La cadena editorial en la era digital
Del 18 al 21 de noviembre, los correctores de textos celebramos nuestro IV Congreso Internacional en Lima. Como los congresos anteriores, que se efectuaron en Buenos Aires, Guadalajara y Madrid, este fue un espacio de encuentro entre colegas de muchos países y de reflexión acerca de la labor de los correctores de textos en todos los aspectos. Concretamente, este Congreso Internacional de Correctores de Textos en Español (Cicte) tuvo como tema central la corrección en la era digital, pues es innegable que en la actualidad ya no se puede pensar nuestra profesión, y en general las relacionadas con la cadena editorial, únicamente desde lo impreso.
Las nuevas (ya no tan nuevas) tecnologías y las dinámicas que ellas suponen hacen que pensemos en estrategias de trabajo diversas, en maneras distintas de mirar los textos, en otras formas de relacionarnos dentro de la cadena editorial. Esto no quiere decir que el texto impreso haya muerto, pues, como nos consta, la desaparición pronosticada del papel no ocurrirá, al menos en un mediano plazo. Se trata, más bien, de diferenciar lo impreso y lo digital, y tratarlos desde sus particularidades, siempre en función de ofrecer un mejor texto, atractivo y constructivo. No cabe duda, tampoco, de que lo impreso y lo digital se complementan, sin pisarse los talones.
En relación con el papel del corrector en esta dinámica en la que coexisten lo digital y lo impreso, en el Cicte se resaltó la necesidad de una capacitación constante. Es necesario buscar estrategias que subsanen lo más pronto posible dudas que pueden surgir en relación con la norma y, sobre todo, con el léxico, siempre en movimiento.
El corrector de textos, como ‘artesano’ del lenguaje, debe afinar sus conocimientos y su sensibilidad, e ir a la par de los avances tecnológicos sin perder el cariño por el idioma ni caer en la novelería.
Sin embargo, no es solo el corrector quien debe adecuarse a estas realidades cambiantes, sino todos los participantes de la cadena editorial, es decir quienes escriben, editan, traducen, diagraman, diseñan, imprimen, comercian y leen. Si bien siempre ha sido importante trabajar en equipo, ahora es indispensable y urgente que sea así.
Es necesario que cada participante de la cadena editorial conozca y se interese en el trabajo de los otros. Quien corrige no efectúa una tarea aislada de quien diseña o de quien edita, el trabajo de cada uno incide directamente en el del otro y, sobre todo, en el producto final, que es el texto.
Por eso es importante que los correctores tengan al menos una noción de cómo se edita o se diagraman los diversos tipos de textos, así como es importante que quien diseña o diagrama conozca las reglas del lenguaje, y tenga la sensibilidad para reconocer sus usos y falencias. No quiero decir con esto que todos nos volvamos ‘todólogos’, pues es necesaria (y muy sana) la especialización, pero es importante que cuando hagamos nuestro trabajo seamos capaces de mirar a los lados de la cadena y, sobre todo, pensar en que el texto final, que es producto de una labor en equipo, va dirigido a un lector que merece recibir un trabajo bien hecho desde todos los ámbitos.