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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

Omar Rincón: “Nuestra televisión es un espejo social”

Especialista en temas de comunicación, sobre todo aquellos relacionados con la televisión y con varios libros publicados sobre el tema, el colombiano Omar Rincón visita el país este fin de semana para brindar un seminario sobre narrativas televisivas contemporáneas, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Entre los temas que ya se discutieron ayer en este taller  gratuito, están varios aspectos de la televisión en América Latina, así como un análisis del ejercicio del periodismo, entre otros.

¿Cuáles son las tendencias que existen actualmente en la televisión  latinoamericana?

En América Latina están sucediendo algunas cosas al respecto: la primera,  es que se hace más televisión propia y se adquiere menos televisión importada. Ahora se compra el formato o la idea para producirlo localmente. Lo segundo, es que la telenovela y los seriados de formato similar siguen siendo los productos primordiales en América Latina. Una tercera tendencia es que existe una homogenización de la oferta de televisión pagada. Es decir,  es la misma en todo el continente.

No hay diversidad de la oferta y no incluye canales propios, únicamente algunos como Discovery, History Channel, CNN, HBO. Esto es muy fuerte porque se crea un mecanismo común armado desde una lógica televisiva distinta. Una cuarta tendencia es que cada vez tiene más relevancia la televisión pública. Finalmente, los presidentes de Latinoamérica se han vuelto demasiado televisivos y esto se volvió el eje  fundamental  de la política de los países.

Respecto a esto, ¿de qué forma nuestro país se apega o se distancia de estas tendencias?

Los canales de América Latina son parecidos: telenovelas, ofertas de entretenimiento, noticias, mucho fútbol y hacen de la información un elemento de juego político.  La tendencia de la televisión pública por fin se está cumpliendo en el país, lo cual me parece vital.  La que no se cumple es que el eje de las televisiones de Latinoamérica en general, es trabajar desde la ficcción. Producciones de ficción como  seriados existen  pero  escasamente. Hay una excesiva atención a lo informativo en detrimento al entretenimiento, a  la ficción y me parece que está mal porque hay más vida más allá de la noticia y la información.

¿Los ecuatorianos nos reflejamos en la televisión que aquí se produce?

Sí. Cada país manifiesta lo que tiene. La televisión es un espejo social impresionante, pero estereotípico. No  ambiguo ni de matices. Por ejemplo, lo que sucede con la narcotelenovela colombiana es un espejo estereotípico, porque no todos somos “narcos”, pero sí  representa un poco un sector de Colombia.

En Ecuador se representa la polarización del país entre Guayaquil y Quito, eso se ve clarísimo. Representa además que hay un altísimo debate político, inclusive en los programas deportivos. Falta ficción para ampliar la diversidad a través de la cual podemos representarnos.

¿Qué empuja  a los medios a recurrir al espectáculo televisivo? ¿Rating?

Sí, en parte es la  búsqueda del rating en la manera de narrar una noticia. Es como un signo del tiempo, estamos siendo sensacionalistas en todo. Si vemos a los presidentes Correa, Chávez y otros de la región, notamos que son sensacionalistas en su forma de ser, usan palabras coloridas. Es la tendencia que se evidencia también en los ciudadanos,  en nuestra forma de hablar, de vestirnos. Se recurre al sensacionalismo para ser visibles, si no entramos en esa dinámica, en esa lógica somos invisibles.

¿Cuál es la relevancia de las nuevas tecnologías, redes sociales y otras? ¿Cambian en algo el  papel de la televisión  como medio protagónico?

Yo pienso que no se quita el protagonismo a la televisión, sino que  más bien se lo complementa y se le agrega un valor. Por ejemplo, la red social twitter le quitó poder al periodista, el Facebook le quitó poder al rating y así cada cual le aporta un valor y de acuerdo a cómo funcionan las comunidades  va a ser vital o no.

Las redes sociales no generan revoluciones, como la de Medio Oriente, pero sí ayudan a organizarlas, a convocar gente. Yo veo como positivo el que antes estuviésemos dominados por una máquina, que es la televisiva, y  ahora por  muchas máquinas. Esa es una posibilidad. Significa que ahora no podemos ser  callados. En momentos de efervescencia política de actuación inmediata, el twitter y el Facebook son brillantes, pero a largo  plazo la televisión tiene más poder para  consolidarse.

¿Hacia dónde se dirige la televisión como medio? ¿Está encaminada a desaparecer?

La televisión no va a desparecer. Donde se juegan los medios de comunicación no es en los contenidos,  sino en los rituales que generan. El ritual de la prensa por ejemplo, no ha desaparecido porque la gente deje de leer. La prensa escrita tiene un papel primordial en la cuestión de la opinión pública ilustrada y en el juego político, allí está la toma de decisiones. El día que toda la gente lea el diario por Internet entonces estaría en riesgo, pero eso no ha sucedido aún. Cada cual tiene un ritual. El de la televisión, por ejemplo, es el espacio donde se  vale no pensar, es un tiempo de relajación. La radio tiene el ritual de la compañía. Para que desaparezca un medio de comunicación ese ritual debe pasar a otra parte, debe ser reemplazado.

 

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