En Quisapincha el cuero nunca pasa de moda (Galería)
En la parroquia rural más antigua de Ambato, la producción de artículos de cuero constituye una de las principales actividades económicas. Quisapincha ha sido considerada durante los últimos 300 años, la ‘fábrica’ de prendas y artículos de cuero más grande del país, porque agrupa a cerca de 100 talleres de costura, en los que, entre otras prendas, se elaboran chaquetas, pantalones, sombreros, carteras, billeteras y zapatos.
Su historia se remonta a 1698, año del terremoto más devastador que ha golpeado a la región centro. Luis Alejandro Lozada, de 78 años y artesano del lugar, narra su propia versión de la historia de esta parroquia. Explica que el terremoto destruyó el asentamiento de la etnia Kisapincha que estuvo ubicada donde hoy es el centro y parte del sur de Ambato. El brusco movimiento derribó casi todas las casas de los kisapinchas y mató a miles. Este grupo étnico, según lo describe la historia, vivía del cultivo de varios productos como camote, papa, melloco, entre otros, hacia la planicie más grande de la cadena montañosa del suroccidente de Ambato.
La palabra Quisapincha procede de los vocablos kichwas quimsa, que significa ‘3’, y punlla, que traducido al castellano quiere decir ‘día’. Tres Días era el tiempo que se demoraban en llegar desde la capital hasta el lugar, y viceversa.
Ubicada a 3 mil metros sobre el nivel del mar, Quisapincha tiene un clima templado. Casi el 70% de su población se dedica a la confección de artículos de cuero.
También se la conoce como la capital nacional del cuero, ‘paraíso ganadero’ y ‘París chiquito’. Este último término fue acuñado por el misionero jesuita italiano Mario Cicala, quien llegó a mediados del siglo XVII, y describió a la localidad como “muy estructurada, ordenada, con una hermosa plaza, la iglesia reedificada últimamente y embellecida con gusto: las calles son bien trazadas y paralelas, al igual que la capital francesa...”.
Desarrollo de la industria
Gracias a la producción ganadera, se desarrolló la actividad artesanal e industrial que impulsó, a su vez, la elaboración de artículos de cuero.
Se estima que en Quisapincha se fabrican, a diario, unos 2 mil productos de piel, muchos de los cuales son exportados a Estados Unidos, Europa, Asia y Australia.
Fabricio Mendoza, industrial del cuero, explica que la crianza y reproducción de ganado vacuno favorecen la confección de estos artículos. Advierte que muchas razas de ganado provienen de zonas frías, como los páramos gallegos, castellanos y cuencanos, al interior de España.
Por esta razón —explica— las temperaturas de Quisapincha, entre 15 °C y 5 °C, no afectan la crianza, reproducción y producción lechera estos animales.
Otro factor que beneficia a los bovinos es la calidad de los pastos.
De las praderas brota el pasto y la hierbilla, una especie de brotes ricos en sales y minerales. También está el quicuyo, una especie natural de césped, pero con el doble de concentración de calcio y vitamina E, lo que incrementa la producción natural de leche y mantiene en buen estado las pezuñas, pelo, músculos y piel de estos animales.
Los turistas que visitan Quisapincha provienen, sobre todo, de Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta. Mariana Páez, comerciante, explica que muchos turistas se sorprenden con los precios, asequibles a cualquier bolsillo.
Una chaqueta de piel para un hombre de estatura mediana cuesta entre $ 30 y $ 120, todo depende del modelo y de los complementos que el artesano incluya.
Todos los días del año se pueden adquirir diferentes productos: carteras, bolsos, billeteras, llaveros, gorros, guantes, correas, fibra base para cuadros y botas. Páez, quien forma parte de la cuarta generación de artesanos dedicados a esta actividad, asegura que es posible comprar un par de zapatos de cuero en $ 25. “Los artículos más costosos son las botas para mujeres. Su precio es más elevado porque los artesanos utilizan más cuero, por ser un calzado de caña alta y tener muchas ‘guaraguas’ (adornos diversos).
Por un par de botas, las compradoras pueden pagar hasta $ 40. Si bien los talleres y almacenes permanecen abiertos todos los días, la feria del cuero cobra fuerza los fines de semana.
