Migrar no fue la solución para cumplir sus sueños
Inés G. emigró a España hace más de diez años. Aunque se endeudó para viajar, no se arrepiente de haber tomado esa decisión a pesar de que lamentó -en esa época- dejar a sus hijos, Carlos (de 10 años) y Gabriela (8), al cuidado de su madre.
Durante el tiempo que vivió en el país europeo realizó varios oficios, sin embargo el que más estabilidad le dio fue el de trabajar como empleada doméstica.
Inés forma parte del grupo de los ecuatorianos que tomó la decisión de emigrar en busca de mejores oportunidades de trabajo y de vida. Al parecer, ella lo logró.
En los años que permaneció allá reunió dinero con el que adquirió dos departamentos en la ciudad de Quito. Hace varios meses, Inés tomó otra decisión importante en su vida, la de regresar a Ecuador.
Inés piensa que muchos ecuatorianos no retornan al país, porque consideran que no podrían mantener el nivel de vida que tienen allá; así como tampoco brindarían a sus hijos las comodidades que el dinero puede dar, como una mejor educación.
A diferencia de esta compatriota, que regresó de manera voluntaria y con algunos ahorros, miles de ecuatorianos tienen la necesidad de volver a su tierra porque se encuentran en malas condiciones económicas.
“Alrededor de 700 familias migrantes regresan anualmente al Ecuador, muchos lo hacen por necesidad, eso es un regreso emergente”, relata Flor María Haro, quien dirige el Centro Familiar de Ayuda al Migrante (Cefamm). Haro lleva siete años trabajando con compatriotas que residen en España, Estados Unidos y en el resto de países del mundo.
Ella considera que los ecuatorianos que viven en otros países, como España, al no encontrarse en posibilidades de continuar con esa condición de vida, se ven obligados a regresar al país.
Según su experiencia, los migrantes vuelven en una primera fase exploratoria, pues al haber pasado 10, 15 ó 20 años fuera se sienten desconocidos en su propia tierra. “A eso se le añade que el mercado laboral les cierra las puertas, más aún si sobrepasan los 30 años de edad”, señala.
Si bien es cierto que algunos de los compatriotas regresan con la idea de abrir un negocio, Haro indica que el 90% de los migrantes no es emprendedor, pues toda su vida se acostumbró a tener un patrono recibiendo un sueldo mensual, y al intentar abrir un negocio propio, desconoce todo lo que debe hacer.
“El poco dinero que invierten se acaba en el día a día, e inevitablemente después de unos meses vuelven a irse, o simplemente los comercios que se emprendieron, como restaurantes de comida rápida, se convirtieron en negocios de supervivencia... es un retorno no sostenible”, dice la compatriota.
Hay otras historias, como la de Cristhian y Verónica, profesionales que decidieron probar suerte en España y luego de algunos años retornaron con un capital de 60.000 dólares, dinero que invirtieron en la venta de material de construcción.
A pesar de la aparente estabilidad económica que tenían, la muerte de su hijo de 13 años fue el inicio de una serie de desgracias. Lastimosamente, ahora se están divorciando. Y es que los problemas de adaptación en una ciudad que ya no conocían a nadie provocó un desequilibrio emocional en ellos.
Plan Cucayo
El Gobierno ecuatoriano, a través de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami), oferta algunos programas de retorno, entre ellos el Plan Cucayo, en el que se otorga un incentivo económico a las personas que presenten propuestas de negocios viables.
Marcela C. regresó hace tres años al país y no ha podido establecerse. Ella se acogió al programa de retorno que ofrecía el Gobierno español, a cambio recibió el dinero del Seguro Social cuando ingresó a Ecuador. Entregó su tarjeta que acreditaba su legalidad en el país europeo.
La crisis económica que azotó Europa en el año 2008 provocó que muchos ecuatorianos que habían adquirido viviendas se vean “ahogados” con deudas y créditos impagables, montos que superan los 200.000 euros (260.000 dólares).
Este era otro de los motivos para que los ecuatorianos regresaran al país sin ninguna planificación y con el miedo de ir presos por causa de las hipotecas bancarias. En España, las deudas son hereditarias y muchos migrantes las adquirieron a 30 años de plazo.
Aminta Buenaño, embajadora del Ecuador en España, indica que de los aproximadamente 600.000 ecuatorianos que residen en España, unos 8.000 estarían perdiendo sus viviendas y sus trabajos debido a que los créditos hipotecarios no han podido cumplirlos por la poca “claridad que hubo cuando los adquirieron”.
Según un informe de la Senami, 1.225 ecuatorianos requirieron información de como pagar sus hipotecas, cobro de pensiones, juicios de alimentos, y custodia de niños y adolescentes. Durante el año pasado, un centenar de ecuatorianos fueron repatriados debido a sus precarias condiciones de vida.