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Carlos Andrés Vera tiene un documental incómodo que mostrar

Carlos Andrés Vera tiene un documental incómodo que mostrar
Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
19 de mayo de 2018 - 00:00 - Xavier Gómez Muñoz, Periodista

Carlos Andrés Vera es comunicador, director de cine, presidente de la empresa de comunicación Cámara Oscura, tuitero y «abiertamente opositor» al régimen del gobierno de Rafael Correa. Fue editor de la revista Soho Ecuador entre 2003 y 2017. En su filmografía destaca Taromenani, el exterminio de los pueblos ocultos (2007), acaso su documental más conocido.

El cine y la política son quizá sus mayores pasiones. Ambas se juntaron en junio de 2017, cuando empezó un documental sobre «cómo la propaganda oficial reemplazó a la política pública» en el gobierno de Correa: Propagandia. El filme se estrenó en el Festival Encuentros del Otro Cine (EDOC), que va del 9 al 20 de mayo en Quito, Guayaquil y Cotacachi. Pero en salas de cine comercial no lo han querido pasar. Solo Ochoymedio, y un poco más tarde, Cinemark, han decidido ponerlo en cartelera.

¿Propagandia abarca diez años de historia política, de 2007 a 2017?
Sí, es un recorrido del estado de propaganda del correísmo, que se construyó desde 2006. Por ejemplo, con la incautación de medios, más adelante la Ley de Comunicación y luego acciones específicas como ataques a ciertos periodistas… hasta que dio su máximo golpe en la última elección presidencial (abril de 2017), cuando, tras 10 años, el correísmo podía perder el poder y se vio obligado a sacar todo su armamento (de propaganda). Dispararon todas las balas que pudieron para no perder la elección. La película es un recorrido sobre cómo se construyó ese estado de propaganda.

«Estado de propaganda»: ¿Sacaste el término de las ciencias sociales?
Seguramente está ahí, pero no he consultado en la academia para esto. Para mí la explicación es bastante obvia: cuando dejas de tener políticas públicas y las reemplazas por eslóganes publicitarios, estás en un estado de propaganda. Por ejemplo, la década ganada: Cuando son cuestionados por la economía o el endeudamiento de Ecuador, en lugar de responder, contestan con un eslogan.

Eso sucedió con todos los eslóganes, desde los publicitarios, hasta los que servían para atacar a quienes cuestionaban: prensa corrupta, los mismos de siempre, no pasarán, el pasado no volverá… Así llegamos a un estado de las cosas en el que todo tenía una etiqueta, todo se estigmatizaba y giraba alrededor de lo que se decidía en una mesa de comunicación y no en una mesa de políticas públicas.

¿Cuál es la hipótesis principal o pregunta que guía el documental?
¿Hubo o no transparencia en las últimas elecciones para presidente? A través de esa pregunta se desarrolla toda una hipótesis, que por supuesto lo que trata de demostrar es que no, que no hubo transparencia. El documental parte de analizar lo que sucedió en abril de 2017, cómo se dieron los resultados, cómo se cayó la página del Consejo Nacional Electoral, cómo se empezó a perseguir a Cedatos y a Participación Ciudadana, cómo no se quisieron abrir las urnas.

Es decir, todo lo que sucedió y una duda que quedó bastante marcada en la sociedad: quién ganó las elecciones, hubo o no hubo transparencia. Para mí esa es una pregunta que no se puede responder solo analizando la última elección, sino que se debe responder analizando lo que Rafael Correa hizo con el Estado.

¿El documental demuestra que no hubo transparencia en las elecciones o, más bien, plantea dudas?
Creo que eso está demostrado. Lo que hago es recoger cosas que lo ratifican. Pero no lo planteo como una verdad absoluta, porque en la sociedad eso no existe; lo planteo más desde la perspectiva de las víctimas de ese estado de propaganda, que estigmatizó a todo el mundo. Un montón de personas decentes, con visiones muy variadas pero decentes, fueron estigmatizadas por el poder. Mientras el poder estigmatizaba, lo que trata de hacer el documental es humanizar otra vez a esas personas. Son gente que tiene una vida, que fue víctima de un ataque bastante fuerte. Algunos de ellos, incluso, ya no viven para contarlo.

¿Cómo documentaste Propagandia: entrevistas, archivos…?
Sí, es básicamente un trabajo de entrevistas y de archivo, la revisión de 10 años de material de prensa, en donde se cuenta la versión contraria a la propaganda oficial. También hay ciertos recursos visuales que le dan otra dimensión, que no solo van más allá de lo que normalmente cuenta un reportaje, sino que intentan crear en el terreno de la metáfora y las emociones, para generar un producto cinematográfico, no solo documental.