A partir de las 08:00, tiene lugar la Feria de las chompas y los domingos la Feria del pueblo, en las que no solo se expende artículos de cuero, sino también alimentos, insumos agrícolas, ganaderos, utensilios, y otros materiales. Sus pobladores son emprendedores y creativos.
Luis Alejandro Lozada es uno de los pocos ancianos de Quisapincha que aún trabaja en su taller. A sus 78 años, es especialista en la elaboración de prendas de piel de vacuno. Conoce todos los procesos a los que la curtiembre debe someterse para convertirse en cuero útil.
Pese a la cantidad de talabarterías (talleres) existentes en el sector, hay apenas 3 curtiembres en la parte alta de la parroquia. Casi el 95% del material proviene de curtidurías de Ambato, muchas de ellas situadas en el Parque Industrial, al norte de esta ciudad.
En la década de los ochenta, los habitantes de Quisapincha eran operarios en talleres en la ciudad de Ambato. Después de varios años se independizaron y se dedicaron a trabajar en sus propios talleres en la comunidad. Desde Ambato, los artesanos llevan la piel tratada hasta Quisapincha, donde la someten a otros procesos.
Primero despliegan el rollo de cuero y lo alisan. Enseguida, delinean los cortes más grandes para luego diseñar las prendas. Con una sierra manual se realiza el corte y procuran no dejar hebras sueltas que deshilen el material. Los expertos explican que al ser piel, el material curado (curtido) no tiene líneas rectas de seguimiento como es el caso de productos como tapices, alfombras, prendas de lana y demás artículos tejidos hechos por humanos. “Para realizar esta tarea, antes se usaba una pequeña navaja muy afilada con el fin de que no se dañe el pliego”, explica Luis Alejandro Lozada.
Cuando los cortes están listos, se coloca el material en moldes de madera, sobre todo en el caso de las chaquetas.
Según la estructura ósea del cliente y su contextura, el artesano coloca en el pliego la base que cubre la espalda; los cortes para la manga, cuello, puños y bolsillos.
El siguiente paso contempla el cocido, previa aplicación del color deseado al textil. En ese caso, recurren a máquinas.
Finalmente se cortan los hilos que quedan a la vista y se pinta las áreas sin color. Todo el proceso de preparación y confección de las prendas puede tardar entre 2 semanas y un mes.
Luis Alejandro Lozada tiene la ayuda de sus 3 hijos y 5 nietos, quienes intervienen en todas las etapas.
Luis aprendió esta labor a los 15 años, en el taller de su abuelo y de su padre. Asegura que esta actividad no solo representaba un sustento económico para las familias; también era un motivo para el encuentro familiar.
“Cada sábado, día de feria mayor, cada padre de familia reunía a sus hijos, nietos, nueras y yernos. Para ese día se guardaba la labor más grande del artesano: desplegar el cuero y delinear los cortes. Esta actividad estaba a cargo de los varones, mientras que las mujeres se dedicaban a preparar los moldes, herramientas y pinturas”, precisa.
En la actualidad, la mayor parte de las personas que laboran en los talleres y almacenes del pueblo tienen edades que oscilan entre los 20 y 50 años. Apenas hay 6 locales que mantienen el proceso de manufactura, el resto labora con maquinaria industrial.
Además de la actividad textil de la parroquia, Quisapincha posee otros atractivos turísticos. Destacan la iglesia central, los miradores, granjas agroecológicas, criaderos de animales menores y templos patrimoniales. Hay muchos habitantes que se dedican también al cultivo de hortalizas, verduras y cereales.
El templo principal fue construido con piedra pishilata, una especie de roca ancestral muy resistente al agua y al paso del tiempo. Este material guarda armonía con la plaza adoquinada y la pileta.
A pocos pasos del centro, los visitantes suelen descansar en el hotel que lleva el nombre de la parroquia.
Muchos turistas escogen este sitio porque cerca de allí encuentran tiendas que comercializan los mejores productos en cuero.
En 2005, el Consejo Provincial de Tungurahua asfaltó 9,5 km que conectan al barrio Pinllo y Quisapincha, lo cual favorece la concurrencia de los turistas.
Parar llegar a este poblado los turistas suben alrededor de 10 km en automóvil o autobús desde el occidente urbano de Ambato y después de pasar por el sector de Píllaro, reconocido por sus panes y sus gallinas de campo.
Desde la carretera, si las condiciones climáticas lo permiten, se pueden observar cumbres como Pasochoa y El Corazón.