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El Telégrafo
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Esculturas que se funden con la vida marina (Galería)

Esculturas que se funden con la vida marina (Galería)
01 de febrero de 2015 - 00:00

Sus esculturas no se exponen ni en museos ni en galerías de arte. Hay un lugar mejor para perennizarlas: el mar. Este es el escenario que escogió el artista inglés Jason deCaires Taylor para dar a conocer esculturas que, con el tiempo, se convierten en arrecifes de coral artificiales. Al instalar su obra en las profundidades del mar, este artista ha creado verdaderos museos marinos que muchas personas se ven tentadas a visitar.

Cada año, cientos de turistas se sumergen —siempre guiados por buzos profesionales— en las profundidades del mar de Cancún, Isla Mujeres, Punta Nizuc, en México y también en las Bahamas para admirar la obra de este escultor, buzo y fotógrafo. Muchas de sus obras también se encuentran en Bahía Molinere, en la pequeña isla caribeña de Granada.

Jasen, hijo de un inglés y una guyanesa, se especializó en crear esculturas realistas, en las que representa personas de tamaño natural y las ubica en el fondo del mar.

Sus tonalidades ligeramente azules hacen que se fundan con el océano, y sus superficies duras favorecen la proliferación de arrecifes de coral, elemento fundamental del ecosistema marino y del equilibrio planetario, que a medida que crece va transformando la fisonomía de las esculturas. De acuerdo con la revista ADN, Jason tuvo esta idea cuando vivía en Granada, en el Caribe, y el huracán Iván devastó la isla, destruyendo por completo sus arrecifes de coral. “Yo estaba enseñando buceo en ese momento y quería hacer algo por el medioambiente”, cuenta Jason. Unos años después, de paso por Buenos Aires, tras disfrutar de unas vacaciones en la Patagonia, pensó que sería un buen abordaje a los arrecifes artificiales”. Y así fue cuando este buzo, escultor y fotógrafo tuvo la gran idea.

Sus estructuras son arrecifes artificiales, y los corales pueden crecer en ellas, ya que cuando encuentran una superficie dura, se aferran y pueden desarrollarse y crecer. Además, las esculturas permiten que peces, langostas, crustáceos y diferentes tipos de invertebrados vivan adentro. Al mismo tiempo, desvía a los turistas de los arrecifes naturales, evitando de esta manera que se vean alterados. Estas figuras imponentes son elaboradas en su taller y luego sumergidas en el agua.

De acuerdo con la revista National Geographic, estas esculturas son elaboradas en cemento enriquecido con microsílica, arena y fibra de vidrio, lo que las hace más resistentes al entorno. Según explica su creador, está garantizado que los materiales duren unos 500 años, pero no permanecen inalterados, y en esto radica una de sus características: a través del tiempo, los corales comienzan a crecer en su superficie, modificándolos.

Este cambio, que el propio Jason documenta con fotografías, comienza con unos pocos corales que crecen como si fueran pelos en las esculturas, y termina con sus formas completamente camufladas, engullidas por la vida marina. Para el artista, ver que la naturaleza coloniza su trabajo “es genial”, lo que más le gusta “es bajar y ver los cambios”; le interesa fotografiarlos y ver qué pasa. El principal mensaje que intenta transmitir es de esperanza y unidad: que los seres humanos pueden vivir en simbiosis con la naturaleza, en balance y no reinar sobre ella.

Esta obra artística atrae cada vez a más turistas del mundo. Más de 500 estatuas descansan, hoy en día, en el piso de los parques marinos de Cancún, Isla Mujeres y Punta Nizuc.

Esto es solamente el inicio de un ambicioso proyecto para crear un Museo Subacuático de Arte en las ya estresadas aguas caribeñas.

La idea es que este ambiente artificial llame la atención de los turistas y le den un respiro a los arrecifes naturales. La muestra se llama The Silent Evolution (La evolución silenciosa) y cada una de las estatuas se creó con base en personas que viven en las comunidades cercanas a la zona. La obra es un cuestionamiento que todos nos hacemos (o deberíamos hacer) con respecto a nuestro impacto en el medioambiente.

Dentro de un tiempo quedarán pocos rasgos visibles de estas estatuas, lo que nos recuerda la estrecha relación que tiene el medioambiente con nuestras vidas.

El año pasado, este escultor atrajo la mirada de la prensa, cuando colocó una escultura femenina de más de 5 m de altura arrodillada sobre el suelo del océano, sosteniendo la superficie del agua sobre sus hombros. El mes pasado, The Creators Project se dirigió a la costa de Nueva Providencia, en las Bahamas, para no perderse la sumersión de la enorme escultura en su hábitat oceánico.

