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En Cabo de Gata nadie contesta el celular

En Cabo de Gata nadie contesta el celular
13 de septiembre de 2015 - 00:00

Hay muchos lugares para desconectarse, olvidar la rutina y relajar los músculos. En estos sitios, la mayoría apartados, es posible encontrar la paz que no encontramos en las grandes ciudades.

Uno de ellos, es Cabo de Gata, el primer parque marítimo-terrestre de Andalucía, España. Es un lugar de origen volcánico y es un espacio protegido, considerado el de mayor relevancia ecológica de todo el mar Mediterráneo occidental europeo.

Por sus contrates, entre el medio marino, el litoral y el terrestre; por las numerosas especies exclusivas que alberga; y por las características propias de uno de los ecosistemas más áridos de Europa, este espacio fue también reconocido, a escala internacional, como Reserva de la Biósfera y Geoparque.

De acuerdo con la página web de la Junta de Andalucía, gran parte de la peculiaridad ecológica y paisajística del parque tiene su origen en la ausencia de invierno climático y en su diversidad geológica, con predominio de los sustratos de naturaleza volcánica, donde coladas de lava, domos y playas fósiles conforman un singular escenario de tonalidades ocres, negras y rojizas.

Cabo de Gata-Níjar tiene alrededor de 50 kilómetros de una costa acantilada mejor conservada del litoral mediterráneo europeo. En esta fachada litoral con abruptos acantilados se suceden playas urbanas como la de San José y Aguamarga; playas naturales como Mónsul y Los Genoveses; acantilados volcánicos y arrecifes como Punta de los Muertos y Mesa Roldán. En esta zona el clima es semiárido con escasas precipitaciones y menguados recursos hídricos que configuran un refugio turístico con suelos pobres y poco desarrollados. A pesar de lo cual, albergan más de mil especies.

En esta región es posible observar poblaciones de palmito y cornical que escalan las abruptas laderas volcánicas, densas formaciones de esparto, y romero y azufaifos que tapizan las llanuras.

Durante la temprana primavera, miles de margaritas de mar tiñen de amarillo los acantilados marinos. Todos ellos son ejemplos de las adaptaciones de las plantas a las duras condiciones climáticas del lugar.

Entre sus ecosistemas destaca el marítimo por su variedad y riqueza. En sus fondos se desarrollan extensas praderas de Posidonia oceánica. La proliferación de esta especie vegetal, similar a un alga verde, forma auténticos bosques sumergidos, en los que vive gran variedad de fauna submarina: cangrejos, pulpos y peces.

Enterradas en las llanuras de arena y fango palpita una riquísima y variada fauna que, aunque de pequeño tamaño, es indispensable para el óptimo desarrollo del ecosistema.

En los fondos rocosos la vida se manifiesta con extraordinarios cambios de forma y color: algas, falsos corales y gran variedad de peces entre los que resalta el mero, también conocido como el rey del roquedo. La práctica del ecobuceo en estas limpias y transparentes aguas resulta una experiencia difícil de olvidar.

Otro lugar de interés, situado muy cerca del poblado de pescadores de San Miguel, son las salinas de Cabo de Gata que concentran gran parte de la avifauna del parque. Multitud de aves limícolas como avocetas, cigüeñuelas o chorlitejos encuentran alimento en estas aguas costeras. También es frecuente la presencia de gaviotas, ánades y de poblaciones de flamencos.

A lo largo del año es posible observar más de 80 especies de aves, allí o en la cercana albufera deltaica de Rambla Morales, conocida localmente como Charco. Por otro lado, en las llanuras esteparias de las Amoladeras, al abrigo de espartales y tomillares, vive una comunidad de aves difíciles de observar como alcaravanes, cogujadas, terreras y alondras de Dupont. Ya en la sierra, rapaces y pequeños mamíferos completan la fauna del lugar.

Este parque natural —como lo describe la revista Ventana del Visitante— posee numerosos cortijos abandonados, sistemas de aprovechamiento de agua y viento como aljibes y molinos, reconocidos todos ellos como un bien de interés cultural. Todos estos sistemas se integran en el paisaje y son el testimonio de una cultura, ya desaparecida, ligada al aprovechamiento tradicional de los recursos naturales.

Fenicios y romanos imprimieron las huellas de su paso por estas tierras y explotaron la abundante pesca del litoral.

Quienes han visitado Cabo de Gata, saben que la bahía más visitada de este Parque es la Playa de los Genoveses.

Se trata de una bahía virgen, sin edificios, sin tendidos eléctricos, sin carreteras. La playa ocupa toda la bahía. Tiene más de un kilómetro de longitud, y está rodeada de pequeñas dunas donde crece vegetación típica del parque, como son chumberas y pitas o agaves de alto pitaco. Es una playa que facilita el baño debido a lo suave y progresivo de su entrada en el agua que tarda mucho en cubrir.  

Está protegida de la masificación, y al igual que en la playa de Mónsul, su acceso con auto privado se ve restringido.

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