¿Cuántas personas trabajaron en el documental? ¿Cuánto tiempo llevó la producción?
El trabajo empezó en junio de 2017 y terminó hace una semana, es decir, duró unos 10 meses. Trabajamos de forma permanente cuatro personas, pero el equipo de producción base fueron doce personas, entre gente que colaboró recopilando archivos, en la producción, posproducción, en el color, coordinando las entrevistas y todo eso. Fue un equipo pequeño porque el presupuesto que teníamos era limitado. De hecho pensaba dedicarle cuatro o cinco meses a este documental y terminé trabajando cerca de diez meses.

Leí que Propagandia costó $ 80.000. ¿Quién lo financió?
$ 80.000 es lo que cuesta el trabajo. Una parte de eso sí lo financió Cámara Oscura (la productora que dirige Carlos Andrés Vera), básicamente trabajando sin dinero. Pero, además, logramos levantar algunos aportes privados, no de auspiciantes, pero sí de gente que nos echó una mano. No fue tan complicado levantar esos fondos, porque sí hay gente interesada en que se sepa lo que cuenta el documental. Lo que pasa es que no es gente interesada en figurar.

Para que tengas una idea, un largometraje documental en Ecuador idealmente cuesta más de $ 150.000. Nosotros mismos (Cámara Oscura) hicimos Tayos. Hay un mundo bajo tus pies, un largometraje documental que se estrenó hace unos meses y se hizo con alrededor de $ 160.000. Propagandia costó la mitad y tiene una duración mayor. Yo esperaba recuperar una parte de esa inversión con la taquilla, pero eso no va a pasar.

En el tráiler de Propagandia hay entrevistas a personas abiertamente de oposición al régimen anterior. ¿Trataste de lograr equilibrio informativo? ¿De hablar con los responsables de ese «estado de propaganda» que mencionas?
No, ni siquiera lo intenté. Primero porque, como sabes, soy abiertamente de oposición. Rafael Correa y todo lo que representa es totalitarismo, y yo me opongo a eso. Así que sentarme con Fernando Alvarado o con Correa y entrevistarlos eran gestiones imposibles para mí. Tampoco iba a tratar de engañarlos, qué sé yo, con un periodista suplente que los entreviste por mí, aunque sí me hubiera gustado tener sus versiones.

Además, no me interesó ir a puntos de vista objetivos, porque creo que, en esto, la objetividad es una ficción. Yo no traté de hacer un trabajo equilibrado, sino un trabajo con una fuerza argumentativa contundente. Y lo hice aferrándome a los hechos y a los argumentos como principio de equilibrio. Voy a poner un ejemplo más extremo: para analizar el nazismo no necesitas entrevistar a un nazi que defienda su pensamiento, porque la fuerza de los hechos y los argumentos hablan por sí solos, para que una audiencia con criterio sea capaz de discernir.

En ciencias sociales se habla de un alejamiento temporal que sirve para analizar la historia con distancia. ¿Un alejamiento así le hubiese dado otra perspectiva a Propagandia?
Definitivamente hubiese sido otro trabajo, simplemente porque el tiempo nos cambia a todos. Pero, por otra parte, este es un documental que no podía tomarse demasiado tiempo, porque hay temas que solo son coyuntura durante muy poco tiempo.

Nosotros, como sociedad, tendemos a pasar la página muy rápido; y hablar de la elección del año pasado solo podía hacerse durante este año. Si hubiese esperado más, la gente habría perdido interés y hubiese sido muy difícil conseguir una audiencia para un producto así. En este caso, creo que un año es tiempo suficiente para mirar atrás.

En las elecciones presidenciales anteriores, fuiste parte del equipo de comunicación del candidato Guillermo Lasso. ¿Eso ha influido, de alguna manera, en cómo planteas el documental?
Totalmente, y no tengo por qué ocultarlo. De hecho, uno de los momentos en los que consideré que esto se tenía que contar fue el 2 de abril de 2017 (el día de la segunda vuelta de los comicios presidenciales de Ecuador). Ese día viví el tema del que parte el documental desde adentro y, después de un proceso en donde fui testigo de todas las trampas del Estado, de cómo se aprovechó de todos sus recursos, fue como una violación.

A pesar de todo eso, me parece que Lasso ganó la elección, y aun así le hicieron perder… Es público que trabajé con Lasso, pero cuando veas el documental te vas a dar cuenta de que esa no es la única mirada. De hecho, la gran mayoría de gente que habla en el documental no es partidaria de Lasso. Estoy hablando de gente valiosa, como María Paula Romo, Iván Carvajal, Martha y Santiago Roldós... La mayoría es gente de izquierda, que no es partidaria de Lasso y que nunca va a serlo.