La escultura de Atlas fue creada por el artista Jason deCaires Taylor, que previamente había sumergido 500 esculturas de tamaño real en las aguas que rodean a Cancún, Isla Mujeres y Punta Nizuc, como parte de The Sir Nicholas Nuttall Coral Reef Sculpture Garden (Jardín de esculturas del arrecife de coral Sir Nicholas Nuttal). “Quería utilizar la superficie del agua como parte de la instalación”, dijo Taylor a The Creators Project.

El proyecto ha sido organizado y comisariado por la Fundación para la Educación Ambiental Sobre Arrecifes de las Bahamas (Breef por sus siglas en inglés) y su objetivo es liberar un poco la presión que sufren los arrecifes naturales, los cuales pueden ser un punto de conflicto debido al turismo.

“Este Atlas representa a las generaciones más jóvenes protegiendo el océano e impidiendo que colapse”, explicó Taylor. Además de este trabajo, también se muestran obras de los artistas Willicey Tynes y Andrew John.

La figura del Atlas tiene un peso superior a 60 toneladas y su nombre hace referencia al mito griego del titán Atlas, condenado por Zeus a cargar los pilares que sostienen la Tierra. Taylor, catalogado como el artista con más experiencia en escultura submarina a escala mundial, reconoció que este trabajo ha sido el “más difícil” de su vida.

Esta pieza en particular fue encargada por la fundación. Este Atlas representa a las generaciones más jóvenes que protegen el océano e impiden que colapse.

Las esculturas están localizadas en aguas superficiales muy claras para facilitar el acceso de los buceadores y de barcos con fondos de cristal. Los espectadores son invitados a descubrir la belleza del planeta subacuático y a apreciar los procesos evolutivos del arrecife. Jason deCaires ha planeado una serie de nuevas esculturas y ahora busca ubicaciones apropiadas y patrocinadores.

Obras de arte en el mar

Según los biólogos marinos, los océanos están llenos de organismos microscópicos que caen constantemente sobre el lecho marino y se adhieren y colonizan cualquier superficie dura, como afloramientos rocosos, los cuales han creado el desarrollo básico natural del arrecife. Las barreras coralinas atraen a una serie de vida marina —coloridos peces, tortugas, erizos, esponjas, tiburones— y proporcionan el refugio idóneo para la crianza de muchas especies.

Solo alrededor del 10% del fondo del mar tiene un substrato suficientemente sólido para permitir que se forme un arrecife de forma natural. Los arrecifes de coral han protegido de manera eficaz y durante millones de años las costas de muchos archipiélagos frente al continuo embate de las olas. Las olas rompen sobre el arrecife, perdiendo más del 90% de su energía, de manera que cuando llegan a la costa son completamente inofensivas.

En la revista Buceo XXI se señala que para incrementar el número de estos hábitats se han creado arrecifes artificiales con materiales duraderos, seguros y apropiados, desde el punto de vista ambiental. Estos arrecifes parecen tener éxito a la hora de atraer a corales que pueden, a cambio, sostener un ecosistema marino entero.

Además, los arrecifes artificiales podrían ser una solución de futuro para el problema de la erosión de las playas, ya que entre sus funciones estaría la de regenerar las costas. Al desviar la atención sobre los arrecifes artificiales, los naturales tienen una mayor oportunidad de regeneración.

En este sentido, las esculturas submarinas de Jason deCaires crean una singular, absorbente y expansiva vista del fondo marino. Sus esculturas subrayan los procesos naturales de formación del arrecife y a la vez exploran las complejas y ricas relaciones entre arte y medioambiente.

Sus trabajos se transforman en arrecifes artificiales al atraer la vida marina, pero, sobre todo, al brindar al espectador privilegiados encuentros temporales.

Además, las obras están en constante evolución y se transforman momento a momento con la luz, las aportaciones de flora y fauna, las corrientes marinas…

La experiencia de situarse bajo el mar es bastante diferente a la de ubicarse sobre tierra. Hay consideraciones físicas y ópticas que deben ser tenidas en cuenta por el artista. Por ejemplo, según esta publicación, los objetos parecen 25% más grandes bajo el agua y también más cercanos. Además los colores se alteran porque la luz es absorbida y reflectada en diferentes escalas, y a mayor profundidad eso afecta más.

La fuente de luz viene de la superficie, lo que produce unos efectos caleidoscópicos gobernados por el movimiento del agua, las corrientes y las turbulencias.

El agua es un medio maleable para viajar, de modo que permite al espectador transformarse en parte activa a la hora de comprometerse con la obra. La gran cantidad de ángulos y perspectivas en las que las esculturas pueden ser observadas aumenta de forma significativa la experiencia singular de aproximarse a estas esculturas que hoy son reconocidas a escala mundial.

Desprovisto de paredes blancas el espectador no tiene restricciones a la hora de interactuar con las obras. La ingravidez permite una experiencia única que alientan encuentros personales con cada obra.

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