecido, que los leía mucho, Carlos Calderón Fajardo. Él conocía muy bien a los narradores ecuatorianos.

Hay escritores ecuatorianos que están circulando en Perú; pero, la verdad, son nombres que se difunden más entre escritores —entre los jóvenes escritores— que entre el lector común. No sé si el lector común está al tanto de la narrativa o poesía ecuatoriana. Francamente no lo creo.

¿Qué editoriales peruanas recomiendas tener en cuenta?

Hay gran cantidad de nuevas editoriales independientes, como Estruendomudo, que es una de las que más tradición tiene; Animal de Invierno, que gana prestigio a una gran velocidad; Editorial Santuario, que publicó una antología de cuentos casi al mismo tiempo que Selección peruana, es una editorial que apuesta por autores peruanos, pero también por autores jóvenes de América Latina; Editorial Campo Letrado, que a pesar de sus bajos recursos (publica dos o tres libros al año) es un sello que reúne autores interesantes; Editorial Paracaídas… Hay muchas más que están haciendo un amplio trabajo para la difusión de la narrativa y la poesía peruana.

¿Influyen las redes sociales en la creación y recepción de tus textos literarios?

Desde 2005 estuve fuera de Perú y mi canal para comunicarme con lectores peruanos fueron las redes. En esa época aún estaban de moda los blogs, y yo tuve uno donde iba publicando pequeños textos. Incluso llevé un taller virtual durante esos diez años. Publicaba textos que luego recopilé y armé libros. Varios de los textos de mi último libro, Enciclopedia plástica, los fui difundiendo a través de las redes, páginas web de amigos, revistas literarias virtuales de gente amistosa que me convocaba a participar. Pero no es que el formato haya condicionado mi escritura. No en Enciclopedia plástica. Pero sí tuvo influencia con un libro inédito que quiero publicar el próximo año, No somos nosotros, construido a partir de textos que publiqué en línea en La Mula, una página peruana. Me pedían crónicas para su web y empecé a escribirlas: literarias, de viaje, alguna entrada en forma de diario, cuentos. Eran intentos híbridos, pero tenían la particularidad de la inmediatez. Terminaba de escribir, le daba una rápida corrección, se lo enviaba por correo electrónico al editor y lo publicaba. Le ponía una foto maravillosa y lo publicaba al instante. No importaba en qué lugar del mundo estuviera yo. Esta experiencia me generó un ritmo de escritura. Desde este punto de vista, la tecnología tuvo influjo directo en la creación —al menos— de uno de mis libros.

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