En redes denunciabas que hay cadenas de cine que no quieren pasar la película por tratar un tema político. Eso es censura por parte de la empresa privada, no del Estado. ¿Qué hacer al respecto?
Es una pregunta complicada. Creo que voy a terminar regalando mi película en internet, porque prefiero tener 300.000 espectadores en internet que no paguen para verla, que 5.000 en internet que sí paguen, pues en Ecuador todavía no hay una cultura de pago en internet. Yo hice el documental para que tenga un alcance. Por supuesto que vivo de esto y necesito el dinero, pero el filme existe para que la gente lo vea.

¿Das por hecho que estas cadenas no van a pasar tu documental?
Sí. Es así cómo funciona: cuando tienes un producto cinematográfico hay una serie de personas (en las cadenas de cine) que están a cargo de revisarlo y de darle el visto bueno antes de ponerlo en cartelera. En Ecuador hay tres grandes cadenas de cine. Las tres lo aceptaron, porque es un producto de buena calidad, porque va a generar interés y porque hay un público para él. Pero por tratarse de un tema político, la decisión final pasó a los accionistas.

Normalmente, eso no sucede con otras películas. O sea, los accionistas no se dedican a ver qué películas ponen y cuáles no, sino que contratan gente para eso. En mi caso, los accionistas tuvieron que ver la película. Uno de ellos dijo que iba (en cartelera) si hacían lo mismo las otras dos cadenas. El segundo accionista dijo lo mismo. Y lamentablemente todo quedó en manos de la tercera cadena, cuyo accionista dijo que no. En síntesis, me dijo que no porque él no estaba de acuerdo con la visión del documental. Me dijo más cosas, pero el principal motivo esencialmente fue ese.

Parte de la sociedad evita hablar en público de política para no caer en confrontaciones. ¿Eso es lo que pasa con tu documental?
Es una opinión válida. Si profundizo un poco más, diría que hay gente que le tiene terror a Rafael Correa, que cree que cuestionar a Lenín Moreno es hacerle un favor a Correa, porque las cosas se han dado de una forma tan loca que ahora resulta que Correa es opositor de Moreno. Pero yo no puedo entrar en ese cálculo, porque sería olvidarme de los hechos. Es como decir «no digamos nada hasta que Correa sea solo un mal recuerdo». El estado de propaganda es algo que sucedió durante 10 años, y los que hoy son gobierno fueron parte de eso. Durante esos 10 años se cometió una serie de abusos y a, mi criterio, se quedaron de forma ilegítima con el poder. Eso hay que decirlo.

Y segundo: es ridículo pensar que un documental tiene el poder de cambiar el escenario político. Lo que realmente genera es reflexión a nivel de un público más o menos masivo. Quien crea que el documental puede patear, de alguna manera, el tablero a favor de algún actor político lo está sobredimensionando. Si el estado de propaganda, con sus millones de dólares en inversión, se derrumbó como un castillo de naipes, ¿cómo un documental hecho con $ 80.000 va a cambiar el escenario político? Realmente el tema de fondo es: ¿Estamos o no dispuestos, como sociedad, a hacernos preguntas difíciles? ¿Estamos dispuestos a debatir lo que pasó en Ecuador? Hubiese sido chévere que el documental sirva para ese debate. Que lo discutan, lo critiquen, que digan lo que quieran, pero que lo muestren.

Hace poco, Cinemark decidió poner Propagandia en cartelera. ¿Qué motivó esa decisión?
Llamaron a la productora y le dijeron que entraban desde el 24 de mayo, el mismo día que se estrena en Ochoymedio. No dieron mayores explicaciones, simplemente cambiaron de opinión. Solo puedo especular, pero creo que esa decisión se debe a dos cosas: la presión en redes sociales tuvo un efecto positivo, es decir, quizá motivó alguna reevaluación interna en respuesta a la demanda del público; y creo que también se consideró el tema comercial, porque ha generado mucha polémica y eso lo vuelve atractivo. Yo celebro esa decisión, porque, al final, no le sirve de nada al documental tener mucha publicidad producto de una polémica si no tengo dónde mostrarlo. (I)

Imagen de Propagandia, filme sobre lo que el director, Carlos Andrés Vera, llama estado de propaganda en los diez años de gobierno de Rafael Correa.Imagen de Propagandia, filme sobre lo que el director, Carlos Andrés Vera, llama estado de propaganda en los diez años de gobierno de Rafael Correa. Fotograma Propagandia / Cámara Oscura

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